11K

1.1K 51 33
                                    

Necesitabas una explicación.
¿Por qué a Lala se le ha ocurrido traerte a esa persona? ¿Cómo se le vino a la cabeza esa estupidez?

Tenías miedo. Ella te miraba fijamente, sonriendo se una forma que... No parecía una sonrisa. Abrió la boca para decir algo. Una sola gota de sudor corrió por tu frente.

—¿Tienes algo?— Temerosa de lo que podía ocurrir si decías que sí, mentiste.

—N-nada, no me pasa nada.

—Entonces podemos ver la película al fin— Murmuró, pasándote el DVD— Ve a ponerla.

Caminaste hasta el reproductor de discos, y colocaste del DVD. Sentías miedo de lo que podía estar detrás tuyo.

Por suerte, no estaba Nastsia apuñalándote. Por ahora.

Volviste al sofá y te sentaste a su lado, esperando a que la película empezara.
Antes se que apareciera alguna imagen en la televisión, se escucharon los gritos de una mujer.

Desde los parlantes, obviamente. Nastsia rió.

La película comenzó. Desde su inicio a su final, habían escenas extremadamente grotescas que asustaban hasta al más valiente. Nastsia se mantuvo tranquila todo el tiempo, y eso te perturbaba ¿Cómo aguantaba todo eso sin siquiera pestañear?

—Estuvo divertida— Dijo ella sonriendo cuando terminó. Sacó un puñado de palomitas de la caja y se las metió a la boca— ¿Quieres ver otra? Tengo mejores.

—No hace falta...- Murmuraste, nerviosa.

Hasta temblablas.

No me puedes decir 'Ay, pero Lala, yo soy bien valiente y no me dan miedo esas cosas. No como a ti, pendeja maricona.' porque la película sí que daba miedo.

Nastsia te miró, y sonrió aún más.
Sentiste que te iba a matar. O algo peor.

—¡LALA! ¿A QUIÉN INVITASTE?— Gritó Ion desde otra habitación. Lala chilló.

—¡ME ASUSTASTE, HIJO DE FRUTA!

—CONTESTA A MI PREGUNTA.

—NO. TE VAS A ENOJAR CONMIGO— Nadie dijo nada por un momento. Miraste a Nasts. Ella parecía demasiado distraída con la pared— OKEY, OKEY. NASTSIA.

—OH NO.

Ion entró a la habitación donde estaban, pálido.

Cerró otra vez. Se escucharon sus pasos alejándose. Nastsia sonrió.

—Ay, Ion. Tan típico de él.

—Eh...

La cosa estaba realmente rara.

—Anastasia...

—Dime Nastsia. Hay confianza— Unas risitas.

—Y-yo...— Tragaste saliva— ¿Puedo irme?

—... Eso es de mala educación ¿Sabías?— La rusa acercó su rostro al tuyo. Demasiado cerca— ... Pero te lo permitiré, pequeña _____.

Aleluya.

Saliste del cuarto como si te persiguiera el diablo. Cerraste de un portazo, y al fin pudiste suspirar con tranquilidad.

Ibas a matar a Lala por haber hecho esa reunión. La ibas a buscar y la ibas a matar. Lenta. Dolorosamente.

...

Habías pasado mucho tiempo con Nastsia, al parecer.
Aún así, necesitabas que te diera una explicación. Ella no habría permitido que fueras a ver películas de terror con alguien como Nasts... ¿No?

La encontraste en su pieza, encima de un mueble, chillando.

—¡_____! ¡Sálvame!— Apuntó a su cama. Sobre ella había una criatura monstruosa, de muchas patas.

Diste un respingo y te acercaste a Lala. No eras tan pequeña como ella para poder subirte al mueble, así que sólo te apegaste.

—¡LUCHO! ¡LUCHITO, SÁLVAME!— Gritaba ella, abrazándote.

Nadie contestó. Nadie llegó.

—LUCI HAY UN MOUNSTRO EN MI PIEZA. ADADADAGDGAHSHSH

Te mantuviste quietecita, insegura de qué hacer. Ese mounstro se movía sobre la cama, y daba demasiado miedo. Hasta al propio Aquiles le habría perturbado.

Entonces, por fin, llegó Luciano.

—¿Qué mierda quieres? Has estado chillando por unos diez minutos, Lala...— Miró la cama— Es una araña.

Ese hombre era submormal.

—Es un... Mounstro...— Murmuró Lala, ya que había usado su poca voz para chillar como loca. Ahora volvía a estar afónica— Luciano... No quieres que nos mate ¿O sí?

—Lo siento por _____, pero yo sí que permitiría que esta... Oh, cruel bestia, te matara— Luciano puso los ojos en blanco y sacó un pequeño cuchillo. Lo lanzó con excelente presición sobre el monstruo, y este murió silenciosamente.
Lala sonrió de oreja a oreja.

—Ahora están salvadas. Lala, me debes una.

Al fin podías respirar en tranquilidad, otra vez. Demasiados sustos por un día. Saliste de la casa rápidamente, rogando para que el próximo especial fuese lo suficientemente lejos de la fecha.

—¡Pero Luci!

—¿Qué quieres ahora?

—Bájame. Está muy alto.

—No es mi culpa que seas una cobarde.

—Bájame... O me quedaré aquí por siempre— Lala estiró los bracitos.

—Argh— Luciano la tiró de los brazos, como el pesado que es.

Pero se le había olvidado que ella iba a caer sobre él.

—pESAS COMO TRES TONELADAS— Gritó cuando Lala cayó sobre su estómago.

—Lo que pasa es que eres un debilucho— Dijo ella riéndose— Eres peor que _____. Además vas a tener que pagarme por el cubrecama roto.

—Cállate.

2pTalia Things!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora