In my head

Bola mágica

    La ansiedad, el miedo, las dudas. Resultados del pensar de más, pensar más de lo necesario, más de lo que la cabeza aguanta. Odio todo eso, odio agobiarme y sentir que no puedo solucionarlo todo ya, odio sentirme mal y odio no saber qué hacer con mi vida, y sin embargo, no puedo evitar pensar ni frustrarme al hacerlo. Pienso en el cuándo, el cómo, las probabilidades, los pro, los contra...pienso tanto que todo en mi vida se convierte en un problema, y de repente me cruzo con alguien que me dice "relajá, tenés 22 años".    
     Todavía no puedo descifrar si admiro a esas personas o si pienso que son unos irresponsables. Esos que llegan diez minutos tarde y no se hacen drama, los que salen de joda y no les importa si terminaron los trabajos de la facultad o si tienen un examen, los que tienen más de un saliente, los que faltan cada dos por tres al trabajo o a la facultad, los que no llevan un saquito por si refresca, ni el paraguas por si llueve. Aquellos que, con la excusa de que son jóvenes, van por la vida sin preocuparse por nada.
     Y acá estoy yo, en la vereda opuesta, siempre preocupada por todo, por llegar mínimo cinco minutos antes a todos lados y con un botiquín en la cartera en caso de que necesite un ibuprofeno, una curita, gotas para los ojos, clips para el pelo, una lapicera, un anotador, pañuelitos, una lima de uñas o una pinza de depilar; estresada por no llegar a terminar el trabajo, nerviosa por no saber dónde voy a estar en una semana, en un mes, en diez años, angustiada por no saber si lo que estoy haciendo me va a llevar a donde quiero. En fin, una chiflada total que casi siempre acaba escribiendo algo como esto porque se ahogó en una gota de agua y siente que nada le sale bien.
     Equilibrio. Eso es lo que hay que buscar en la vida, un poco de todo, un poco de irresponsabilidad, un poco de trabajo, un poco de relax y otro poco de compromiso...
     Todo muy lindo, pero no me sale. Yo necesito saber que va a pasar, necesito certezas, necesito... una bola mágica. Y cómo eso no lo voy a tener nunca, creo que estoy condenada a lo impredecible de la vida, como todos, pero con la desventaja de tener mil millones de kilos de ansiedad encima.