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Nadie había visto a Remus la semana pasada aparte de James, Sirius y Peter. No asistía a sus clases, algo muy extraño viniendo de su parte y lo que significaba que James y Sirius comenzaban a luchar porque no tenían a nadie que escribiera sus notas.
Mi mayor problema fue Remus. No es que Remus fuera un problema porque no lo era, Remus era todo menos un problema. Sólo estaba preocupada por él. Los chicos no parecían tan preocupados y seguían diciendo "él va a estar bien, él probablemente sólo tiene una mala semana, sólo necesita un poco de espacio". Tal vez eso era justo lo que necesitaba, pero todavía estaba preocupada. ¿Y si hubiera algo más que andaba mal? Quiero decir ... estabamos en medio de una guerra. Mi mente seguía corriendo, con todos esos locos pensamientos que me mantenían en pie. Durante la última semana, yo había sido así y cada día empeoraba.
Una semana y un día sin ver a Remus había pasado y me estaba volviendo loca lentamente. No poder ver a Remus era difícil y me era difícil manejarlo. Había rogado a James y a Sirius que me dejaran entrar, pero no me hacían caso. Necesitaba saber qué había de malo.
—¡Por favor, Sirius! Necesito verlo. ¿No entiendes? No he dormido en la última semana porque estoy preocupado por él! Y ustedes ni siquiera me dicen algo, así que por favor déjame verlo! ¡Lo necesito! Gracias.
—¡Jane, detente! No puedo dejarte entrar, lo siento.
—No, Sirius. ¡Tienes que dejarme entrar, necesito verlo, por favor! -en ese momento mis ojos se habían llenado de lágrimas que se deslizaban rápidamente por mi mejilla y en mi boca. Todo lo que pude probar fue la sal de mis lágrimas y la sangre de mis labios agrietados. Mi visión estaba borrosa debido a mis lágrimas y mi respiración se había volvido irregular.
—Jane, respira, ¿bien? Jane, tienes que calmarte, ¿de acuerdo? Necesito que respires, sólo cálmate —Sirius estaba haciendo todo lo posible, realmente lo hacía. Le dolía ver a uno de sus mejores amigas tan desconsolada, cuando podía evitarlo, sólo abriendo la puerta y dejándola ver a Remus. El único problema era que Remus le había ordenado que no la dejara entrar—. Jane, lo siento mucho. No puedo dejarte entrar. Quiero hacerlo, realmente lo hago. Pero no puedo...
—¿Quieres, pero no puedes? ¿Eso es lo que es? ¿Él tedijo que no me dejaras entrar? ¿Lo hizo? ¿Él Sirius? —todavía podía saborear la sal en mi boca pero no había ninguna nueva lágrima cayendo de mis ojos inyectados en sangre. Era una locura lo rápido que el estado de ánimo de una persona puede cambiar. Pasando de triste a loca.
—¡Contéstame, Sirius! ¿Lo hizo? ¿Es porque quiere romper conmigo? ¡Por favor, no me digas que es porque él va a romper conmigo! Por favor, no me digas que es porque ...
—No es eso, Jane, lo prometo. No puedo soportar verte así , quiero que seas el feliz Jane, que siempre sonrias, que seas la Jane que soporta todos mis horribles chistes y me obliga a hacer mi tarea. Quiero ver a esa Jane, porque me gusta mucho más que esta versión, a pesar de que me hace hacer la tarea. Quiero a la Jane alegre de vuelta.
