Capítulo 2: Trabajo práctico

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Ya había pasado más de una semana y Fernán todavía no había vuelto a pisar la escuela. Benjamín no se había animado a contarle a nadie lo que le había hecho aquel día en el baño. Se suponía que había sido una violación, y además una violación de un chico hacia otro chico, motivo por el cual debería recordarlo con asco. Sin embargo, a pesar de que se repetía una y otra vez que a él no le gustaban los chicos, no podía evitar rememorar ese momento con cierta emoción e, incluso, una pequeña iniciativa por repetirlo.

No. De ninguna manera. A Benjamín le gustaba Rocío Figueroa, la había besado varias veces ya desde aquella vez, y estaban a punto de comenzar una relación. Pero, ¿por qué entonces se emocionaba tanto cada vez que iba al baño de su propia escuela?

Le había enviado más de quince mensajes a Fernán en lo que iba de la semana. Quería hablar de lo que había pasado, y principalmente quería saber si seguía enojado por el hecho de que Benjamín había seguido viendo a Rocío a pesar de las amenazas y los castigos que había recibido.

Aunque había pasado años soñando con el momento en el que Rocío se fijara en él, ahora que finalmente había sucedido, cada vez que la besaba se sentía incompleto. Lo que en un principio había sido el beso más increíble de su vida, ahora se llenaba de un gris que teñía todo de monotonía. Era como si le faltara algo... ¿Fernán?

Evidentemente sus amigos notaban que algo raro le sucedía, porque Milton y Julieta no paraban de intentar sacarle información.

—¿Qué te pasa? —preguntó Julieta esa mañana de martes, en clase de Matemática.

—Nada.

—Dale, ¿te pensás que no te conocemos? ¿Qué nos estás ocultando? —insistió Milton, pero Benjamín estaba demasiado estresado como para soportar un interrogatorio, así que se cambió de lugar sin mediar más palabra. De su tradicional asiento en primera fila frente al pizarrón pasó a la fila del fondo, el lugar que Fernán había estado ocupando en soledad durante todo el año.

Sacó su teléfono para enviarle un mensaje más, después de haber recibido únicamente alertas de "Mensaje visto", y su corazón se aceleró cuando vio que la pantalla del chat de Fernán indicaba que éste estaba escribiéndole un mensaje.

"Necesito ponerme al día para hoy a la tarde. Vení ya mismo a mi casa con todos los materiales de la Escuela de Cerámica así hacemos un trabajo práctico juntos que tengo pendiente".

"Estoy en clase, no puedo" contestó Benjamín.

"No me interesa. Vení ya" ordenó Fernán, y le dejó adjunta la dirección de su casa.

¿De verdad esperaba que se escape de la escuela solo para ayudarlo? Benjamín nunca en su vida había roto el reglamento escolar y mucho menos para ir a una zona de la ciudad que no conocía para ayudar a alguien que lo había obligado a practicarle sexo oral.

—¿Desde cuándo te hablás con Fernán? —preguntó Milton.

Benjamín ahogó un grito. Estaba tan concentrado en el teléfono que no lo había visto acercarse.

—¿Me estabas espiando?

—No, lo vi sin querer. Supongo que no le vas a hacer caso, ¿no? Esta es la última clase antes del examen, y Matemática es la materia más difícil de todas. Además, vos nunca te ratearías de clase, sos Benjamín.

—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Te pensás que no soy capaz de romper las reglas por una vez en mi vida?

—No quise decir eso... —comenzó a decir Milton, pero Benjamín no escuchó el resto: sacó su mochila por la ventana asegurándose de que nadie lo vea, pidió permiso a la profesora para ir al baño, y cruzó el pasillo para salir a la calle, asegurándose de que ninguno de los porteros lo estuviera viendo.

El castigo de Benjamín (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora