EXTRA #2

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Extra #2: Miedo.

"Tranquila Dalia sólo es un susto, todo estará bien..." se repetía la chica un millón de veces en su cabeza antes de entrar a la farmacia. Algo andaba mal y eso no estaba bien.

Hace dos semanas debía llegarle su período y... Nada. De un principio no fue algo alarmante ya que ella es irregular pero después tenía antojos y andaba sensible, hasta Thomas lo notó. Hoy era un día jueves por la tarde el chico había salido con su padre por unos problemas en la cafetería y Dalia sólo quería salir de la duda que la ha estado carcomiendo.

Pisó la farmacia y sonó un pequeño pito que hizo que su corazón saltará a mil por hora.

"¡Calma!" se reprochó mentalmente. Se acercó al mesón donde una chica sonriendo amable la iba a recibir, tenía su cabello atado en una trenza hacía atrás y un delantal blanco.

—Buenas Tardes, ¿que desea?

—Yo... Quiero un test...—respondió a medias.

—¿Test, de que?

—De eso, ya sabe, cuando se sabe o no si viene un porotito—con sólo pensar en eso se le hacía un nudo en la garganta haciendo que quisiera llorar, pero a la vez le emocionada la idea de ser madre.

—Ya veo, un test de embarazo—Dalia asintió cautelosa, la farmacéutica caminó por un pasillo de estantes que se encontraba detrás de ella y saco tres diferentes—. Bien aquí tenemos tres marcas, uno es para la mañana sin comer, sin nada. El segundo es para la tarde cuando tu vida rutinaria esta echa, y el último para la noche dependiendo si has bebido o no.

Tres cajitas; rosada, azul y morada. Dalia no sabía cual llevar así que las trajo todas, la chica que la atendió le deseo buena suerte y ella solamente río forzada.

***

Aquí vamos.

Se había echó los tres test en menos de media hora, estaba sentada en el lavado con los pies colgando las cosas estaban a su derecha unas dos metros más allá, la luz del baño hacía transpirar levemente. Thomas le había avisado que llegaría en dos horas y la llevaría a comer, para compensar el día sin ella.

Se armó de valor y se bajó del lavado sus pies descalzos tocaron las baldosas heladas. Miró los aparatos y hizo una mueca confusa.

Dos rayitas: si.
Una: No.

En el primer aparato salía una, en el segundo dos, y el tercero una. ¿Estaba embarazada o no? No entendía nada, se confundió totalmente.

"¿Que voy a hacer?" se preguntó. Sintió que la puerta se abría y cerraba y sintió la voz de Thomas llamándola. Rápidamente escondió las cosas en la bolsa de su maquillaje donde sabe que su novio no se metería.

—Aquí estoy—dijo Dalia abriendo la puerta, su chico sonrió cansado y se acerco a ella.

—Hola amor.

Saludó. Y la besó.

***

Thomas se echo en la incómoda silla del hospital y miró a su novia.

—¿Que hacemos aquí? —protesto aburrido como un niño pequeño. Pero igual estaba nervioso y preocupado por lo que pudiera pasar dentro de la consulta —, ¿te sientes ma...?

No pudo seguir porque Dalia la llamaron desde la puerta de la consulta, era una doctora. Él se levantó a la siga de ella. Los nervios yacían en su estómago y no podía creer que Thomas había insistido en acompañarla, no quería; pero en realidad era algo que los dos debían saber.

—Muy bien Dalia, informarme, ¿Ah que se debe tu visita? —hablo la doctora fijando su vista en la chica nerviosa.

—Eh... Yo, me he sentido un poco mal... Ya sabe, del estómago tal vez ha sido algo que he comido.

Thomas fruncio el ceño.

—Bien. ¿Otra molestia que deba saber?

Ella negó. La doctora se paró y acomodó el lugar donde se hacen ecografías.

—Dalia, ven hacía acá. Levantas un poco tu playera a la altura de tus senos y te pones cómoda.

Ella hizo lo pedido. Thomas se paro a su lado apretándole la mano, los nervios le hacían mala pasada ¿porque Dalia no le había dicho que no se sentía bien?, enfermedades, cosas malas, y tal vez otras cosas que ni existen se le pasaban por la cabeza al chico. No quería que su novia estuviera mal, no quería que nada le pasará. Ella era su todo.

Dalia sintió un escalofrío cuando un gel toco su estómago, la doctora poso un tipo máquina y se la paso por el lugar bañado en gel viscoso. Apretó la mano de Thomas con fuerza.

— Encontré lo que te pasa, Dalia —dijo de la nada la doctora, mirando a la pareja seriamente.

El corazón se le agitaba a los dos.

— ¿Es grave? —se alarmó Thomas preocupado—. Cualquier cosa que se pueda hacer, a nuestro alcance para que ella este bien doctora...

— Bueno... —miro la pantalla— no hay nada que puedan hacer.

Un nudo se instalo en la garganta de Dalia.

— Solo esperar nueve meses, comprar pañales y ver como ese pequeñin ira creciendo. ¡Felicidades futuros padres!

Lo último que vio Thomas fue la pantalla de la maquina antes de caer desmayado.

LimonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora