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Mia

—No tomes mucho, no queremos que después Samuel se ande quejando de tu irresponsabilidad. — Derek susurra en mi oído y procede a sentarse en la silla vacía que está a mi lado.

— ¿Hay que temerle a Samuel? — Rio y él solo agacha su cabeza con una pequeña sonrisa.

—No, pero sabes lo intenso que se pone. — Revuelve mi cabello, se para de la silla y quita el vaso con alcohol de mis mano. Me quejo.

—Eso era mío. — Él solo se aleja y alza el vaso al aire como si estuviera brindando y con sus labios pronuncia un "era".

Idiota.

— ¿Sabes algo? Te lo preguntaré de nuevo porque ahora estás borracha y me parece una buena ocasión para sacarte información. — Kendra aparece delante de mí con una botella  vacía en su mano y se sienta en la silla que Derek desocupó hace unos segundos.

—No. — Suelto mi segundo quejido de la noche —No puedes hacerme esto señor. — Susurro mirando hacia el techo tratando de que Dios me escuche. Ella se ríe.

—Deja de quejarte y cuéntame qué pasa entre ustedes. — Levanta una ceja hacia mi —Y no me digas que le pregunte a él porque es peor que tú para evitar hablar de esto, créeme. — Se apresura a decir.

—No quiero hablar de él. — Ruedo mis ojos y tomo la botella para servirme otro vaso de alcohol.

— ¿Pueden hacerme ésto mucho más fácil? No saben lo difícil que es ayudarlos si no me dejan. — Ahora es ella quién me quita el vaso y se lo lleva a la boca dejándolo vacío en un momento.

No me dejan divertirme.

—Tal vez no queremos que nos ayudes. — Suelto, ella frunce el ceño y después suspira.

—Bien, ya van dos veces que me lo dicen. No quieren mi ayuda y los entiendo, pero son mis amigos y no puedo hacer como si nada, ¿Entiendes? No puedo simplemente fingir que nada le pasa a Nathan. — Hace un puchero y ahora que la veo de cerca puedo notar que está igual o mucho más tomada que yo.

—Bien, demonios. — Cierro mis ojos y masajeo mi sien, me siento un poco mareada —Él es un idiota. Es lindo un día y al otro hace como si no existiera. No entiendo por qué lo hace, he buscado entre los mensajes que compartimos para ver si era yo la que dañaba todo, pero no, simplemente él es así. — Trato de buscar mi teléfono en mi bolsillo trasero para poder llamar a Mitchell, el novio de Chloe.

Quiero irme.

—Mia, sé cómo es Nate, y sé que tú le gustas pero él tiene miedo de esto porque es algo nuevo para él. — Frunzo el ceño —Sí, sé también que ha salido con muchas mujeres, pero nada sentimental. Entonces llegas tú, una chica guapa, inteligente, a lo que él llama "peculiar". Él ha tenido como 2 relaciones serias y la más larga fue de 8 meses. No quiere herirte, ni tampoco a él mismo. — Toma el teléfono de mi mano y lo mete en su bolsillo. Suspiro.

Bien, tiene un punto. Pero él no puede hacer eso como si fuera lo más normal del mundo. Siendo lindo (y me atrevo a decir que hasta tierno) por mensajes y un tonto cuando nos vemos. Entonces juega con mi cabeza y con mis sentimientos como si no le importara una mierda.

—Bien, pero no voy a soportar eso mucho tiempo, y tú lo sabes. — Le dije antes de dar la vuelta en busca de un baño.

La casa de Dillon está llena de gente, literalmente. Hay personas por todos lados, la mayoría fumando, haciendo que toda la sala se llene de humo.

Necesito aire.

Trato de pasar a las personas pidiendo permiso y a otras solo las empujo (porque están muy entretenidos con el espectáculo de una morocha) para poder llegar a la puerta que me da hacia la salida. Olvidemos el baño, me siento drogada.

Logro estar afuera después de casi golpear a un tipo que no me daba espacio para salir, sí, así de lleno está éste lugar. El aire llega a mis fosas nasales y puedo respirar en paz, ¡Aleluya!

Necesito un taxi, de verdad quiero irme.

—Mejor vete Skate, eres un estúpido de mierda. — Escucho una voz femenina gritar por algún lado de la entrada. No metía cuando dije que me siento drogada.

Definitivamente no fue una buena idea venir. Palpo sobre mis jeans en busca de mi teléfono y después recuerdo que Kendra lo tenía la última vez. Mierda.

De pronto chocan contra mí y casi caigo de cara al suelo de no ser porque la persona que iba distraída (o qué sé yo) es más rápida y me atrapa.

—Mierda. — Es lo único que dice, y solo con eso sé de quién se trata.

Él me suelta de la cintura y alzo la vista, está parado frente a mí con una gorra hacia atrás y unos lentes, cosa que no tiene ciencia porque es de noche.

» Disculpa, tengo que irme. — Dice apresuradamente apunto de seguir su camino — ¿Estás bien? — Regresa a su sitio, al frente de mí y me mira escaneando toda mi cara. Asiento —No te ves muy bien, ¿Segura que estás bien? — Está vez toma mi cara entre sus manos e inspecciona con más atención.

¿Estoy bien? No. Me siento mareada.

—Estoy bien, solo quería ir a casa, pero Kendra se ha quedado con mi telé... — Quita su mano de mi cara y me interrumpe.

—Puedo llevarte, estaba a punto de irme. — Muestra las llaves de su auto y dudo un poco. Estoy ebria, no lo niego, pero no tanto para montarme en un auto con alguien que ha tomado. Capta rápidamente mi mirada —No he tomado. — Levanta sus manos al aire rindiéndose.

Acepto solo porque quiero irme a casa y no quiero volver a entrar a esa casa a buscar mi teléfono, después Kendra me lo dará.

—Bien, entonces vamos.

Mia; Instagram «Skate Maloley»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora