Reencuentro (Wigetta)

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Al principio te encontrabas desconcertado, no recordabas cómo es que habías terminado encasa -más concretamente en la cama- con un sinfín de vendas cubriendo tu cuerpo esperando a que alguien te dijera el porqué del dolor tan agudo que parecía consumir tu cuerpo , de lo único que estás seguro es que habías partido de casa cuando había visto el pueblo vecino arder en llamas, tenías unas cuantas imágenes borrosas de ti mismo tomando tu espada, guardando arco y flechas, algunas pociones y posteriormente montando en Vicente para socorrer a quienes se encontraba en peligro.

- Ugh... - te cuesta respirar, sientes que en cualquier momentos el aire no entrará en tus fosas nasales, dejándote a merced de la muerte. Intentas esperar a que alguien venga a por ti.

- Vegetta... - entonces escuchas la voz de Luzu y un alivio recorre tu cuerpo, al menos alguien podrá ayudarte en caso de que tu cuerpo deje de reaccionar. - Lamento no llegar a tiempo... - esas palabras se quedan flotando en tu mente por unos segundos ¿Lo lamentaba? ¿Qué era lo que había pasado?

- Lu-zu... - tu voz suena tan extraña, como si te hubieses encontrado enfermo y la garganta se hubiese secado demasiado. - ¿Qué...? - no puedes concretar la frase cuando sientes una punzada en tu pecho, una sensación de ardor, como si alguien te hubiera apuñalado y estuviera abriendo la herida poco a poco.

- Shh... debes descansar, hemos logrado contener a Willy... - giras un poco el rostro, deteniéndote para observar detenidamente a tu amigo, tus ojos se centran en la mirada del mayor, puedes divisar en sus pupilas el cansancio y al mismo tiempo el dolor combinado con la pena. ¿Contener a Willy? Al principio no lo entiendes, sin embargo, tan solo segundos más tarde llega a tu memoria unos cuentos momentos perdidos de tus lagunas mentales.

Recuerdas haber visto a Willy en medio de las llamas, sujetando con fuerza una especie de espada de diamante, sin embargo esta era ligeramente más grande, con una empuñadura de plata incrustada de joyas, el brillo que desprendía era cautivador, sin embargo el aura alrededor de ella era oscura, demoniaca. El menor había girado el rostro para observarte con una mirada de superioridad, en sus ojos habías podido distinguir el alma oscura que había suprimido la ternura de tu compañero, la oscuridad de su odio y la sed de poder que parecía llamar a gritos a su sangre maldita. Tu habías bajado del caballo para acercarte a él, como si se hubiera tratado de una alucinación, habían pasado 6 largos meses desde que lo habías vuelto a ver.

- Hombre, Vegetta ¿Qué tal?... - recuerdas que descaradamente te había saludado, para posteriormente comenzar a caminar en tu dirección, siendo seguido por dos mobs orcos que repentinamente habían hecho de escolta a su "príncipe". Tú te habías puesto tenso y sujetabas con fuerza la espada encantada que Amana y los goblins habían forjado para ti en recompensa por salvarlos de un ataque de Serpientes gigantes, sin dejar de mirarle, observando cada detalle de quien alguna vez había sido tu pareja, tu amigo y tu compañero de aventuras.

- ¿Por qué has venido aquí? ¿No tuviste suficiente destruyendo el embarcadero del pescador Piri-pan?- preguntas con un tono de voz agresivo, cargado de odio y melancolía.

- Lo siento, pero el señor del mal nunca descansa... - él te sonríe, quedando a tan solo un metro de distancia tuya. Entonces vez sus ojos, los enigmáticos ojos verdes que tanto te gustaban habían adquirido un tono rojizo, sabías que eso era a lo que se refería Amana cuando les había alertado sobre el "Oscuro corazón" del que ahora era preso Willy.

Al principio no habías creído en las palabras de la diosa cuando te había anunciado que Willy había perdido la luz de su interior, que se encontraba ahora a lado del rey Cedric y sería nombrado como el nuevo señor del mal, que era demasiado tarde y que sería preso para siempre de la maldición "Oscuro corazón", tu habías pasado día y noche buscando entre los antiguos pergaminos algo con que combatirlo, pero los resultados no eran los deseados, lo único que podías hacer era contener la maldad, ralentizar el fragmento de oscuridad que poco a poco se clavaba dentro de su alma.

- Willy... solo tienes que entregarte y te ayudaremos - no quieres pelear, después de todo aun le quieres, aun sientes dentro de ti ese cariño hacia su persona. No quieres perderle.

- ¿Entregarme? ¿Para qué? Si esto es más divertido... - observas como de uno de sus bolsillos saca más TNT, dejándola caer a los alrededores, dándote apenas tiempo para esquivar las explosiones, sin embargo, recuerdas una que te ha pegado en seco, recuerdas haber comenzado a sangrar de un costado, intentando sujetar la espada para pelear por tu vida. - Mejor ven conmigo Vegetta, podemos tener este mundo a nuestros pies... - él te mira al otro lado del cráter que se ha formado por la dinamita, tu respiras con dificultad, levantándote poco a poco para comenzar con la pelea.

- Nunca... yo protegeré la luz sea cual sea el precio... - son las últimas palabras que recuerdas haberle dicho, posteriormente solo tienes en la cabeza imágenes de su magia contra tu poder, el dolor de cada herida que te propiciaba, la oscuridad que te atacaba y lo sofocante de los restos calcinados del pequeño pueblo, la esencia de la muerte que fortalecía a Willy.

- Conseguimos encerrarle en una de las laderas de la montaña contaminada que hay un poco más al sur, Frank se encuentra en estos momentos con Alex custodiando el campo de fuerza que han colocado los dioses... - ves a Luzu intentando sonreír un poco, como si esa fuera las buenas noticias. - Amana ha enviado un mensaje a través de los monjes del templo, diciendo que irá a ver a Willy para alentar la maldición que le está consumiendo... - tú no sabes que pensar, sientes ese dolor emocional que desde hace meses cargas, dejando -luego de mucho tiempo- que las lágrimas escaparan de tus ojos.- Podemos intentar recuperarle... - te dice como último.

La historia de los Guerreros -Karmaland- (Fanfic yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora