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Narra Miguel

Desde el día en que Rubén bromeó con los cortes de mis brazos, no hemos hablado para nada. ¿Y a dónde se fue el año de ser mejores amigos? A la borda... Cada día la paso encerrado en mi habitación, no hablo con nadie, no salgo, no como... Solo pienso en que él va a venir, brindarme amor entre sus brazos y besarme... Aquél beso... Pero que digo, si yo no le gusto, como él a mi.

La muerte es el fin de todo ¿No? Pues algún día mi vida habría de terminar. No sólo fue suficiente el bullying escolar y desprecio por parte de mi familia, sino que pierdo al amor de mi vida, y la esperanza en todo...

Comencé a caminar débilmente hacia mi baño individual que estaba dentro de mi habitación y cerré con pestillo la puerta. Debido a las pocas energías que eran la consecuencia de no comer ni dormir por las horas suficientes, decidí sentarme en el suelo, en bóxers y playera de resaque, con una pequeña y larga cuchilla en mano, tocando el filo de manera que no hiera mi dedo. Coloqué esta en la parte inferior de mi muñeca, presionándola con lágrimas en los ojos que ya estaban hinchados por las noches de dolor, y tracé un corte horizontal sobre los que ya tenía hechos. Mi antebrazo ya estaba totalmente marcado lleno de cortadas rojizas y recientes, dolía mas cortar sobre ellas pero de alguna manera me sentía satisfecho, que me doy lo que merezco. Repetí varias veces, dejando caer sangre en el suelo, justo cuando estaba haciendo un corte un poco profundo oí que golpearon la puerta del baño, alguien logró entrar a mi habitación y ahora quería entrar al baño, por lo que entré en pánico y mi mano resbaló. Corté de más.

Narra Rubén

Salí corriendo de casa, a pesar de que su casa no estaba lejos de la mía tenía que llegar lo antes posible. Moni me recibió con una sonrisa y me guió a su habitación, pero él no estaba ahí. Inmediatamente Mónica se preocupó, ella sabía que hacía Miguel cuando se encerraba en el baño.

-Se está cortando... -dijo ella con un tono que denotaba preocupación.

Así que golpeé la puerta. Se escuchó de adentro que un ligero objeto metálico cayó al suelo.

-Miguel ¡Abre la puerta! -volví a golpear la puerta y sus gritos se hicieron presentes.

-Déjenme en paz... -tras la puerta nos hablaba entre sollozos.

Logré abrir la puerta pues tenía mucha fuerza e impotencia en ese momento. Lo primero que logré ver fue a Miguel, llorando, con bastante sangre en sus brazos y piernas. Él miraba una cortada en específico que no dejaba de sangrar, hasta que me dirijo la mirada e instantáneamente mi corazón se rompió al verlo así. ¿Yo causé eso o...? Mónica me dijo anteriormente que su vida era patética y que era un depresivo sin remedio pero, cuando estaba conmigo, no lo era. Me puse de rodillas frente a él, no pude evitar llorar, y lo abracé. Si hubiera podido, no lo soltaría nunca. 

-S-si hubiera llegado antes... -escondí mi rostro en su cuello para que no me viera llorar.

-No, Rubiuh, el "hubiera" no existe... Estas aquí y eso es lo que importa... -lo miré a los ojos. Esos hermosos ojos negros, pero su piel comenzaba a hacerse mas pálida. Sin embargo, él sonreía.

Lo besé mientras lo cargaba para llevarlo al hospital lo más rápido posible, eso fue involuntario, pero sentía esa necesidad de tenerlo tan cerca mío y besar sus cálidos labios. Mónica solo lloraba desesperada detrás mío, ignorando el beso.

~-~-~-~

-¡¡UNA CAMILLA!! -Gritó Moni en la entrada de Emergencias, e inmediatamente llegaron unos doctores con la camilla.

Lo dejé en ésta y le pusieron un respirador, me iba a tomar de la mano hasta que cerró los ojos y su brazo cayó en la blanca sábana manchada de sangre.

-¿Mangel? ¡¡Mangel!! ¡¿Por qué no se mueve?! -caminé junto con ellos hasta que una enfermera me detuvo, diciéndome que no podía pasar.


El diario de Rubén || RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora