Fin del Hospital.

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Han pasado tres días. Si bien la bala pasó limpio por mi hombro sin tocarme algo vital. Fue necesario estar en observación para que ni una infección tome riesgo mi herida.

Para mi tranquilidad, mi doctor era normal en comparación a María y Ana. Se llamaba Alejandro...no puedo asociar mucho salvo que son nombres antiguos. Cuando entró a la habitación para verme la primera mañana en el hospital, pude ver un par de ojos celestes mirando una planilla con papeles que los tenía levantados con una mano. Su delantal era blanco como se esperaría de un médico, llevaba camisa celeste y una corbata algo oscura. Su cabello era negro bien peinado con cejas algo tupidas del mismo color. Para resaltar todos sus destacables atributos, pude ver en su rostro y manos la blanca piel que parecía ser un manto de felpa crema en sus carnes. Cuando poso sus ojos en mí y María que me estaba ayudando a acomodarme en la cama para sentarme. Se paró.

Doctor_ Mucho gusto señorita... (Miro de nuevo la planilla), Sophía.

Sophía_ El gusto es mío doctor.

Cuando volvió a mirarme con esos ojos de otro mundo, pude sentir que me estaba sonrojando. Me pareció muy hermoso...y para ser doctor que podría bien tener unos 40 años...era muy hermoso.

Doctor_ Me llamo Alejandro, y estuve viendo tus radiografías (miraba la planilla y de nuevo a mis ojos). Con tu suerte no has tenido daño en huesos o músculos, solo que con la suciedad del lugar y el traumatismo, tus defensas están bajas. Te tendrás que quedar en el hospital en observación hasta que te recuperes.

Sus últimas palabras me desencantaron de su mirada atrapante.

Sophía_ ¿Más tiempo? (no quise sonar quisquillosa pero...),ejem...Creo que no es necesario tantos cuidados. Tomaré todos los días los antibióticos Doctor.

Sus ojos me miraron aún más fijo y escrudiñaron mi cara por lo que había dicho. Una gota de sudor cruzo el costado de mi rostro y eso me sorprendió, como también a él, en un segundo sus ojos parecieron darse cuenta de algo.

Doctor_ Lo siento, no te daré el alta. Tu condición no la apruebo y es por tu bien. Debes recuperarte por completo, no hará más fácil tus responsabilidades tambalear por ahí con el hombro débil y tu cuerpo también.

Cuando iba a tratar de responder...me sentí cansada y tibia. María toco mi frente y rápidamente me recostó con cuidado y bajando la cama hasta quedar horizontal. El doctor también se acercó a verme, abrió uno de mis ojos y me paso aquella linterna que me hiso parpadear y luego apoyó su palma en mi frente, era tan fresca. Libere una exhalación por aquel gustito de sus manos. No eran tibias como las de María. Pero si grandes y largas.

Doctor_ María agréga un cuarto más del antibiótico.

María_ Si doctor.

Doctor_ Lo siento (dijo mirándome un poco más cerca sin alejar su mano de mi frente). Te vamos a cuidar y en poco tiempo te iras.

Solo asentí y retiro su mano de mi frente que me daban tranquilidad.

Fue a María a decirle un par de cosas mientras caminaba hacia la puerta. No pude entender muy bien que decía. María le contestaba, pero también muy bajo. Entonces dormí profundamente sin sueños esta vez y gracias. Los últimos días no he soñado porque creo que la monotonía del lugar me había relajado. También sospecho que el presupuesto de mi cerebro en cuanto a pesadilla y sueños se había agotado hasta el próximo mes.

Los días trascurrieron simples, de mañana y tarde me venía a observar y a veces a revisar mis herida el doctor. Una vez trato de inspeccionar mi herida en mi hora de curación. Me enrojecí demasiado y me subió la fiebre. Él se sorprendió un poco, no lo volvió a hacer. Agradezco su simple cordura, me parece alguien hermoso, pero demasiado frio. María me ha dicho que no es tan mala persona como impresiona al principio. Es un buen doctor que se auto exige mucho para sus pacientes. No le creí mucho, porque no conocí a ningún doctor que posea esa vieja ética aún. Sin embargo es una de mis distracciones pensar, para no caer en los recuerdos y salir corriendo. Simples días, pero no sencillos.

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⏰ Última actualización: May 10, 2016 ⏰

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