CAPÍTULO 1

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    Era una fría mañana de invierno en la mansión Madergürg situada en las afueras de la maravillosa capital de Alemania, Berlín. Los señores Haffner preparaban una magnífica fiesta que tendría lugar dentro de tres noches a las diez en punto, asistirían personas de renombre entre ellos el canciller alemán, el señor Daillof y futbolistas como Johan Puhl. Los señores Haffner no sabían que el alto cargo del señor Haffner, que era el primer ministro y un hombre de confianza del canciller les podrían suponer problemas.No sabían que alguien los observaba, una persona que sería crucial para la velada que iba a acontecer dentro de tres días. Mientras en York, Inglaterra, un extraño sujeto,vestido con sombrero, gabardina, vaqueros y deportivas (un atuendo la mar de extraño) que solo dejaba entrever unas facciones afiladas, una fina barba marrón y unos vivaces ojos amarillos que observaban todo a su alrededor, entraba en el autobús a toda prisa, pagó rápidamente, y cuando llegó a su destino, la estación de High Center entró al fotomatón, cosa que no habría resultado extraña para nadie que estuviera en el vestíbulo en ese instante. Al entrar accionó un mecanismo pulsando un botón lo suficiente complejo para que solo alguien como Einstein lo pudiera crear –y así había sido-, a continuación en la pantalla apareció una mano, el hombre puso su mano encima de la pantalla que leyó sus huellas dactilares, cuando verificó el nombre del sujeto, Jack Lewind,la silla bajó por una trampilla hasta llegar a la base de operaciones de la OOSI, también conocida como Organización de Operaciones Secretas de Inglaterra cuya base estaba en York. La OOSI utilizaba un antiguo santuario celta para sus instalaciones, algunas paredes estaban llenas de runas que no se habían conseguido descifrar, cualquiera pensaría que estaría muy anticuado pero la OOSI estaba dotada de última tecnología. Y allí estaba él. 

Jack Lewind: Operación BrandeburgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora