Capítulo 2

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-¿Alo?
Digo mientras interrumpo la conversación que tenía con mi abuela, mientras tomábamos café. El tomar el café con mi abuela se había hecho un ritual muy propio de nosotras, no importa si eran las diez de la mañana ó la media noche, me dieron a probar café desde muy bebé y siempre fue uno de mis vicios favoritos.
-No sé mae, no tengo mucho dinero. ¿Vos si querés salir?, digo a mi mejor amiga Catherina, al otro lado del teléfono. Esta bien, a las ocho te espero. Termino la llamada y le respondo a mi abuela.
-No tita, no lo extraño.
-Entonces de verdad no lo querías, me dice mientras se ríe.
-No tanto al parecer. -digo entre risas y tomo un sorbo de café. - Me llamo Caty, que quiere que salgamos en la noche.
-Salí un rato, así tal vez se olvide de todo por un rato, eso si se cuida. Me dijo mi abuela, mientras cruzaba la pierna y sostenía una galleta salada en el aire, mojada de café.

La verdad es que había tenido una ruptura hace un mes y medio, y aunque las rupturas suelen ser dolorosas esta había pasado por desapercibida. A mi corta edad ya había tenido algunos romances, más bien muchos romances pasajeros con algunos muchachos y también chicas. Había sido abierta a mi orientación sexual desde muy temprana edad, no sé si mis padres estaban desacuerdo pero nunca dijeron nada sobre el tema y tampoco nunca me lo preguntaron pero era muy obvia con esas cosas. Me la andaba por la vida sin preocuparme de nada, más que estudiar y divertirme, la idea de un matrimonio o vida formal no pasaba por mi cabeza, eso no existía para mí ni en un futuro muy lejano. De pequeña tuve una infancia difícil por el divorcio de mis padres y no quería que nadie repitiera esa historia. La idea de tener algún día hijos se escapaba de mi cabeza aún más cada día, y me convencí de que yo no tenía eso que llaman "don de madre".
A mis diez y ocho años había probado ciertas drogas, tragos y cosas de las cual nunca me arrepentí, por que me enseñaron que no eran lo mío, y aprendí a tener mi carácter para decir no cuando fue necesario, sin embargo la marihuana y la cerveza seguían siendo mis placeres.

Hace un tiempo que salí con Esteban, era un muchacho de unos grandes y hermosos ojos cafés, con el cuál había tenido un tipo de relación amorosa hace un par de meses atrás hasta que al mes y medio de salir, me pidió de forma muy romántica que fuera su novia. Me hizo un vídeo en su computadora portátil con múltiples imágenes de amor bajadas de alguna página cursi, mezclado con fotos de nosotros, al final de su vídeo en la última foto estaba él sosteniendo un cartel que decía "Mery, quieres ser mi novia", al terminar de ver el vídeo el sacó el mismo cartel de la foto y me lo pidió de frente. Yo no estaba segura, pero en el momento y al ver que estaba rodeada de mi familia, dije si.
Solía cometer ese tipo de errores, ilusionar a la gente, haciéndolos creer que yo tenia los mismos sentimientos, pero mi relación más duradera no sobrepaso los diez meses. A pesar de que Esteban me había presentado con su familia, y era muy público en redes sociales que éramos "algo", yo no podía más. El hecho de sentir que le pertenezco a alguien o que debo responder por mis actos, era algo que me ahogaba con sólo el hecho de pensarlo. Así que una tarde, decidí contarle que no estaba preparada, sus ojos se enjugaron de lágrimas y los míos también.
¡Maldición! Tengo que detenerme y dejar de jugar con las personas que me quieren, pero necesito un espacio para mí, había pensado hace ya varios días.
Ya habían pasado dos meses desde la ruptura y mi vida seguía siendo lo mismo día tras día.
Hasta esa noche que acepte salir a un bar con mis viejas amigas del colegio y mi mejor amiga Cat.

Mae: sinónimo de amigo, compañero. Dicho costarricense para referirse a otra persona.

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