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Julianne Ryder miró la fachada del restaurante y forzó una sonrisa apartando un mechón rubio de la cara. El nuevo corte de pelo por la nuca,haría que esos días le sacaran un montón de fotos. 

—Ahí los tiene, señorita. — dijo el chófer divertido. 

—Es parte del trabajo, Jim. 

Su chofer desde hacía tres años, la miró sonriendo—No sé cómo lo soporta. Que siempre estén pendientes de usted. 

—Es acostumbrarse. Mi madre era famosa y me han sacado fotos toda la vida. — miró su reloj de oro, que le había regalado una gran firma y le dijo mirándolo con sus ojos verde esmeralda— En hora y media pasa a buscarme. Tengo una sesión... 

—En el Soho, lo sé. Lori me pone al día todas las mañanas.Puso los ojos en blanco al hablar de su agente, que era una auténtica tirana y se echó a reír sin poder evitarlo— Te ha enviado el horario al móvil, ¿verdad? 

—Puntualmente a las seis y media de la mañana. 

Riendo salió del coche y varios paparazzi se acercaron sacándole fotos — ¿Es cierto que estás saliendo con Will Tarner? 

Se detuvo asombrada mirando a Carlos, uno de los fotógrafos que la conocía de toda la vida— ¿Pero qué dices? ¿Con un jugador de baloncesto? Por Dios, si mido uno sesenta y cinco. Las fotos quedarían fatal. 

Los chicos se echaron a reír y ella les guiñó un ojo entrando en el restaurante y buscó con la mirada a su amiga Debra, que se suponía que estaba esperándola. El maître se acercó a toda prisa— Señorita Ryder, es un placer tenerla de nuevo con nosotros. 

Menudo pelota, pero aun así forzó una sonrisa— Gracias. ¿Ha llegado mi acompañante? 

—Me temo que todavía no. 

Qué extraño. Debra siempre era muy puntual —Muy bien, ¿y mi mesa? — preguntó al ver que el hombre se la quedaba mirando como un tonto. 

—Oh, sí. Por aquí. 

Julianne le siguió hacia una mesa. Al ver el traje gris y el pelo moreno de Dan Feldman sonrió divertida, porque al lado de su mesa comía su presa favorita. Ignorando al maître, se acercó a él por detrás y letapó los ojos con las manos, sorprendiendo al tipo que tenía delante.Juguetona se acercó a su oído y susurró— ¿Adivina quién soy, guapo? 

—Ya he visto los paparazzi en la puerta, Anne. Sabía que llegarías en cualquier momento. — respondió el irónico sujetando sus manos y apartándolas como si no quisiera que le tocara. Julianne disimuló su disgusto por su trato. Siempre era borde con ella. Y cuanto más lo era, ella más le fastidiaba comportándose como una diva. 

— ¿Y cómo sabías que estaban ahí por mí? En esta ciudad hay muchos famosos. —Julianne puso morritos mirando sus ojos azules—Cariño, ¿no me vas a presentar? 

El hombre se había levantado como si fuera de la realeza mirándola embobado. Debía tener la edad de su padre y ella sonrió encantadoramente— Julianne Ryder. 

—Es un honor. — dijo el hombre sonriendo mientras le cogía la mano y se la besaba como si estuvieran en el siglo dieciocho— Milton Browning. 

—Oh, señor Browning. Mi padre me ha hablado mucho de usted. —le guiñó un ojo — Me ha dicho que tiene un drive impresionante. 

El hombre se sonrojó encantado— Greg siempre tan amable. 

—Un día tenemos que echar un partido. — dijo divertida mirando a Dan que ni se había molestado en levantarse de la mesa — ¿Verdad Dan querido, que soy buena jugadora? 

Te avergüenzas de mí - Sophie Saint RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora