marzo treinta; dos mil doce

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A la orilla de la playa, con el frío calando nuestros huesos, sujetos de las manos y con las mejillas atestada de un rojo borgoña intenso, Jongin pronunció palabras que sólo en sueños había sido capaz de escuchar. Primero, ahí entre el ulular de las olas rompiendo rocas en la costa, una de esas playas características de Jeju, Jongin me susurró entre calores que desde hace mucho tiempo le había interesado demás el "Hyung de los ojos grandes" Comenzó con una pequeña fascinación por ese chico que escondía su pupila nutrida detrás del lente de una cámara, después fue curiosidad por el color de sus labios, luego su piel, y cuando se dio cuenta, ya el corazón le latía fuertemente ante su presencia.

Le latía por mi causa. Yo hacía a Jongin una persona inestable e inseguro pero al mismo tiempo feliz, exactamente como él me hacía sentir a mí.

Jongin me contó tantas cosas esa noche. Debajo de una palmera, abrigados y compartiendo el mismo calor, confesó sus más profundos pensamientos, develó sus sueños, sus miedos; el calor subió imponente a sus mejillas cuando me contó el primer sueño que había tenido conmigo, uno húmedo.

-Yo te tomaba fotos -me dijo, tenía la mirada fija en las olas del mar, en el rumor de la playa. Estaba avergonzado demás estaba decirlo-. Te encontrabas desnudo, posando para mí, me sonreías.

Jongin se acostó sobre mis piernas, sus manos nunca abandonaron las mías, el murmullo de su voz se acompasaba al del ambiente, pero aún así sonaba como música para mis oídos, como una sinfonía.

Era agradable aunque un tanto penoso de mi parte tener que escuchar como él y yo...

-Te juro que en ese momento sentí que te estaba haciendo el amor -me dijo, mis mejillas se tornaron de rojo intenso, lo sabía porque yo era demasiado pudoroso en estos temas, a pesar de que habíamos tenido numerosos encuentros desde nuestra primera vez, yo no podría adaptarme a hablar libremente, afortunadamente Jongin me entendía-. Fue todo tan claro, no pude verte con los mismos ojos después de eso.

Me acomodé más cerca de él para sentir su calor y porque en el fondo temía que me diera más vergüenza que viera cómo me habían afectado sus palabras; a pesar de que él era una persona muy reservada, tendía a ser muy explícito conmigo, cada cosa que pasaba por su cabeza con respecto a mí la comentaba de tal manera que aceleraba mi pulso. Cuando hacíamos el amor se encargaba de susurrarme palabras bonitas al oído, cuando me mordía sin fuerza gemía justo antes de susurrarme que yo tenía buen sabor. A veces yo quería decirle tantas cosas, amaba la forma en la que me tocaba de pies a cabeza como si no existiese nada en el mundo, pero mis palabras eran remplazadas por jadeos.

Estos días junto a Jongin se estaban haciendo lo más cruciales en mi vida. Los mejores.

Estamos en Jeju por cuestiones de trabajo, tres días de playa y aunque el clima está bastante inclemente, la estamos llevando muy bien. El equipo de trabajo se encuentra alojado en un hotel cercano a la costa, yo tengo una habitación compartida con un camarógrafo 360, pero Jongin siempre inventa cualquier excusa para llevarme a su habitación y besarme hasta que me tiembla todo el cuerpo.

Cuando el frío nos azotó con más fuerzas en esa orilla, decidimos levantarnos de la arena un poco entumecidos. Sonreímos y juntos caminamos hasta su habitación, dentro mi moreno preparó la tina caliente para calentar y relajar nuestros cuerpos luego de que estar soportando el frío debido a las horas extensas en aquel set improvisado que se armó en la playa en horas de la mañana.

-¿Te gustan las sales aromáticas? -me preguntó Jongin, yo asentí.

Sonriente como niño pequeño se volvió a meter en el baño mientras yo me deshacía de mi ropa y la sustituía por una toalla; al poco tiempo él apareció llevándome a tientas hasta el cuarto y quitándome la toalla que hacía minutos me había puesto. Él sonreía y sonreía, y a mí no me quedó de otra que dejarme llevar porque sus labios sobre mi cuello me hacían perder la razón. Me empujó suavemente dentro de la tina y ahí enjuagó mi placer, me llevó al cielo repetidamente, volví a conocer su cuerpo, exploré su piel.

Me hizo el amor hasta que fui un más charco entre las pequeñas corrientes de agua que evocaban nuestros movimientos dentro del lugar.

¿A quién habré salvado antes para merecer esto?

Mientras él duerme, mientras su pecho sube y baja y sus ojos se mantienen cerrados, yo redacto estas líneas en este viejo diario porque necesito describir lo que se siente dormir al lado de la persona que se ama, el amor que corre como llamarada abriendo camino desde el corazón hacia afuera y las palabras que se agotan porque no se haya la más asertiva, la correcta.

Jongin es mi momento, es mi instante, desde el principio fue él, y hoy lo sigue siendo. Los vientos que obsequia el movimiento de las olas en la playa me afirman que es el indicado, siempre lo ha sido, y siempre lo será.

-Hyung... vuelve a la cama -susurra Jongin, tirando de mi manga, instandome a dormir a su lado.

Estoy seguro que él se siente igual, la sonrisa en sus labios aún con los ojos cerrados me da la respuesta.

☜♡☞

De polvo somos, y al polvo volveremos, pero nadie nos avisó que el amor era un ensayo, que tambien seríamos polvo en las manos del infortunado que posea nuestros corazones.

Jongin y Kyungsoo son polvo de estrellas, ya lo he dicho.

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Querido Jongin → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora