Látigo y gemidos

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Trancy teniendo junto a él un pequeño látigo, el cual palpo hasta tomarlo y ondeándolo de manera elegante en el aíre haciendo ese sonido cortante en la recámara.

León apenas alcanzó a escuchar eso, no lograba identificarlo pero una humillante y muy dolorosa erección se despertaba en su entrepierna, haciéndolo gemir.

Trancy frotó su trasero en aquella imponente y gruesa extensión de carne. Logrando que León gimiera y gruñera.

-Bueno es hora de entrenar a mi León, el maestro no tenía ni idea de lo erótico que se veía con un bóxer ajustado negro, el cabello rizado revuelto y el rostro y pecho rosados por la excitación, sin embargo León anhelaba verlo. Deseaba grabar la piel de ese pequeño demonio, deseaba probar su textura. Deseaba ver esos ojos grises que como espejos reflejaban a las personas haciéndolas sentir desnudas, quería retener la imagen de los labios rojos y seductores de Trancy. Y chupar esos sonrosados pezones.

Trancy seguía frotando su trasero, mientras con sus uñas arañaba los costados del castaño, sintiendo por momentos los músculos tensos de este. -Dime León, sin contar las manos, que quieres que te suelte, si son los ojos sube la cadera una vez, si es la boca, dos veces.

León escuchando aquella pregunta levanto dos veces la cadera, sintiendo la abertura por detrás de la tela. Imaginando la cálides de esa zona.

Trancy sintiendo muy claramente aquel pene en su trasero soltó la mordaza de la boca de León.
Mientras acercaba su pene hasta la boca del escritor quien sintió una punta suave pero firme y húmeda, muy muy húmeda.
El profesor con un movimiento sensual paso la Punta de su pene por la boca del escritor, quien abría esta por instinto mientras se relamía los labios con lujuria y saboreaba aquel delicioso líquido ligeramente salado, -Eres muy erótico, y engullendo aquella pequeña extensión de carne la empezó a saborear de arriba a abajo llenándola de saliva.
Trancy olía muy bien y sabía aún mejor.

-Es toda tuya, el pelirrojo trataba de hablar claro, pero los gemidos producto de la felación no lo dejaban. -Traga todo lo que salga entendiste leoncito, y con aquella orden se aferraba al cabello del castaño quien no paraba de succionar y de dejar empapado aquel miembro.

León pudo sentir como Trancy se tensaba, producto de una inminente eyaculación. La cual vertió toda en la boca del escritor.

Jadeante Trancy bajo hasta succionar el cuello de León, procurando hacerlo doloroso. Este más que fiera parecía un gatito en manos del pervertido pelirrojo que mordía las tetillas con algo de fuerza.
Mientras que León contraía las manos por no poder tener movimiento.

-Trancy trazo un camino de chupadas y mordidas resultando unas más dolorosas que otras. Pero eso al escritor le encantaba.
Llegando hasta la polla del castaño el pelirrojo paso la punta por sus labios, como si fuera un lápiz labial. Saboreando lo salado de este. -Sabes muy rico leoncito. Y diciendo esto se dispuso a dar fuertes lenguetazos en la Punta. Por ratos introduciendo la pequeña punta de su lengua en la uretra. Arrancando roncos gemidos al escritor.

-Joder Trancy, si que sabes chuparla.

Trancy ignorando el comentario continuó chupando y por ratos acariciaba los testículos del castaño, quien se retorcía entre el placer y el dolor por la anilla.
Quería correrse pero esa maldita cosa no se lo permitía, haciendo que se sienta frustrado y molesto.
-Qui... Quítame eso, niño. El tono de la voz de León era de suplica. Se sentía ya en un frustrante límite.

Pero Trancy no respondía, se divertía torturando al escritor.
Hasta que decidió pasar a otro "nivel"
palpando otra vez el mango del látigo, lo ondeó una vez más poniendo en alerta al escritor.

Los Colores Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora