Capítulo 4

33 8 0
                                    

Febrero de 1967

Chris Hindorff era conocido en la pequeña ciudad por ser hijo del apenas millonario alcalde, y aunque se esperaba mucho de él, siempre dejaba algo que desear; claro que la única persona que se atrevía a decir esto era su padre y algunas veces, en el pasado, su difunta madre. A sus diecinueve años, estaba pasando por un etapa de rebelión. Algunos decían que se debía a la pronta muerte de su madre, otras al nerviosismo de ser hijo del alcalde y unas menos que simplemente se trataba de la edad. Sin embargo, él mismo no creía que fuera por ninguna de las razones mencionadas, había comenzado a ser de esa manera, porque así lo quería, no había ninguna otra causa escondida. Y ciertamente, amaba como las cosas eran para él. Amaba el aire que golpeaba su rostro cuando iba a toda velocidad por las calles en su recién adquirida Harley-Davidson, a pesar de la mala calidad con las que eran fabricadas en ese entonces. Le fascinaba su chaqueta de cuero negra y la manera en que todos volteaban a verlo al llegar a un lugar. Le encantaba como las chicas susurraban en los pasillos su nombre. Pero sobretodo, lo que más le tenía embelesado era Candela Collins, aquella chica morena con los cabellos rizados y unos hermosos ojos negros como el regaliz. Incluso, algunas veces, ya avanzada la tarde, Chris se quedaba sentado en las escaleras de la universidad en la que iba, solo por ver pasar la bella figura de Candela, le tenía completamente hechizado el cantoneo de sus caderas al caminar, o la manera en que sus carnosos labios permanecían entreabiertos si se hallaba concentrada. Chris lo sabía todo sobre ella. 

Pero no fue hasta una tarde de febrero del sesenta y siete que se atrevió a hablarle en el Cream and cookies coffee, cafetería en la que la chica trabajaba para cubrir los gastos de su educación. El uniforme de mesera le quedaba como anillo al dedo, se veía radiante, con una enorme sonrisa en el rostro mientras se acercaba a la mesa en donde se encontraba sentado Chris.

—¿Puede ofrecerte algo?— Cuestionó Candela con cortesía y una libreta y pluma en mano, lista para apuntar lo que el chico desease. Y aunque Chris se trataba del chico egocéntrico y seguro de si mismo, no bastó más que escuchar la cantarina y suave voz de la chica para dejarlo sin habla unos segundos. —Si quieres puedo volver más tarde.— Ofreció ella, haciendo un ademán con su pluma, señalando la parte trasera. 

 —Candela Collins.— Saboreó Chris en sus labios, y por la expresión que tuvo aquella, supo que estaba actuando como un completo a acosador, por lo que rápidamente explicó: —Lo siento, vamos en la misma universidad, siento si te asuste. Solo tráeme un expresso, por favor.— Entonces, Candela rió, el tartamudeo del chico no había hecho más que conmoverla. Ella se retiró, a donde se encontraba el chico que servía los cafés. 

Mientras que en su mente, Chris no hacía más que reprocharse lo tonto que había sido. "Idiota, idiota, idiota." Se repetía constantemente, casi de inmediato dirigió su mirada hasta donde Candela, que también lo observaba. Ambos sentían como pasaban los minutos, recorrían sus almas solo con su vista, todo se volvía menos, si el uno estaba para el otro. No podría decir que hubo amor a primera vista, pues ni se amaban, ni era la primera vez que se veían, no obstante, puedo decir que hubo una conexión, una muy fuerte, la cual cruzó sus caminos como ninguno lo hubiera imaginado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 22, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Black eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora