¿Ustedes no odian las reuniones familiares?
Fue la pregunta que hizo Jully en su grupo de amigas en WhatsApp.
Odiaba rotundamente las reuniones familiares, especialmente porque siempre se aprovechaban de su forma de ser al no negarse en cualquier favor, dado que siempre le piden cuidar a sus primos menores, y en ocasiones a los de su edad.
Pero no le quedaba de otra, su madre la había casi obligado, hasta que le dijo la palabra mágica.
—Si vas: pasas a la librería y te compras un libro. —Recordó esas palabras que la hacían ceder.
Tomó sus converse junto con un par de calcetas echas bola, tenía planeado ponerse los tenis en el coche ya que su madre la estaba esperando.
—¡Jully date prisa! —gritó mamá desde abajo.
—¡Voy! —respondió mientras bajaba las escaleras.
Su madre la examinó pero no dijo nada.
—No me veo mal, ¿o sí?
Llevaba una blusa roja con mangas negras de encaje y, un short negro y, unos pies descalzos hasta ahora.
—¿No tienes otra ropa? Pareces retrato, además llevas mucho negro.
—¿Y si se muere un pájaro? Al menos estaré lista para su funeral.
No respondió su madre pero mientras se dirigía a la puerta se estaba riendo.
—Puras estupideces dices.
—Mi especialidad —sonrió, no, más bien fue una mueca.
Salió antes que su madre, espero a que su madre abriera la puerta del copiloto pero seguía cerrando la puerta.
–Me estaba olvidando de papá, ¿va a llegar noche? —preguntó Jully.
—Ya sabes que sí.
Cuando logró cerrar por fin la puerta se dirigió al coche y Jully seguía esperando que le abriese la puerta, pero solo bajó el cristal.
—¿Qué haces? ¿Esperas algo? —bromeó su madre.
—JA, JA, muy graciosa.
Se rió y al cabo de unos segundos le abrió la puerta.
Como era de esperarse pusó música de banda su mamá, lo cual detestaba. Al separar las calcetas para ponérselas se dió cuenta que eran distintas. Una verde y otra de colores, ¡y traía converse de caña baja! Los calcetines se verían, sin duda alguna.
—Mamá —habló Jully algo molesta.
—¿Qué pasa?
—Mira.
—Estoy manejando, no puedo voltear.
Suspiró con pesadez y decidió decirle ella misma.
—Traje dos calcetas distintas.
—¿Y se ven mucho?
—Sí.
Primero hubo silencio, después la risa de su madre se escuchó en el carro, condenada —pensó Jully—.
—¿Y qué vas a hacer? —habló su madre después de tanta risa.
—Pues ponérmelas así, ya qué.
Y así lo hizo, aunque solo había dos opciones: o se ponía las calcetas o se ponía los tenis sin nada. Y al parecer la segunda idea no le agradaba, el pensar de que sus pies sudarían sin calcetas lo aborrecía.El lugar donde sería la reunión familiar la dejó algo confusa, normalmente son en casa de algún familiar, pero era en la plaza.
No dijo nada, Jully tenía dos cosas en mente: o comerían en el comedor de la segunda planta de la plaza O, comerían en el nuevo restaurante que acababan de abrir.
—¿Arriba o abajo mamá? –preguntó Jully al pasar por las puertas de cristal después de su madre.
Pero no le respondió. Había localizado a varios primos cerca del restaurante, sin duda sería ahí entonces.
—¡Hola Jully! Hace tiempo que no nos vemos —habló uno de sus primos, uno de los tantos.
—Te vi ayer cuando ibas a la escuela, Isaac —se encojió los hombros, Isaac era un año menor que ella e iba a la misma secundaria pero en el turno vespertino.
—Pero ni me saludas —se quejó.
—Hola Daniela —habló a una de sus primas igualmente un año menor que ella, no le agradaba tanto, pero a tener que dar explicaciones a su insistente primo era mejor eso.
—Holaaaa —saludó con un tono fresa, pero no intencional.
—¿Cuánto tiempo llevan esperando?
—Pues como veinte minutos, todavía no encuentran alguna mesa grande —hizo una mueca.Ya había pasado a saludar a sus siete primos, al parecer no habían asistido algunos, normalmente eran los más grandes, solo estaban dos más grandes que ella. Afortunadamente se llevaba bien con ellos.
Cuando por fin los llamaron para sus mesas ya habían llegado algunos tíos que se excusaron diciendo que estaban en la zapatería.
Su mesa estaba al fondo, junto a las ventanas que daban vista a las personas que venían a la plaza, o quizá al supermercado que estaba a un lado de la plaza.
Se sentó a un lado de uno de sus primos más grandes: Rupert, un chico pelinegro de diecisiete años. A su otro lado se encontraban los dos pequeños, Ismael de seis años y Jairo de cuatro años.Entre tanto alboroto Jully logró terminar sus flautas sin que alguno de sus primos le quitara alguna. Lo cual agradecía bastante.
De repente sintió un jalón en su manga.
—Jully, Jully, quiero un globo —hablaba insistentemente Ismael.
Decidió ignorarlo, odiaba un poco a los niños pequeños.
—Jully, quiero un globo, el payaso está aquí.
Visualizo a un payaso conversando con una mesera que estaba de espaldas. Al terminar la conversación se dirigió hacia ella. No, hacia su primo, quien le estaba alzando la mano insistentemente.
—¿De qué quieres el globo? —preguntó el payaso mirando hacia abajo, hacia su bolsa de globos.
—¡De un pene Jully! —bromeo el hermano menor de Rupert, Samuel.
Sonrío ante el comentario en broma de su primo, pero su tía, la madre de Samuel lo estaba comiendo y no de buena manera con los ojos.
Se había olvidado del payaso, cuando lo miró para pedirle disculpas el ya se encontraba haciendo una figura la cual no sabía de que era.
—¿Qué pediste Ismael?
—Al hombre araña.
Le sorprendió el hecho de que de verdad lo estuviese haciendo, no creía mucho en payasos y magos.
Al terminar le dió el globo, en efecto; del hombre araña. Sacó sus monedas que traía en el short.
—Toma —se dirigió al payaso.
—Por favor déjalo en la bolsa de aquí —señaló una de las dos bolsas de su delantal.
Dudó un poco y al ponerlo se le cayeron unas cuantas monedas, por lo cual tuvo que levantarse ya que el payaso estaba haciendo otro para alguien. Al recogerlas se sintió algo incomoda dado que al levantarse de nuevo estaban frente a frente y ella tenía la mano absolutamente metida en la bolsa.
Era guapo.alexbeatlemaniaca gracias por la portada tan guay*u*<3
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Pasos Torpes
Teen FictionY la belleza física sí importa. Pero cuando uno se enamora después de los sentimientos, ¿lo demás que importa?