La hora muerta

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Ya falta poco para que mi cuerpo deje de existir.
Que irónico, yo, que evité que la vida cumpliera su ciclo en mucha gente, me veo ahora siendo víctima de su voluntad. Todo fue en vano.
Son las 3:00 de la mañana, me gusta esta hora... Es perfecta, silenciosa, deliciosa.
Recuerdo que una de estas madrugadas desperté de repente, siendo entonces las 3:12.
Me fui a escondidas de mis tíos con el cuchillo entre el cinturón y el pantalón; el suéter me caía mas abajo de la cintura así que lo camuflaba muy bien.
Solitaria la calle, oscura a pesar de los postes de luz tenue que se hallaban a cada esquina, caminé a ningún lado... En busca  de más víctimas.
Caminé por varios minutos hasta llegar a la esquina de un prostíbulo donde tres mujeres me rodearon  de  inmediato; me acariciaban...  —Que guapo niño— dijo una —Aquí esta tu mami, bebe.
Les indiqué con la cabeza un callejón, ahí dejé que abusaran de este pobre indefenso... Bueno, ni tan indefenso.
Cuando me quitaron el suéter se dieron cuenta de que este Niño de mami no lo era tanto.
Las tres retrocedieron al instante y al notar que sacaba el cuchillo de su lugar intentaron correr, pero sus tacones les dificultaron la hazaña...  Tomé a una por el pelo y la tiré contra el suelo, el miedo la inmovilizó... Gritaban, pero sus gritos, además  de parecer orgasmos, eran ignorados por el silencio de la hora muerta. Una de las otras trastabilló y se partió el talón, cortesía del tacón. Calló al suelo y perdió el conocimiento; A la otra me tocó acuchillarla por la espalda, tres seguidas.
Regrese arrastrando a la muerta por el cabello hasta donde estaban las otras. Patee el rostro  de la desmallada, luego la apuñale  seis veces y al llegar a la otra, era demasiado tarde... Yacía muerta con los ojos abiertos como si hubiese visto el horrible rostro de la muerte en mi cara, pero sin embargo debía acuchillarla, seis más a lo largo de su abdomen...
En la pared del costado izquierdo del callejón, sobre los tres cuerpos amontonados escribí con sangre: Tres y doce suman el numero de culpas aquí exoneradas.
Al llegar a casa arrojé la ropa roja de sangre a la basura y me di una ducha con la misma sonrisa de antes... Ahora eran las 3:57. ya casi pasaba la hora muerta, esperaba a que algún investigador captara que el numero de puñaladas habían sido la hora exacta en que desperté. Fue mi primera pista.... La primera y la ultima maldita pista.

Anecdotario De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora