El Lamborghini de color negro aparcó delante de la clínica. Lucas se quitó las gafas y miro por la ventanilla. Jugueteó con la foto en sus dedos. Volvió a mirar a la mujer que había en ella. Preciosa. Lucas se acomodo en el asiento de su auto. Un top negro, unas gafas Ray Ban y unos jeans que dejaban a la vista sus buenos muslos. Sandalias de tacón alto y un rubio pelo suelto. Sonrió, era la suficiente explosiva para que los hombres tuvieran que voltear a verla. Algo distrajo su atención. Eran las siete y media de la mañana y alguien abría la clínica. La vio, de espaldas metiendo la llave en el cerrojo del portal. Llevaba una blusa de media manga y una minifalda que llegaba por media cintura. De nuevo las provocativas sandalias negras de tacón. Entró y dejo la puerta abierta.
-Bueno, vamos a ver que aplicada es en su trabajo. -Lucas intento asomarse, vio a Maya terminando unos arreglos en la oficina principal. Se relamió al verla agachada. Hermoso culo. Alguien entró por la puerta.
-Buenos dias preciosa. -Ella se giro y se levantó, analizando quien era. Sonrió.
-Hola Alex. -observó que
llevaba algo en las manos - ¿Y eso? -alzó una ceja.-Es para ti -le alcanzó un ramo de flores enorme.
-No hace falta que me regales nada... -dijo ella fingiendo una sonrisa. Lucas no dejo de observarlos. Sacó un par de fotos con la cámara que le había prestado Snade.
-Así que es cierto que estas con ese criminal, muñeca... -sonrió -la sorpresa que te vas a llevar cuando te diga que es un coleccionador de mujeres muertas. -Se volvió a acomodar en el asiento y siguió observándolos.
-Espero que hoy aceptes la cena... -dijo Alexander acercándose a ella. La intento besar, pero Maya lo rechazó. Lucas soltó una leve carcajada.
-Buena chica. Sigue rechazándolo -sonrió. Una sonrisa limpia y blanca, que haría estremecer a cualquier mujer en solo verla. Agarró su calibre del 38 y lo colocó en su cinturón, camuflado. Alexander la miró apenado.
-¿Que es lo que no te gusta de mi? -dijo abriendo los brazos.
-A ver... -Maya puso los enormes ojos azules, en blanco. -Eres muy atractivo y tendrás a muchas mujeres detrás. Pero a mi,
no-me-gustas. -Alex se le abalanzó. Las alarmas de Lucas se despertaron y se dispuso a salir. Pero lo único que hizo Alex fue besarla. Maya lo forzó a dejarla.-Piensalo, ¿si? -se giró dejándola perpleja. Maya negó con la cabeza y se metió en la clínica de masajista de nuevo.
-Bien... -Lucas miro el reloj. Las ocho. Sintió que alguien entraba en la clínica. Se fijó en quien era. Una mujer, más o menos de la edad de Maya. Castaña, pelo lacio. Iba con una falda apretada negra, dejando ver las piernas. Una blusa blanca, escotada que daba bastante a la imaginación. Lucas volvió a sonreír.
-Vaya con la secretaria, tampoco se queda atrás. -abrió la puerta del coche y salió, cerrando con el mando inalámbrico el precioso Lamborghini.
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