Hacía una hora que habían llegado al Pacific. Habían tardado una eternidad en realizar su informe. Cada vez que se veían forzados a destruir una nave por culpa de los Grox era el mismo problema. Se había retirado su camarote y ahora tal vez podría descansar un poco. Ser oficial tenía sus ventajas. Ya no dormía con los demás en las habitaciones comunes. Eso le daba un poco de privacidad. Contaba con tiempo para relajarse y quizás escribirle a su padre. Hacía mucho que no lo veía. Dos años para ser exactos. Aunque sabía que su padre no se preocuparía. Confiaba que Jonathan cuidaría de ella. No era que el fuera santo de su devoción. Pero su padre lo había visto crecer y le había encargado que cuidara de ella cuando decidió entrar a ser parte de la Flota del Ejercito Intergaláctico. Jonathan le había prometido a su padre que así lo haría. Y su padre confió en él. Ella también confiaba en él.
Unos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos. Abrió. Ya sabía a quién se encontraría del otro lado antes de abrir la puerta.
-Hola. ¿Cansada? -Jonathan entró al camarote como si fuera suyo. Después de todo era el capitán de la nave.
- Un poco. Iba a escribirle a papá.
Él se acercó y la tomó en sus brazos. La abrazó con fuerza y la besó con ímpetu. Sus labios eran cálidos y demandantes. Ella abrió la boca para recibir el beso más profundo. Sabía a café y vainilla. Sus manos recorrían su espalda mientras que las de ella subieron hasta su cuello y lo atrajeron más hacia ella enredando sus dedos en su cabello.
- Hoy te arriesgaste más de la cuenta. No vuelvas a hacerlo. - le dijo el hombre cuando rompió el beso.- me preocupé cuando vi que no venias tras de mí.
-Tenía que terminar de programar los explosivos. No podía dejarlo. Sólo fueron unos segundos.
-Unos segundos que casi te cuestan la vida. ¿Qué le voy a decir a tu padre si te pierdo mientras estás bajo mi mando?
-¿Eso es todo lo que te preocupa? ¿Lo que le dirás a mi padre?
Ella se separó de él aparentando estar enojada y se sentó en la cama. Jonathan la siguió y se sentó a su lado.
-No seas tonta Rossie. Sabes que eres importante para mí. Eres mía. Siempre lo has sido. -Jonathan la tomó de las manos y llevándoselas a los labios las besó tiernamente.-Desde el momento en que naciste eres parte de mi vida. Eras esa criaturita linda con la que jugaba de niño. Luego cuando crecí, te convertiste en esa sombra molesta que me seguía a todas partes. Recuerdo tu carita triste y tus lágrimas cuando me enlisté y perdiste tu compañero de juegos, casi me haces llorar también. Pero con lo que no contaba era con la hermosa mujer que me encontraría al regresar a casa años más tarde.
-No me reconociste al principio.- dijo burlándose.- recuerdo como tratabas de llamar mi atención en la cafetería de Joe cuando fui a atender tu orden. La cara que pusiste cuando te pregunté si tomarías tu café favorito fue de chiste.
-Dos días. ¿No podías simplemente decirme que eras tú? Te escondiste cuando fui de visita a tu casa para que no pudiera verte. Cuando le pregunté a tu padre por ti dijo que no querías verme. Me preocupé mucho. Pensé que aun estabas molesta por haberme marchado. Recuerdo que perdí todo interés en la chica de la cafetería cuando me lo dijo. Tú me importabas mucho más.
Lentamente se habían acostado en la cama y se habían vuelto a abrazar. Rossie había colocado la cabeza en su pecho fuerte y musculoso, mientras que el acariciaba su brazo lentamente con la punta de sus dedos.
- Además habías cambiado, llevabas ese extraño color de pelo. Jamás me lo hubiera imaginado. ¡Tu padre te permitió hacer eso! Cuando llegué el domingo a la iglesia con mi madre y te vi acompañada de tu padre me dieron deseos de hacer muchas cosas contigo. Créeme no eran pensamientos dignos de un iglesia. Me habías estado tomando por tonto todo ese tiempo. Realmente te divertiste.
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persiguiendo al cazador
Science FictionDisponible en Amazon. com. La Capitán Roxanne Harris pierde a su novio cuando un grupo de mercenarios ataca y destruyen su nave. Cinco años después, está a punto de atrapar a uno de los culpables, luego de perseguirlo sin descanso. Ya no era su...