Jack caminaba por su barrio. Venía de una fiesta que acababa de terminar. Su razón se encontraba enturbiada debido a la enorme cantidad de alcohol y sustancias psicotrópicas que acababa de consumir. Era tan tarde que empezaba a hacerse temprano. Un perro le ladró desde el interior de un zaguán negro. Se sobresaltó e introdujo la mano en su bolsillo, testeando para buscar su navaja. Sentir el metal en su mano le hacía sentirse seguro.
A duras penas lograba distinguir una cosa de otra en su viaje alucinógeno. Percibía todas las sombras como amenazas, y cualquier ruido le incitaba a sacar la navaja y lanzar cuchilladas al aire.
A pesar de que la caminata entre su casa y el lugar de la fiesta no era muy larga, la mezcla de químicos en su sangre estaba dilatando en cierto modo su percepción del espacio, provocando que fuera caminando muy lento y dando pasos muy cortos.Seguía aferrado con fuerza al mango de su navaja, que para ese momento, en su paranoia, ya traía desenfundada y lista para apuñalar a cualquier amenaza.
Del otro lado de la calle, en la acera de enfrente, apreció una figura que corría tambaleándose. Era un hombre bien vestido, de mediana edad. Jack alcanzó a ver una esclava de plata en el brazo del hombre. Por el aspecto de la esclava, y su tamaño, Jack calculó que valdría unos 90 dólares.
Jack conocía su negocio. Se ganaba la vida de una manera poco honesta, pues se dedicaba a despojar a las personas de sus pertenencias y venderlas en el mercado negro. Por eso era tan bueno calculando precios. Y por eso cargaba con una navaja para todas partes.
Jack cruzó la calle para acercarse sigilosamente al hombre, que se había detenido cerca de un poste. Al parecer no lo había visto, y por su forma de caminar, quizá estaba ebrio. Esos dos factores le facilitarían mucho el trabajo a Jack.Cruzó la calle sigilosamente (al menos con todo el sigilo que le permitía su intoxicación). Se acercó al hombre por detrás y con una mano le tapó la boca mientras lo amagaba con el cuchillo en su otra mano.
-No vayas a hacer una pendejada, o te pico, cabrón -le susurró al hombre- dame tu pulserita, y todo el dinero que traigas...
El hombre empezó a respirar muy rápido, mientras se quitaba la pulsera. La tiró al suelo y sacó su cartera.
-Sólo dame el dinero -le dijo Jack- tus identificaciones te las puedes quedar.
El hombre sacó el dinero de la cartera y lo tiró al suelo. Jack le dió un empujón y le dijo que se fuera.
El hombre volteó y lo miró durante unos segundos. Jack creyó ver un destello rojo en la pupila del sujeto. Entonces el hombre empezó a gritar.-¡Están en todos lados! ¡Ayudame! ¡AAARGHH!
En ese momento se echó a correr, sin parar de gritar. Jack se desesperó, si alguien escuchaba al tipo, sin duda iban a salir, alguien podría llamar a la policía, y lo que menos quería era que lo capturaran.
Quizá envalentonado por todas las porquerías que se había metido en la fiesta, o quizá en la paranoia causada por esas mismas sustancias, tomó una terrible decisión. Corrió detrás del hombre, que no paraba de gritar, y cuando lo alcanzó, le enterró el cuchillo, ahogando sus gritos al instante. Con lo poco que le quedaba de voz, y ahogándose en su propia sangre, el tipo seguía mascullando cosas ininteligibles.-Ten... Cuida... C... El... Ante... Ellos... Dej... Paz... Sie... Tado... Allí.. - Abrió mucho los ojos - Argh... gagh...
Finalmente el hombre dejó de respirar. Jack estaba dispuesto a irse corriendo, pero recordó el destello rojo en el ojo del hombre. Lo había visto antes, en uno de esos comerciales que promocionaban los nuevos implantes inteligentes. Y si lo de los comerciales era cierto, el destello rojo era que le habían tomado una maldita fotografía. Si Jack dejaba el implante intacto, lo iban a agarrar. Además esas cosas valían una fortuna. Sin pensarlo dos veces, puesto que su racionalidad estaba totalmente opacada por la plétora de sustancias que había consumido, le sacó los ojos al cadáver. Los apachurró hasta que los trozos de implante saltaron hacia afuera. Limpió los implantes en la ropa del hombre al que acababa de apuñalar, y se los metió a la bolsa. Corrió a su casa tan rápido como pudo.
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Lo Que He Visto
HorrorSi empiezas a ver cosas, que por cordura ningún ser humano debería ver ¿Volverias a ser el mismo? Los implantes oculares inteligentes han llegado al mundo. Sin embargo, el precio es elevado, y no están al alcance de todos. Un día a Joseph se le pres...