Carta IV

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Te he visto.

Pero no de la manera en que siempre digo que lo hago. Literalmente te he visto. Te encontrabas en los pasillos de la escuela, en su momento mas solitario. No estabas rodiado de tu usual grupo de amigos. Te encontrabas sentado contra una pared, tenias tus rodillas levantas, así podrías apoyar tu cabeza en ellas y tus brazos estaba cubriéndote, como si quisieras desaparecer. Pero aquello, no ha podido ocultar como tus hombros subían espasmosamente, provocada por un llanto. Había pensado en acercarme y preguntarte casualmente que te sucedía. Pero estaba asustada. Tenía miedo que me reconocieras, que sepas que soy yo la escritora de aquellas cartas que recibías.

Tenía, y sigo teniendo, la constante pregunta de que ha sucedido.

¿A caso tu padre te ha amenazado?

¿O mis cartas fueron suficientes para ti?

Realmente, si ha sido la ultima, no fue mi intención ponerte así. Trato de ser lo mas sincera, en especial contigo. En estas hojas de papel manchadas de tinta, intento decirte todo las palabras que te diría si estuviera a tu lado, si fuera tu amiga o simplemente alguien con quien hablas.

Eres mi única esperanza. Porque... si no lo he podido contigo y tampoco conmigo ¿Qué clase de persona seria? Una inservible, la cual no puede ayudar ni al chico que le llama su atención con sus problemas. Y como te he dicho antes, un desperdicio de aire, el cual otros necesitan, y espacio, para aquellos que no tienen donde ir.

Te he elegido a tí para salvarme. Para sacarme de este circulo continuo de sufrimiento llamada vida. De mi asquerosa y horrorosa realidad. Necesito, no espera, suplico que me ayudes. No le he pedido esto a nadie, porque el simple hecho de que no tengo a ninguna persona. Trato de no encariñarme con la gente, para después no tener que desgarrarme la garganta en lamentos una vez que se vayan. Una vez que sepan el monstruo que soy. Pero de alguna manera, tú, el chico que nunca se ha parado a observarme, has sido el único por el que he tirado mis paredes, las únicas que me protegían. Tanto de todos como de mí misma. Siento que cuando me rechaces, seria como una bala directo al corazón. Porque sin hablar directamente contigo, me has ganado. Y no hizo falta tu encantadora sonrisa, ni tus graciosos chistes o tu dulce voz. Han sido tus sinceros ojos cielo por los que me he entregado totalmente. La trasparencia en ellos directo a tu alma ha sido algo que me dejo anonada en el primer momento en el que te vi. Fueron ellos a los que observaba sin cesar, no tu físico, o tu posición social. ¿Conoces la frase "los ojos son la puerta al alma"? pues los tuyos comprueban que son verdad. Te he visto, tanto de lejos como de cerca, y he logrado ver las lunas negras debajo de tus ojos. Estas cansado. Y como no estarlo. Pero solo date un tiempo y mira a tu alrededor con detenida atención. Porque sin darte cuenta me veras, me diferenciaras porque mi mirada no ser como los demás. Alegres, soñadores, enamorados... No, mis ojos serán el reflejo de la tormenta en mi interior.


Cartas a Elliot (True Colors 1#) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora