Capitulo III

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                               REFUGIO





Él me miró, desconcertado.

Trepé la berja oxidada. Al otro lado estaba vacio, ni vivos, ni muertos, dificil ver alguien vivo. Animé a mi padre a escalar y le dije lo mismo a Victor, que el pasó de mi cara completamente a si que le deje alli, ya no me importaba lo que hiciese ese gilipollas.
Pasamos al otro lado de la valla. Nos preparábamos por si esas cosas nos sorprendian.
Miramos en cada rincon de las cinco casas y tres tiendas que estaban alli. Las cinco rodeadas de verjas con palos. Nada. Tampoco supimos nada de Víctor. Pero no nos preocupamos, con total seguridad, estaba muerto.
Pudimos encontrar un poco de comida. Mecheros. Cuchillos. Ropa limpia. Mapa. Una mochila
Maxpedition Falcon II (la vi en varias revistas y la reconocí).
Iba vestida con una sudadera verde oscura, y unos pantalones, tipo vaquero pero no.
Una de las tiendas era una zapateria, otra una panadería y la otra una joyeria, por su puesto, no habia ni una joya, pero si una puerta que conducia hacia el sótano, que llebava hacia un lugar que parecia una carcel bastante rara y una puerta, hacia, pocas cosas de supervivencia. Nos harian muchisima falta, cogimos todo lo que pudimos, es decir, todo lo que quedaba tanto, en los estantes mas altos como una caja, de madera y con un candado debajo de una mesa baja. En las esrnterias pudimos encontrar un bate de baseball Cold Steel Brooklyn Smash, pegado a la pared dificil de coger, una linterna táctica de LED Ultrafire, Binoculares Vanguard Endeavor ED, Multi-tool Leatherman Mud, Kit de cuchillos Gerber, tuvimos que subirnos a la caja para poder conseguir todo esto. La gente de aqui se olvido el estnte de arriva. Despues de guardar todo, abrimos la caja con uno de los cuchillos del Kit. Eficacia.
Dentro encontramos una Escopeta Mosberg 500, y un hacha con pico M48 Commando Ranger Hawk.
Estabamos muy bien equipados pero apenas nos llegaba para comer en este lugar varias semanas, a si que tendriamos que quedarnos... aprox... tres o cuatro dias.
Salimos de esa parte. Todavía me preguntaba que había en la zona de la "cárcel".
Todo estaba despejado. Nos acercamos hacia la entrada. No había nadie ni nada. La reforzamos un poco, pero hoy seguiríamos durmiendo con un ojo abierto. Iniciamos un fuego en medio del lugar, pequeño, para que no llamara mucho la atencion, pocos muertos se darian cuenta.
Estuvimos hablando de cuando mi padre era pequeño, siempre llenaba de agua las botas del abuelo. Y le cortaba el pelo a la tia por las noches.
Cuando la noche era totalmente oscura, decidimos ir a una de las casas para dormir, y eso hicimos. Cerramos la valla. Y las puertas la bolqueamos.
Pudimos descansar esa noche. Al dia siguiente hicimos lo mismo. Aseguramos la casa, comimos, vigilamos, exploramos, vigilamos, cenamos, aseguramos la casa y dormimos, pero algo me dijo que desde ese momento, todo daria un vuelco y se pondría cotra nosotros...
A la mañana siguiente, le conte lo que habia supuesto mi mente la noche anterior a mi padre, él, extrañado, me miro a los ojos y me dijo que, aunque estuviesemos juntos, que nunca me despistase, y que siguiese siempre adelante. Raro, pero le crei. Nos aseguramos de que, ni una milesima cosa hubiese cambiado. Nos acercamos a la verja, hablando entre nosotros. No nos dimos cuenta, pero cuando oimos un rugido de un muerto miramos hacia alante. Y un monton de manos huesudas se avalanzaban hacia nosotros, nosotros, asustados, nos avalazamos hacia atrás, cayendonos al suelo. Nos miramos a los ojos y nos ayudamos a levantarnos. Caminamos hacia atrás.
Dimos media vuelta y nos dirigimos hacia la hoguera

-¿Me acompañas a la zapatería?- le dije a mi padre mientras, ponia unos troncos en el fuego. Aun era de dia, pero me gustaba el fuego.
Mi padre asintió, y me acompañó.

Entramos en la zapatería, y me puse a mirar las zapatillas, obvio.

-¿te gusta alguna?- me dijo mi padre
-¿me las vas a comprar?- le dije sarcasticamente
Él solto una carcajada.

Cogí las que me habian gustado, unas converse negras y blancas. Salimos de la zapateria y, al pasar por la joyeria oimos ruidos. Nos acercamos. Los ruidos sonaban cada vez mas cercanos a la "carcel". Cuando nos acercamos, conseguimos ver a un monton de muertos, intentando salir, aunque las barras se los impidieran. Al vernos intentaron atraparnos. Habíamos visto y vivido la misma escena dos veces.
Poco nos habiamos asustado.

-te has asustado- le dije a mi padre.
-¿qué? No ¿por qué dices eso?
-has contestado muy deprisa. Estabas asustado.
-bueno, vale lo admito, pero tu tambien.
-para nada, yo no.
Me miro fijamente a los ojos, con una ceja levantada, -admitelo.
-no.
Carraspeo.
-quizás
-lo sabia- susurró y se fue.

Mas tarde, me fui yo tambien. Comiendome el coco, de cómo habrían llegado alli, qué podría haber dentro, desde cuándo estarian... y... quién los habría dejado alli...

LOS MUERTOS VIVEN, LOS VIVOS MUEREN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora