Capitulo 4

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Vaya que Dipper estaba molesto y no precisamente con su hijo, habían logrado dar con este y el rubio a no mucho de haber entrado al bosque, los dos venían ya de regreso pero ninguno dijo nada, la mirada de enojo del castaño mayor bastó para que el silencio reinara mientras caminaban de regreso a casa. A Wendy le aliviaba el hecho de que su hijo estuviera bien y sabía que a su esposo igual pero le reprendería antes que nada, no podía seguir dándole esos mismos sustos que cuando era más pequeño. El silencio acabó una vez llegaron a la casa, Stan y Ford se encontraban en la sala y no les quedó más que escuchar los regaños de Dipper, mientras que Soos, Melody y Jenny –su hija menor- se retiraron a sus habitaciones para no molestar.

—Te pedí que buscaras a mi hijo y solo lo llevas al bosque, ¿tienes idea lo peligroso que es en la noche? ¡Algo pudo haberles ocurrido a ambos! —realmente ni quería imaginarse si llegaban a encontrarse con un fantasma categoría diez o algo peor.

—Estábamos bien, yo lo estaba cuidando, no sé porque se preocupan tanto—bufó mirando a otro lado, los humanos adultos eran un verdadero fastidio, era irónico que Dipper les regañara por eso cuando él también se había metido en gran cantidad de problemas a esa edad.

—Papá no es culpa de...de William, yo le pedí que me hiciera compañía y se nos hizo algo tarde, no le culpes—insistía haciendo suspirar a su progenitor.

—Bien...vayan a ducharse y luego bajan a cenar. Tyrone no quiero que te internes hasta tarde en el bosque o la próxima vez estarás castigado y tú también lo estarás, ahora soy responsable sobre ti hasta que seas mayor así que acóplate a las normas de esta casa—señaló al adolescente antes de retirarse.

—Vamos, hay que obedecerlo—dijo de mala gana Cipher para jalar al pequeño hacia el piso de arriba.

—Vaya, yo nunca fui tan estricto con ellos de niños—comentó Stanley a los únicos presentes en la sala.

—La única que vez que fuiste estricto con ellos fue cuando los del gobierno se aparecieron—Wendy solo rio negando ante los pucheros del anciano.

...

Mientras el más pequeño tomaba un baño, Dipper trataba de seguir con su trabajo, quería concentrarse pero aquellos flashes de sus sueños solo le provocaban dolor de cabeza.

-¿Que está pasando?- se sobaba sus sienes apretando sus ojos, ¿qué era lo que veía? ¿Era el cielo?

Aquellos recuerdos fugases solo le generaban dolor de cabeza, no podía trabajar así ¿qué significaba todo lo que veía? Solo conseguía ver algo que parecía ser el cielo nocturno pero ¿cuándo? Tenía la sensación de deja vú, algo que había vivido hacía mucho. Respiro hondo mientras se recargada en su silla y trataba de concentrarse, fue entonces cuando algo más claro le llego: era alguien sonriendo. No alcanzó a ver su rostro pero sabía que sonreía y extendía su mano como si acariciara el rostro de alguien frente a sí.

Dipper abrió los ojos llevando su mano a su marca de nacimiento por inercia, era como si algo en su interior le dijera que la respuesta estaba ahí pero a la vez quedaba en la nada y el vacío de nuevo

— ¿Por qué le doy tantas vueltas? Solo es un sueño— miro la hora en su celular y decidió que no tenía cabeza para trabajar, solo guardo todo y volvió al segundo piso, quizás un baño con agua fría le sacara de esos pensamientos.

—Se ve demasiado estresado señor Pines — saliendo del baño estaba el rubio que le miro con una amplia sonrisa al verle tan nervioso.

Se tensó al escuchar la voz del rubio, por un momento sintió que se le saldría el corazón por la boca pero luego suspiro más calmado.

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