Uno

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La luz solar que se colaba por su ventana hacía quemar sus ojos.


Los apretó con fuerza, tratando de así poder volver dormir sin éxito alguno.


Frustrada, tapó su rostro con la almohada, liberando un gemido de satisfacción al poder bloquear eso que tanto le molestaba.


La alarma de su celular sonó.


Un gruñido de molestia dejó sus labios, escuchándose por toda la habitación. Levantándose y tomando el aparato en manos, apagó la alarma y se dirigió al baño para poder despertarse a causa de una ducha caliente.


Y es que no es nada placentero el tener que levantarse temprano para ir al colegio. O como ella le decía, la casa de los estúpidos.


Y es que ella no los aguanta, porque hablan mal de ella al ser buena estudiante y saber hablar casi cinco idiomas.


Pero no es culpa de ella que su madre le haya rogado para aprender idiomas, para poder tener más oportunidades de trabajo, cosa que ella no tuvo. Porque ella sabe que su madre quiere lo mejor para ella y quiere brindarle una vida a la cuál ella nunca pudo ingresar al provenir de familia pobre. Porque ella sabe que lo que hace está bien.


Porque ella ama a su madre.


Porque a ella no le importa lo que esos idiotas piensen o digan sobre ella. Pero no pueden hablar mal de su madre.


O ese padre que abandonó a su madre cuando se enteró de que estaba esperándola a ella.


Porque eso no sería bueno para nadie. Porque ella no se haría cargo si alguno de esos idiotas termina en el hospital con un hueso fracturado. Porque ella sabe defender las cosas en donde los demás no deben meter sus narices.


-"Sólo son idiotas, no me preocuparé por ellos."- pensó mientras se vestía  con ese uniforme estúpido que le hacían poner.- "Odio el uniforme, los niños ricos se creen mucho por llevarlo puesto. Sus padres sí pueden pagarlos y pagar todas sus cosas del colegio. Los odio tanto."-  pensó mientras se ataba el cabello en una trenza de lado, se miraba al espejo y salía por la puerta del frente de su apartamento, caminando en dirección a esa casa de idiotas.


Hoy sólo era un día normal.


Hoy sólo era un día común.


Hoy sólo... No se esperó encontrar a ese niño de sonrisa de conejo sentado a su lado, hablándole como si se conocieran de hace años después de que entraron en confianza.


Tampoco esperó que en ningún momento de la conversación se aburriese y lo hiciese callar, empezando a tratarlo mal antes de que él lo haga.


Tampoco esperó sonreír en ese circo al que le llaman escuela.


Light Me,   JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora