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No estaba muerto. Eso era lo único evidente cuando desperté. Lo sabía por el dolor punzante en mi pierna, y por el aroma a hospital que me rodeaba. Estaba tratando de recordar por qué me encontraba ahí, y por qué me dolía tanto la pierna. Era un dolor extraño, como si se sintiera adentro de mi rodilla y no algo superficial. Debía ser eso.

Me moví un poco. Sentí cómo la sábana con la que estaba tapado rozaba con las puntas de los dedos de uno de mis pies. UNO solo de mis pies... Un escalofrío recorrió mi cuerpo, recordé lo último que escuché antes de desmayarme: "Amputar". Esa única palabra bastó para atemorizarme lo suficiente como para no querer mirar debajo de la sábana, para no intentar mover mis piernas. No podía ser, de seguro algo había sucedido, una técnica nueva y milagrosa, o algo... Algo... Pensé en Dios por primera vez en mi vida. Escuché una alarma, al parecer se habían alterado mis signos vitales o algo por el estilo, porque entró un médico casi corriendo.

-Hola Joseph -Me dijo el médico- Realmente lo lamento, tu pierna se estaba necrosando a un ritmo muy acelerado, no pudimos salvar nada debajo de tu rodilla.

Hasta ese momento yo había estado esperando que todo fuera un error, o un mal sueño, pero no. Tomé valor para destaparme y ver. Ahí donde había estado mi pierna: nada, espacio vacío.

-Ya avisamos a tu madre y a tu amiga que acabas de despertar. -Continuó el galeno- Ya están al tanto de la situación de tu pierna, pero alguien más viene a hacerte algunas preguntas antes de que las dejemos entrar.

-¿Alguien? -Pregunté, casi instintivamente- ¿Quién?

-Lo que tenías en ese pie es algo totalmente inusual y nuevo, algo que nunca habíamos visto. Las autoridades sanitarias exigen que en estos casos se realice una investigación exhaustiva y se llegue a la fuente de la infección. En este momento, muestras de tu tejido (tanto el de la pierna, como tu tejido sano) están siendo analizadas por ellos. Pero necesitan tu testimonio, para encontrar la fuente de eso que provocó que tuvieramos que amputar tu pierna, y así evitar tener que amputar a...

La puerta se abrió, e ingresó una mujer aproximadamente en sus treintas, de porte muy formal, complexión ligeramente robusta, y tez morena. Su voz era como un relámpago, clara y muy estridente.

-¿Señor Joseph Walbert Occam?

-Sí

-Es  un gusto conocerlo, a pesar de las desafortunadas circunstancias que me obligan a estar aquí en este momento, mi nombre es Joanna Escobedo, vengo del Centro de Regulación Sanitaria. -Se presentó de una manera muy seca, y formal, hasta me dió un poco de miedo- Puede decirme Joanna, ¿Usted cómo prefiere, Joseph, o Walbert?

-Pff, Walbert ni de broma, Joseph tampoco me encanta, todos me dicen Jos.

-Excelente, Jos, vamos a empezar entonces.

Acto seguido, Joanna tomó una silla y se sentó junto a mi camilla. Sacó su smartphone e hizo algunas acciones en el mismo, antes de colocarlo en la mesita al lado. 

-Mi implante óptico está grabando esta conversación, ¿tiene algún problema con ello?

El horrible brillo rojo que desprendía el implante al filmar hacía difícil mantener contacto visual con ella.

-En absoluto.

-Bien, por favor, cuénteme qué es lo que ocurrió.

Yo no sabía por donde empezar. Estaba bastante seguro de que si le contaba la verdad, no me iba a creer ni una sola palabra. Estas criaturas que veía por todos lados gracias al implante, las cosas horribles que el mismo implante escuchaba y subtitulaba para mi, y por supuesto, "la chingadera", esa masa asquerosa que me había hecho esto. No sabía si contarle que tenía el implante, después de todo era ilegal, y tendría que meter en esto a Verso, que ninguna culpa tenía, y a Mark.

Después de ponderarlo por un largo rato, decidí ser sincero.

-Todo comenzó hace algunos meses, conseguí uno de esos -mientras yo le señalaba su ojo- y me lo instalé. Todo iba bien, esas cosas funcionan de maravilla. Tras algunos días empezaron a suceder cosas extrañas, cosas que normalmente veía de reojo, las empecé a enfocar con el implante, y bueno... no son cosas bonitas, tuve algunas visiones...

-Cuénteme más sobre estas visiones.

-Pues, normalmente veo criaturas, cosas negras que se mueven por las paredes, o que se arrastran... se estiran y tienen colmillos por todas partes. Normalmente esas cosas no hacen nada, solo se quedan ahí, siendo asquerosas, aunque en una ocasión, en una iglesia...

La mujer me miraba atentamente sin mostrar emoción alguna. Solo parecía pensativa, concentrada. Me detuve sintiéndome apenado, tal vez yo de verdad estaba loco.

-Sé que suena descabellado, pero...

-No, no, al contrario, esto me suena muy familiar

-¿Qué?

-Verás muchacho, hace casi un año, leí sobre un caso de una secta que terminó en tragedia. Mucho de lo que creían quedó registrado en su blog, en una página de la deep web. Aseguraban haber hecho un ritual a sus implantes, que les permitía ver el mal que vivía entre nosotros día a día, esperando a despertar y adueñarse de todo.

-Espere... ¿y qué sucedió con ellos?

-Según la última entrada del blog, habían hecho algo para  enfurecer al "Dios oscuro", y este les hizo presenciar algo tan horrible que enloquecieron. Todos se extrajeron los implantes, los destruyeron, y se suicidaron.

-Y... ¿Todos los miembros del culto se suicidaron?

-No se sabe, el caso se cerró y se descartó, pero tengo dos teorías. La primera es que quizá perteneces a ese culto y estás en peligro de suicidarte o hacer algo estúpido, o uno de los implantes sobrevivió y terminó en tu ojo a través del mercado negro, lo que te haría estar en un problema legal.

Eso sonaba muy serio. Todo cobraba sentido, si era verdad lo del ritual, lo de los suicidios, estaba yo portando una pieza de tecnología maldita en mi ojo. Y peor aún, ahora estaba en problemas legales.

-Ahora... para creer la segunda teoría, tendría que creer las estupideces que decían los cultistas, y asumir que estas visiones que me mencionas son reales. En cambio para creer la primera, solo tendría que remitirte a solicitar ayuda psicológica. Y la verdad pareces un buen chico, pero en fin, no es mi jurisdicción, solo quiero saber lo que te pasó en la pierna, y no sé qué tienen que ver estas visiones.

-Se que no me cree, pero no pertenezco ni había escuchado sobre este culto del que me habla, pero le puedo asegurar que esas cosas son reales. Las veo todos los días, todo el día -cada palabra me salía con más desesperación que la anterior- Al principio no hacían nada, solo las veía acercarse a la gente, solo leía las transcripciones de sus palabras en un idioma desconocido. Pero hace poco... una de esas cosas le hizo esto a mi pierna. Se que suena loco, irracional y lo que usted quiera, pero es la verdad.

-Chico... lo que me dices no ayuda mucho, según tu archivo eres un consumidor regular de marihuana, y probablemente de otras drogas.

-Señora, por favor créame -dije con lágrimas en los ojos- ese día solo me levanté y pisé una de esas cosas, a medio día había perdido mi dedo meñique... y bueno... míreme ahora, usted misma dijo que están haciendo pruebas patológicas de mi tejido... no van a encontrar nada... ¡lo que lo hizo no es de este mundo! ¡por favor!

-No puedo creer nada de esto sin pruebas. Creo que esto será todo por el momento. Regresaré si encontramos algo, para informarte lo que realmente le haya sucedido a tu pierna.

El brillo rojo desapareció de su ojo. Se levantó de su asiento y se acercó a mi. Me susurró:

-Sé que no mientes chico, pero no le digas nada de esto a la agente Escobedo.

Me dió una tarjeta y salió por la puerta.

La tarjeta era negra, totalmente negra. Se trazó una linea blanca en medio de la tarjeta y de ella se formó un hueco que ocultaba dientes, filas interminables de colmillos. Se formó una sonrisa y de inmediato escuché la carcajada más aterradora que recuerdo. Después de eso la tarjeta se desintegró. Pude apreciar de reojo que en cada esquina de mi habitación se abrían ojos enfocados hacia mi. 

Cerré los ojos y traté de dormir. No lo conseguí en absoluto.


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⏰ Última actualización: Oct 20, 2019 ⏰

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