Chapter 3
Quería terminar con la maleta e ir a la habitación de Julie, a ver si ella había tenido más suerte con su compañera, a ver, no es que me disgustara del todo la mía, pero es un tanto espeluznante. Terminé de colocar todo lo que tenía en mi maleta, lo hice ahora porque sé que si no, lo iba a estar posponiendo día tras día. En todo el tiempo que tarde, que no fue poco, Lucinda no se movió de ahí, tampoco me dijo nada. Su voz era rara, era como la de una niña pequeña, pero relajante, no tenía ese tono chillón. Apoyé las manos en la maleta cerrada.
- Creo…creo que me voy a ir a ver a una amiga- dije sin saber por qué tenía que darle explicaciones.
- De acuerdo, no te olvides de la llave- me dijo sin abrir los ojos.
Cierto, busqué en mi cama, casi se me olvidaba. Cuando la encontré me giré para ir a la puerta, pero había alguien más en el cuarto y no me había ni dado cuenta de aquello. Me resultaba familiar el chico, creo que iba con el grupo con el que me había encontrado antes. Me pegué instintivamente a la pared, aunque quedó un tanto exagerado.
- No quería molestar- dijo el chico mirándome de arriba a bajo.
- No molestas Michael. ¿Qué quieres?- dijo Lucinda levantándose.
- Nos preguntábamos si querías venir con nosotros al bosque… ya sabes- dijo en un susurro que apenas oí.
- Estoy cansada- dijo estirándose.
- Oh, vamos, Luci- dijo el chico.
- Sabes que el primer día siempre me agobio, mucha gente nueva.
No sé si me lo imagine, pero creo que giró un poco su cabeza como señalándome.
- Amargada, bueno, me voy.
- Ten cuidado- dijo Lucinda.
- Adiós- dijo levantando su mano hacía mi.
- Adiós- dije casi tartamudeando.
La chica suspiró y se dejó caer a la cama
- ¿Tú no te ibas?- me pregunto.
- Cierto- dije avanzando a la puerta.
Cuando salí el aroma de afuera me resultaba extraño, al final no era tan malo el aroma de dentro no estaba tan mal, solo tenías que acostumbrarte. Ahora olía a bosque, naturaleza, a barro y a lluvia. Es como si acabará de llegar a un prado en el cual el día anterior llovió, como si fuera primavera y todas las flores estuvieran abiertas, expulsando un dulce olor. Me gustaba la naturaleza aunque me crie en plena ciudad, pero cuando visitábamos a mis abuelos en el campo, no me quería ir.
Llegué en un abrir y cerrar de ojos a la habitación de Julie, pegué dos veces. Iba a apegar una tercera, pero una chica me abrio la puerta, fue mirarla y fue como mirar directamente al sol, su vestimenta me deslumbró. Quizás estaba acostumbrada a mi habitación a ver todo negro que cuando vi a aquella chica con colores vivos me pareció extraño.
- ¿Y tú eres?- me dijo sonriendo.
- ¿Esta Julie?- pregunté.
- Si, un segundo.
La chica giró su cabeza sin cerrar la puerta y gritó el nombre de mi amiga, ella le dijo algo y entonces me abrió la puerta. Julie estaba en una cama que estaba cubierta por una sabana muy colorida y peluches, como conejos rosas y osos morados muy achuchables.
- Pensaba que no vendrías- me dijo Julie- Ella es ___, mi mejor amiga- dijo mirando a la chica- Ella es Melinda ¿no es linda?
La miré y la verdad es que si, tenía esa característica de que pareciera que tuviera 5 años cuando puede tener mi edad o más.
- Me vas a poner roja, Julie- dijo Melinda.
Las tres nos reímos. Melinda tenía un cabello castaño largo y con volumen, cortado a capas y con un flequillo recto. Iba vestida con una camiseta de media manga rosa, tenía cuello de camisa blancos con bordados rosas, llevaba un pantalón corto con dibujitos muy lindos como conejos, cerditos, osos en pequeño, llevaba unos zapatos rosas con calcetines blancos. Estaba bien un poco de color en medio de tantas cosas negras.
- ¿Y qué tal tu compañera?- dijo Julie.
- Si, si, siéntate y cuéntanos- me dijo Melinda sonriendo, luego se puso roja y se tapó la boca- Lo siento, no quería ser tan lanzada.
- No importa- dije sonriendo.
Me senté al lado de Julie entre los peluches y Melinda e cogió una silla, colocándose delante de nosotras.
- ¿Te acuerdas el grupo de gente vestidos de negro que vimos antes?- le dije a Julie.
- Si- dijo ella mirándome- ¿Qué pasa con ellos?
- Pues mi compañera de cuarto esta con ellos- me llevé las manos a la cara y me tumbé en la cama- Si olieras como huele mi habitación, vomitarías. Además es todo negro, la chica tiene poster de grupos de rock fuertes y raros… Pero entre lo que cabe, es buena gente- dije suspirando y me volví a sentar.
- ¿Dices que tu compañera esta en el grupo de los malotes? - pregunto Julie.
- Si, eso mismo.
- ¿Ya conocieron al grupo ese que va por los pasillos intimidando a la gente?- dijo Melinda rascando su barbilla- Lo llaman el grupo de… Zo, Zolines, no me acuerdo. Es el nombre de uno de los del grupo.
- ¿Michael?- pregunté- Así se llamaba el chico que fue a mi habitación.
- No, no, empieza por Z, creo…- Melinda nos miró y se sonrojó- Bueno, no importa, son malos… Nadie se junta con ellos y su vestimenta deprime.
- Al lado tuyo seguro- dije sonriendo.
Melinda me miró y sonrió mientras afirmaba. Nos quedamos en silencio.
- Creo que voy a ir a mi cuarto… No me fio todavía de mi compañera.
Mientras dije aquello, me levante de la cama dando un pequeño salto, todos los peluches se movieron.
- Lo siento- dije.
- No importa, así me distraigo- dijo Melinda.
- A ver si en la cena nos vemos- dije mirándolas.
- Claro- dijeron las dos a la vez.
Salí de la habitación, me guardé las manos en los bolsillos. Era pleno verano, pero que la residencia estuviera en lo alto de una montaña no ayudaba al calor, corría una brisa muy agradable, de vez en cuando hasta tenía frío lo que causaba que se me pusieran los pelos de punta.
Llegué a mi cuarto, iba a sacar la llave para abrir pero la puerta estaba abierta, fui a empujarla, pero escuché unas voces y me quedé fuera. Sé que no es bueno escuchar conversaciones ajenas, pero no me gusta interrumpir conversaciones.
- Así que es verdad- dijo un chico.
- Si- dijo Lucinda en tono cansada- ¿y qué te importa a ti?
- Pura curiosidad, a ninguno de nosotros nos ha pasado nunca…
- Este año dije que no me importaba, estoy cansada de ustedes. Son unos pesados, siempre quierenlo mismo.
- Eres una aburrida. Hay que disfrutar de la vida- el chico se rio.
Estaba tan atenta a la conversación que las manos se abrieron e hicieron que la llave cayera al suelo provocando un sonido casi inaudible…. Pero al parecer no fue así.
- ¿Has oído eso?- pregunto el chico.