Capítulo 3

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Pasaron las horas después del incidente en clase de matemáticas y la cabeza seguía dándome vueltas. No paraba de pensar en el chico misterioso. No sabía por qué el único recuerdo que tenia de él regresaba constantemente a mis pensamientos, tal vez era su voz ronca pero dulce la que me hacía recordarlo. Estaba segura de haberla escuchado en alguna parte y al parecer su presencia era importante para mí, ya que las únicas palabras que salieron de aquellos labios de sombra resonaban en mi cabeza como un eco constante. Afortunadamente mis pensamientos fueron interrumpidos por la campana del almuerzo. Finalmente iba a descansar del salón de clases, por fin iba a hablar con mis amigas sobre el incidente en aquel callejón.

Sin embargo, al acercarme a la puerta del salón pude notar que mis amigas no estaban, así que comencé a caminar por los pasillos de la escuela hasta que por fin di con ellas, y por lo visto no se encontraban solas. Se encontraban acompañadas por un chico alto de brazos y pecho fornido, cuyos cabellos negros completamente desordenados le daban un buen aspecto de chico rebelde. Aquel chico era realmente atractivo, y al parecer no había sido la única en notarlo ya que mi queridísima amiga Sara no le quitaba los ojos de encima. Eso me pareció realmente extraño porque en todo el tiempo en el llevábamos siendo amigas, que es demasiado tiempo, ella nunca había mostrado interés en alguien. Sara en lo general era demasiado fría con los chicos, especialmente con aquellos de apariencia rebelde como el chico que se encontraba a lado de ella, así que cuando noté aquella escena no pude evitar acercarme. A parte, necesitaba averiguar el por qué mis amigas me habían dejado sola cuando sonó la campana del almuerzo.

Cuando me acerque a mis amigas y a su acompañante pude notar que las dos se pusieron completamente nerviosas, en especial Sara. Al parecer se dieron cuenta de que el dejarme sola en el salón de clases no fue una muy buena idea. Por otro lado el pelinegro y yo nos mirábamos de pies a cabeza, parecía como si nos estuviéramos analizando cuidadosamente. Prácticamente nos habíamos barrido con la mirada.

–Hola chicas, ¿dónde estaban ?- les dije mientras me recargaba en el hombro derecho de Sara. –Hola Chris, ¿cómo sigues?,¿ya estás mejor?– me respondió con preocupación. ¿Mejor?, ¿de qué se supone que debería estar mejor? Según yo me encontraba perfectamente bien, bueno eso si omitimos todo lo ocurrido en mi casa, el callejón, en matemáticas; prácticamente toda la mañana.

–¿Mejor?, ¿De qué?– le pregunté mostrando confusión en mi rostro. –Cuando tocó el timbre nos acercamos a tu lugar, estabas muy concentrada. Tanto que no nos prestaste atención.– me respondió Sara. –Chris, somos tus amigas y sabes que puedes contar con nosotras.– adjunto Camile a la conversación. –Gracias chicas, pero no está sucediendo nada conmigo. Solo estaba pensando en algo de la clase de, clase de, matemáticas.– les respondí a ambas dándome cuenta que ese no era el momento correcto para contarles sobre mi dilema. A parte no estábamos solas, se me había olvidado que había un chico pelinegro escuchando nuestra conversación.

–Bueno chicas, cambiando de tema. ¿Quién es él?– les dije mientras observaba nuevamente al chico. –Verás Chris, él es ...–, – Déjame presentarme, yo soy Dylan, el nuevo estudiante de Argentina. 

El amor tras una sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora