II

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-¿Quién no ha venido? -le preguntó suavemente Ginny, paseando sus ojos por el gran salón.

Hermione miró a su alrededor. Dedalus Diggle, un hombre de pelo muy canoso y ojos brillantes, era el alma de la fiesta. Gellender Sow, un auror muy alto, (amigo de Harry), sorbía el vino de su copa ruidosamente. Carmela Torres, una mujer muy curvilínea y de pelo negro, reía estruendosamente con otras personas, que parecían estar pasándola bien. Kingsley, con un traje más elegante de lo usual, bailaba con una mujer de aspecto irlandés. Maugrim Dellaware llegaba por la puerta; Sonya di Amizzo, una mujer italiana que trabajaba junto a Hermione en el Ministerio, parecía haberse ya pasado de copas. No creía que faltara nadie.

Habían decorado la casa de Harry, lo que no había sido muy fácil, por supuesto. Persuadir a Harry de que se prestara a dar una fiesta tan grande había tardado bastante. Ginny, aunque siempre había sido bastante buena en conseguir que Harry hiciese lo que ella quisiera, no había logrado convencerlo hasta que le había contado que sería la última fiesta de cumpleaños de esa magnitud, y que se aseguraría de que no hubiese ningún fotógrafo que no fuera Teddy Lupin, (quien se tomaba bastante en serio su trabajo). Nada de entrevistas sin sentido, y el mayor extraño que asistiría sería su amigo del Departamento de Aurores, Marc Goethe, quien ocupaba el segundo rango más alto en su profesión. Después de Harry, por supuesto.

Luces modernas colgaban de las esquinas, de un color amarillo blanquecino, y las plantas que Ginny tenía en el patio habían sido hechizadas para verse más tupidas, y cubrir los lugares en los que no se estaba permitido entrar. Harry, después de todo, tenía de las cosas más extrañas y peligrosas, (Hagrid le había enviado unas especies nuevas de doxys, por ejemplo), y nadie quería un accidente. James, quien ya tenía diecisiete años y podía hacer magia, había sido enviado a lustrar el piso con cera, y ahora tenía un aspecto de lo más reluciente. Molly Weasley se había ofrecido a preparar la cena, pero con su ya avanzada edad no era capaz de hacer tantas cosas como hacía antes, así que Audrey, la esposa de Percy, se había ofrecido a ayudarla sin pensárselo dos veces; Hermione había estado encargada de invitar a las personas. Había hechizado las invitaciones para que llegaran a sus respectivos dueños, y se había asegurado de que Ron hiciera algo más que atragantarse con la comida, lo que no era ni un pelín fácil.

-Nadie -bufó Hermione en respuesta-. No me sorprende en absoluto.

No había tenido la intención de que sonara así. Toda la tarde habían lidiado con personas que habían tratado de colarse a la fiesta. Rita Skeeter, una mujer de avanzada edad que sólo buscaba un chisme nuevo para escribir en la revista en la que actualmente trabajaba, había llegado, airosa, y había intentado pasar por la fiesta sin invitación alguna. Ergo, Hermione había enviado a Ron a sentarse junto a la mesa del recibidor para asegurarse de que nadie entrara sin haber sido invitado. También, un tal Fabio Copenhague, de aspecto americano, había alegado tener un permiso especial del mismísimo Harry Potter, para hacer un reportaje exclusivo de la casa del Elegido. No era necesariamente una sorpresa que no hubiese faltado nadie.

-Ron me ha dicho que habéis peleado -le dijo Ginny confidencialmente. Se había vestido con un elegante vestido azul que resaltaba su figura. Aunque no era tan audaz y divertido como lo había sido en años anteriores, se veía espectacular. Se había rizado el pelo, y se había puesto unos hermosos pendientes, que hacían que su rostro se viese más brillante. Ginny, aunque no tan joven como antes, conservaba si esencia.

-Ah, sí -respondió Hermione, restándole importancia. Balanceó la copa de champaña que tenía en la mano entre sus dedos, y tomó un sorbo antes de responder -. Lo he regañado porque le había dicho toda la semana que tuviese su traje listo. Esta mañana ha tenido que limpiarlo porque resulta que había estado escondido en el sótano, cubierto de jugo de calabaza.

-Típico -Ginny sacudió la cabeza. Tomando su copa por la cola, se acomodó el pelo detrás de la oreja y suspiró -. En realidad no me extraña. Es decir, es Ron. Harry me ha contado que él y Ron se han reunido para almorzar el jueves, y que ha estado muy distraído.

-Bueno, sí -admitió Hermione, con nerviosismo. ¿Era tan evidente para todos, que parecían notar su diferente actitud esos días? Esperaba que no lo fuese -, pero todos tenemos esos tiempos, ¿no crees? Además, ha estado teniendo problemas en el trabajo, ¿sabes? Me ha dicho que hay mucho papeleo, ¿sabes? Y Dolly Muckingber, a quien está entrenando, parece no aprender nada... Ya sabes, Ron es muy impaciente, y con los chicos y los deberes... He tenido que obligarlos a hacerlos, porque Bradbury les ha dado dos pergaminos completos...

-Ajá -asintió Ginny, casi ausente -. Harry y yo hemos peleado otra vez. También anda muy ocupado... no creo que esté consciente de cuán distante se ha vuelto...

Hermione tragó en seco, y se relamió los labios, pensando. No había una cosa que la pusiese más nerviosa que tener que poner alguna excusa. Su capacidad para mentir había mejorado de sobremanera, porque era bastante importante; pero eso no significaba que fuese buena. Tenía ganas de contarle todo a Ginny y pedirle que fuesen con ellos; que no se preocupase por encontrar a Harry tan distante porque había una muy buena razón detrás de ello, y que todo estaría bien porque Hermione se encargaría de que Harry volviese a casa una vez más sano y salvo.

-Necesito dejar de embriagarme con vino blanco -suspiró Ginny con una risa aguda -. Creo que necesito algo más fuerte -sorbió de su copa y tragó, haciendo un gesto.

-Molly se ha esmerado demasiado -Hermione comentó, intentando desviar el tema por lo menos algunos segundos.

-Por supuesto -Ginny asintió amargamente, como si de repente hubiese recordado algo -. Esa vieja loca cree que puede hacer todo lo que quiera, pero ya no es tan joven como antes -sacudió la cabeza, y Hermione de repente fue recordada de la forma en la que Ron sacudía su pelo cuando se frustraba -; me asusta que se haga daño o algo parecido. Papá ya se lo ha dicho, pero es demasiado cabezota.

-Ya sé de dónde lo sacaste, entonces -Hermione bromeó, de manera estirada mientras jugaba con el cuello de su propia copa. Ginny soltó una risa seca.

-Muy graciosa -contestó. Ginny vació su copa en un trago que pareció eterno -. Voy a traer algo más fuerte - y desapareció entre la gente, caminando ya un poco tambaleante. Hermione no se molestó en pedirle que dejase de beber. No creía poder soportar seguir hablando con Ginny sin soltar toda la verdad. Había tenido que morderse la lengua por la culpa. Prefería sinceramente que se embriagase antes de que se enterase de lo que habían estado haciendo todas esas semanas.

Se aclaró la garganta para sí misma, y se metió entre el mar de gente. Como muchas otras personas, no se molestaban en siquiera dejar espacio para que alguien caminase. La mayoría de los invitados que no eran de la familia se habían apiñado en un círculo alrededor del anfitrión, casi hablando todos al mismo tiempo. Escuchaban con atención a cualquier cosa que Harry decía, como si de un predicador se tratase. Después de todo, no se había podido evitar que aquella clase de personas entrase a la fiesta, y Hermione estaba molesta. Aunque le había tomado un poco de tiempo, había logrado entender por qué Harry había estado siempre tan reacio a hacer fiestas de esa magnitud.

Empujó la falda de su vestido hacia abajo, pero esta volvió a levantarse. Se sentía incómoda. No había manera de que pudiese sobrevivir más, ni hablar de toda la noche. Era imposible. Afortunadamente, no tendría que hacerlo.

Empujó y codeó hasta que pudo llegar a donde quiso. Harry estaba entre dos hombres y una mujer muy altos de aspecto alemán, con los dientes largos y la boca ancha. Se veía incómodo. Jugaba con su corbata y miraba hacia todos lados como si esperase que alguien fuese a salvarlo. Los demás reían por algún chiste que debía haber sido muy gracioso; porque había una bruja de pelo negro que estaba casi ahogándose de tanto reír.
Un hombre la palmeaba en la espalda, también con lágrimas en los ojos. Hermione supuso que habían sido los nervios.

Esperando de que nadie la viese, le hizo una seña a Harry con las cejas, apuntándole hacia donde Ron estaba engullendo algunos bocadillos.

Ya era tiempo.

Hola xD Han pasado; Qué; ¿cuatro meses? Y lo siento. Trataré de actualizar más seguido. Ojo, trataré.

Hasta el próximo año xD

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2016 ⏰

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