«Nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son sueños»
—Oscar Wilde.Capítulo 01
Al principio no hay espacio ni tiempo. No fue real, nada de eso fue real. Sólo un recuerdo en forma de sueño. Sólo ha sido eso. Un sueño.
Cada vez que despierto pienso que por fin ha acabado todo, pero no, tan sólo es el comienzo de un nuevo mundo de torturas. Los recuerdos no desaparecen nunca, excepto que tu desaparezcas con ellos. Me envuelven en sus brazos, para arrastrarme al pasado y revivir con ellos. Muerte. Peleas. Traición. Aquellas palabras definen mis recuerdos. Mi pasado.
Cuando por fin vuelvo en mí, me quedo tumbada en el suave y duro colchón. Sin embargo, al cabo de un rato acepto que estoy débil y destrozada. Sigo tumbada, en posición fetal. Estiro mis piernas y compruebo que mi cuerpo este entero, sin rastro de heridas que nunca existieron. El mero hecho de estirar mis extremidades representa un esfuerzo enorme; me duele todo el cuerpo.
Al cabo de un minuto consigo sentarme muy, muy despacio. El sonido de la lluvia sobre el tejado de nuestra casa me devuelve el conocimiento. Estoy vagamente consciente de el dolor de cabeza, quizá tenga gripe. Es molesto tener aquellos padecimientos en el cuerpo humano, en mi raza ni siquiera existen las enfermedades.
Mi gente llegó a la Tierra desde el agujero negro, un hoyo a varios años de distancia. Si algo he aprendido durante mi establecimiento en el planeta es que no se puede confiar en los humanos. Los asustamos. Podemos realizar cosas que ellos ni siquiera pueden imaginar, somos más poderosos que ellos. A nuestro lado son una nada, parecen débiles. Y lo son.
Suelo pensar en comprar un telescopio o una lanzadera espacial para poder llegar a mi hogar o verlo... «Como si nuestro hogar existiera todavía», pienso mientras miro la palma de mis manos. Nuestro planeta fue destruido cuando era apenas una niña: por eso nos marchamos y buscamos un lugar que pudiese compararse al nuestro en lo relativo a la atmósfera.
Los truenos son tan fuertes que parecen sacudir el suelo. Yo, me limito a quedarme sentada en la orilla de la cama, haciendo un recuento mental del dinero que tengo guardado en la pequeña alcancía metálica. El nudo de mi garganta se aprieta cuando caigo en la cuenta de que no es suficiente para abastecer el mes.
Me bajo de la cama y me pongo las pantuflas de mi pijama; el algodón fino y suave se adapta a mis pies fácilmente. En algún momento dejo de llover, pero no poco a poco, sino de golpe. El aguacero ha terminado y sólo quedan las gotas residuales cayendo del techo averiado por la humedad. Apartamento de mierda.
Más rápido que cualquier ojo humano puede seguir, me muevo silenciosamente en mi habitación en mi verdadera forma, corriendo alrededor de las alfombras de terciopelo y el frío piso de cemento. No soy nada más que un ser de aire casi invisible al ojo humano corriendo velozmente en toda la estancia para poder vestirme a una velocidad impresionante para los elmunds. Los humanos nos hacen llamar extraterrestres, nosotros también tenemos su propio mote y es elmunds, por alguna razón que desconozco. Ser un alienígena nacida en un hoyo negro donde los humanos creen imposible la vida es más o menos impresionante.
Los elmunds creen saber todos los secretos del universo pero no logran descubrir que en los agujeros negros existe la vida. O solía existir. Los firens; una raza conformada por fuego, destruyeron nuestro planeta para así después matar a los enders. Nuestros abuelos y padres murieron, sin poder escapar de la catástrofe, pero los jóvenes logramos escapar y encontramos el planeta tierra donde es posible la vida. Los seres que viven aquí son despreciables, horribles y sin corazón..., o por lo menos la mayoría.
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Hematite
Science FictionDesde la llegada al planeta tierra las muertes y guerras se han hecho presentes. Thea Oakley odia a los humanos. Ella no es mas que un ser de otra galaxia a varios años de distancia con veinte años cuando se enamora de un humano, un chico arrogante...