Mi destino comienza

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¿Increíble que una simple promesa nos impida ser feliz? Bueno, ya ven que es posible. Si hubiera sabido que ante mi estaba alguien más que un simple humano, jamás hubiera hecho lo que hice, salir corriendo, escapando de mis sentimientos. Sí, ¡porque justamente eso había hecho!

Pero, como he comprobado, todo sucede por algo, y con el tiempo, volvería a encontrarme con Adam… y mi vacío desaparecería, para siempre. Y volvería la felicidad a mi.

El suceso en la playa fue olvidado con las semanas, como si nunca hubiera conocido a ningún muchacho extraño, seguí con mi vida como si nada, aún sosteniendo mi promesa.

Una vez más, bufé. Eso era lo malo de estar en vacaciones ¡no había nada bueno para pasar el tiempo!. Giré sobre mi cama y quedé boca abajo. ¿Y ahora? No podía salir con mis amigas, porque todas estaban en algún lugar lujoso, con sus familias; no podía estar en la computadora, porque se había averiado; no podía salir afuera, porque me freiría en la acera con el calor que hacía. Aunque eso no sonaba tan mal.

´Decidida ¡afuera!´ Y sin más, salí de mi cuarto con un poco de pereza.

Apenas poner un pie fuera de mi casa, me sentí terriblemente abrumada por un calor insoportable. El sol brillaba en lo alto del cielo, y sus rayos abrasaban todo el lugar. Viera donde viese, miles de personas, con las mejillas sonrosadas y las caras brillantes, caminaban rápidamente, con la única esperanza de llegar a sus casas. Y yo que creía que el hombre del pronoóstico exageraba...

Sonreí para mis adentros y comencé a caminar, sin rumbo fijo, por entre las pocas personas osadas que estaban sin el resguardo de sus aires acondicionados. Con las manos en los bolsillos de mi panatlón corto, dejé que mi mente bagara con libertad. Como si hubieran estado allí todo el tiempo, esperando salir de la cárcel que era mi cabeza, miles de recuerdos comenzaron a deslizarse en mis pensamientos. Imágenes de años anteriores.

Doblé la última esquina, y al fin pude divisar mi playa. Como era el primer día de la semana, y todos trabajaban , había poca gente gozando de la fría agua.

´Mejos así´

Caminé directamente hacia las pequeñas olitas que rompían en la arena, haciendo pequeñas muecas de fastidio ante el contacto de mis pies con la arena. Solté un largo suspiro de satisfacción y cerré los ojos, mientras una pequeña sonrisa surcaba mis labios. Sí, definitivamente era mejor esto que quedarme en mi casa, súper aburrida y sin computadora.

Al rosar mis pies con el agua, me recorrían pequeños temblores. Queriendo sentir también esa frescura en mi cuerpo, comecné a adentrarme hacia el mar. No muy profundo, sólo hasta que el agua me llegara hasta un poco menos de la cintura. No me molestaba volver a casa con mi pantalón todo mojado, sería un alivio.

Cuando ya estaba por las rodillas, contemplé el cielo. Y me vino a la cabeza aquel extraño chico que encontré en la playa. Parecía perfecto, con sus hermosos rizos y sus ojos verdes. Parecía un ángel. Se había comportado de una forma rara, tenía aspecto de estar bastante enojado... sacudí la cabeza, en un intento de alejar de mis pensamientos a Adam, ya había sido suficiente con pasar toda una semana evitando pensar en él.

Después de nuestro "encuentro" me había sentido avergonzada. ¿Por qué había huído así? ni yo misma lograba entenderlo. Pero más bien había sido como si una voz desconocida estuviera allí, en mi cabeza, para recordarme mi promesa...

´Estúpida adolescencia e inestabilidad´

Salí del agua, una vez ya refrescada, y observé el paisaje por última vez, antes de emprender el viaje de regreso. El calor se hacía cada vez peor.

Caído del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora