C I N C O

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Tumbada bajo la sombrilla se quedó dormida con su libro sobre su pecho. Su piel brillaba por la crema que se había echado y estaba preciosa con su bikini dorado sobre la tumbona blanca. 

Un movimiento del barco la despertó y al abrir los ojos vio que alguien había movido la sombrilla de posición para que el fuerte sol no la quemara. Suspiró llevándose las manos a la cabeza para apartar su pelo. No había sido buena idea cortárselo tanto, porque ahora no podía recogérselo como le gustaba. Se sentó en la tumbona mirando a su alrededor y decidió darse un baño para despejarse.

Bajó a la pasarela que estaba a la altura del agua y se tiró de cabeza. Al salir a la superficie se sobresaltó al ver a Dan ante ella. Sin darse cuenta se quedó mirando sus pestañas negras húmedas por el agua y avergonzada por habérsele quedado mirando, se volvió para salir. 

—Espera. 

—Me estoy alejando. ¿No era lo que querías? — fue hasta la escalerilla, pero él nado hacia ella cogiéndola por el pie. Como no se lo esperaba se hundió — ¿Qué haces? — preguntó enfadándose porque quería salir de allí cuanto antes mejor.

Dan hizo una mueca soltando su tobillo— Quería disculparme. 

— ¿Por qué? 

—Ayer me pase. —Julianne desvió los ojos para que no viera lo dolida que estaba — No tenía derecho a decirte esas cosas, sobre todo porque lo que me dijiste es verdad.

Julianne perdió el aliento y le miró a los ojos— ¿El qué es verdad?

Sonrió con ironía— ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué eres preciosa y que me muero por hacerte el amor? — el corazón de Julianne saltó al escucharle— Pero eso no va a pasar. Ya es hora de que forme una familia y Meredith es perfecta. No pienso fastidiarlo por tener un lío contigo.

Esas palabras la tensaron— Claro, porque conmigo no puedes formar una familia. —dijo con desprecio.

— ¿Vas a dejar de salir en la prensa? ¿Vas a dejar de ir en discoteca en discoteca? — preguntó furioso — ¿Vas a renunciar a ser imagen de perfumes o cremas o todas esas cientos de cosas que promocionas?

— ¿Estás loco? ¿Por qué iba a dejar de hacer esas cosas? Me pagan muy bien por mi trabajo, ¿sabes?

— ¿Eso es un trabajo? ¡Toda tu vida está expuesta! — le gritó a la cara— ¡Desde si te cambias de casa, hasta el pintalabios que usas y tú lo fomentas en las redes sociales! ¡Te encanta ser el centro de atención!

— ¡No voy a cambiar como soy porque tú no me aceptes!

—Entonces me estás dando la razón.

Julianne apretó los labios antes de girarse y nadar hasta el barco. Cuando sujetó la escalerilla Dan se puso tras ella pegándose a su espalda. Sus respiraciones se alteraron al sentir sus pieles unidas y Julianne cerró los ojos. La mano de Dan al lado de la suya en la escalerilla apretó los nudillos alrededor del cilindro de acero.

— Anne...tienes que dejarlo. — susurró contra su cuello estremeciéndola.

—No puedo. — respondió en voz baja disfrutando de su contacto que era una auténtica tortura y sus ojos se llenaron de lágrimas —No lo dejaré nunca.

Notó cómo él se tensaba tras ella y se alejaba lentamente. Julianne volvió la cabeza para verle nadar en dirección contraria. Sólo una vez en su vida sintió un dolor igual y fue con la muerte de su madre. Salió del agua a toda prisa y fue hasta su habitación después de recoger sus cosas.

Te avergüenzas de mí - Sophie Saint RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora