Capítulo 3

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Transcurrían los días como siempre, lentos y tortuosos según Hidan. Justo ese día se encontraba en la cafetería del instituto como siempre sentado solo con las miradas encima suyo como si fuese una especie de bicho extraño. Allí mismo todos los que estaban cerca de Hidan salieron corriendo ante una presencia, Kakuzu se acercó, tomó bruscamente una silla y se sentó al lado de Hidan, quien únicamente se dedicó a dirigirle una mirada seria.

— ¿Qué quieres? — Soltó Hidan mientras seguía comiendo.

— Solo quiero acompañarte. — Respondió Kakuzu.

— Lárgate — Ordenó fríamente Hidan y luego proceder a susurrar. — Eres un imbécil como el resto.

— Sabes que te escuché, ¿no?

— Esa era la intención. — Allí Hidan se dedicó a ver a Kakuzu a los ojos una vez que ya estaba harto de esa faceta, sabía que Kakuzu estaba actuando porque es como el resto, el típico bastardo.
Por la mente de Hidan surgía una duda, ¿Por qué Kakuzu utilizaba un tapabocas? ¿Qué escondía bajo esa mascarilla? Tenía impulsos de quitarle esa y ver que ocultaba.

— ¿Qué escondes bajo tu tapabocas? — Hidan soltó de la nada aquella interrogante, cual sacó una pequeña risa de burla por parte de Kakuzu.

— Te lo diré cuando me tengas confianza porque por lo que veo, me odias a muerte.

Hidan iba a comentar algo, pero al ver que a la cafetería ingresaban los demás bastardos observó como Kakuzu se levantaba rápidamente del asiento.

— ¿Y qué hace este bicho raro? — Preguntó el rubio del grupo.

Ante la pregunta de ese, Kakuzu le dedicó una sonrisa triste a Hidan, quien no entendía por completo que estaba sucediendo hasta que sintió como un líquido espeso era vertido en su cabeza. Su propia malteada. Kakuzu había tomado esa malteada, la destapo y vertió todo el contenido de esa en la cabeza de Hidan.
Las risas no tardaron en llegar ante la escena. Allí Kakuzu dejo el vaso en la mesa y se comenzó a retirar con los demás.
La rabia había apoderado por completo a Hidan, quien notó que al vaso le quedo un poco de malteada e inmediatamente sujeto el vaso y lo lanzo a la nuca de Kakuzu, dando allí mismo y manchando aquellos cabellos y parte de su vestimenta.

El de cabellera azul, quien era amigo de Kakuzu quiso acercarse a golpearle, pero el mismo Kakuzu lo detuvo.

— Déjalo. — Kakuzu ordenó.

— ¿¡Estás loco!? ¿Porqué?

— No vale la pena. — A duras penas Kakuzu susurró aquello, dedicándole una última mirada a Hidan antes de retirarse.

Hidan luego de tal escena fue corriendo rápidamente al baño donde una vez al llegar cerró la puerta, tapo el lavabo con papel higiénico, abrió la canilla y una vez que estaba el lavamanos lleno de agua, metió la cabeza allí en busca de retirar la malteada de su propio cabello.


Más tarde, cuando ya había terminado la jornada del día, Hidan se encontraba demasiado triste, así como hoy llego caminando a pie debía irse. Estaba realmente agotado como para irse caminando, no le quedaba para nada cerca su casa.

— Bastardos de mierda, arruinar mi puta bicicleta. — Maldijo en voz baja.

Ante él rápidamente una bicicleta freno, era específicamente su bicicleta. Al verla tan perfecta como la recordaba no evito esbozar una sonrisa.

— La arreglaste — Agradeció sin ver quien la había arreglado, alzando la vista aun con su sonrisa, pero al ver de quien se trataba inmediatamente el borro. Kakuzu bajo de la bicicleta entregándosela e inmediatamente Hidan se subió. Estaba a punto de retirarse hasta que Kakuzu sujeto la parrilla de la bici.

— Espera. — Kakuzu sonrió con ligera maldad. Hidan solo le quedo suspirar, ya sabía que venía.

(...)

El peli gris se encontraba pedaleando mientras que tras suyo, sentado en la parrilla se encontraba Kakuzu, quien estaba recostado en la espalda de Hidan, su cabeza justamente en el hombro del último. No sabían si por el momento estaban sonriendo, pero lo estaban disfrutando hasta que pasaron por la cancha de basketball donde se encontraban jugando todos los amigos de Kakuzu. Kakuzu quien al verlos rápidamente se bajó de la bicicleta, dedicándole a Hidan un mirar cual respondió. Seriedad entre uno y otro hasta el punto que Hidan decidió no verlo más y pedalear hasta su casa.

Una vez llego a su residencia entró, subió las escaleras y fue rumbo hacia su habitación donde allí encendió su latop y noto un mensaje. El mensaje era una invitación a una fiesta la cual era organizada por una chica de grado menor llamada Temari.
Hidan tomo esto como una oportunidad de mostrar quien era en realidad bajo su apariencia cotidiana.

Quédate Lejos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora