Un día de trabajo fuera de lo normal.

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Mi trabajo es ser repositora en un supermercado. Me parece un genial trabajo hasta que me pueda recibir de Hotelería. Quiero ir a un lugar hermoso como Dubái, el Caribe, o donde pueda atender y dar excursiones como en Roma. No tengo muchos lugares por el idioma, pero Inglés e Italiano me irán abriendo camino, en conjunto Portugués y francés si mejoro la pronunciación. Me gusta mucho mi trabajo actual, siempre uno acomoda los diferentes productos y a veces viene gente y te necesita para hallar algo. No los culpo, todo el tiempo se modifican los pasillos. Todo iba bien, en mis recreos me juntaba con las chicas cajeras y algunos repositores. Contamos y debatimos temas que nos interesen, se pasa buena tarde en ello. Sin embargo, hay que volver a la tarea y de eso se encarga nuestro jefe que nos avisa que no nos pasemos de tiempo. Su exigencia no la notamos cuando estamos juntos porque nos sentimos muy unidos y con problemas, pero me hacen olvidar de ello.Espero ellos también sientan lo mismo.

Cuando pasa la tarde, ya vamos dando una limpieza a los pasillos, llevo a la señora más ancianita al cajero para que no se quede encerrada en el super (siempre me rio de esa idea). Con el último cliente atendido, mis compañeras terminan sus cajas y le entregan a nuestro encargado. Por fin es hora de volver a casa. voy a donde dejo mis cosas sacándome el delantal. Es un mini almacén que esta pasando la cortina de hule, las personas no se imaginan lo bonito que es allì. En lo más concentrada de dejar todo ordenado para mañana, oigo un ruido y empiezo a hablar como si estuviese entrando un compañero, pero una mano negra me tapa la boca y con la otra mano, me sostiene ambas muñecas tan rápidamente, que me desorientó(¿cuándo las pudo llevar hacia atrás?). En segundos, empujó mi cuerpo al suelo y siento como me coloca con rapidez unas prensillas de plástico y me deja con una cinta en la boca. Atorada en el suelo, solo veía el pasillo y peleaba por poder zafar de mis ataduras. En un momento escucho tiros y veo en una esquina que transporta cajas muy grandes, un cabello rubio en el suelo y un charco de sangre formándose. De tanta desesperación lucho gritando con desesperación sin lograr algo. Entonces, en un pispe, los ladrones pasan por frente a mi vista, vestidos de negro y con la bolsa de recaudación. Pasan 3, el que me ato y me dejo en el suelo, el segundo llevaba otra bolsa no sé porqué si no era un banco y lo acompañaba otro que iba agachado apuntando y cuidando la espalda. Una vez que pasaron, me revolqué en el suelo gritando y tratando de zafar hasta que empecé a recordar cómo hacen en la televisión los contorsionistas de los sábados especiales. Para mi sorpresa, mi contextura delgada sirvió de mucha ayuda para pasar mis brazos por mis piernas acomodarme para sacar la cinta y levantarme.

Por fin apoyada con cuidado que no me vean en el marco de la puerta, observo que todos estaban agachados en el suelo, y ninguno quiso hacerse el héroe. Los custodiaban dos con armas y totalmente encapuchados. Uno tenía un revolver, pero otro tenía una gran arma de varios cañones de esas que giran y disparan como ¡ametralladora!, porqué tanto armamento?. Seguía sin entender por qué venían a un supermercado tan armados como para llevar una caja fuerte del tamaño de un carrito.

Por mi curiosidad y mi distracción de que no me vean los que custodiaban a mis compañeros, una lata golpeó muy duro mi cabeza he hiso que gritara del dolor .Sin mucha espera, una ráfaga de tiros rosaron en la pared en la que me recostaba. Solo le dieron a la pared y pude agacharme del dolor de la lata. Ya me habían visto y uno de esos ladrones mando al otro para ver que estaba haciendo. Cuando mi visión se hiso mejor en vez de formas, pude ver a un hombre con casco de motociclista y campera de cuero negro que me hacía señas de que me tirara al piso. Nose si por el dolor o que, decidí hacerle caso y me volqué. Justo a tiempo, vino uno de los ladrones a verme y decidió patearme la mano para ver mi grado de inconciencia. Se lo creyó y vio la lata abollada en el suelo. Decidió ir por donde vino la misma y se alejó con su revolver apuntando. Pude espiar que dio señas a su compañero y dobló en un pasillo donde se había asomado el motociclista.

La ladrona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora