Lloró, con el frío tocando sus tripas y la soledad acuando su cuerpo en la noche más triste que su mente pudo presenciar. A decir verdad, la pasó mal. Demasiado mal. Rasguñó sus ojos, tanto que sangraron pero no fue consciente de eso, él aún no puede aceptar su realidad. Se levantó y se cayó por todas partes, regando parte de su humillación sea donde sea que toque; al final terminó con el hombre golpeándolo y recordándole cuán débil se veía, ¿qué más? No pudo dormir, no pudo meterse en un mundo de fantasías en donde él tenía su vista de nuevo y todo allí era tan mágico y dulce. Ahora tenía partes del cuerpo gritando en dolor, el alma echa añicos y la mente cansada; estaba decayendo tanto que no sabía cómo podía pasar así, de la nada. Gritó demasiadas veces, hasta que la garganta se le secó y luego lloró hasta que sus mejillas ardieron. Nadie vino a su búsqueda, la verdad es que tampoco se esperaba por alguien. No esperaba a un dichoso "ángel" a sacarlo de ahí diciéndole que lo salvaría y que como un milagro encontraba la cura para su ceguera; es tan consciente se que esas cosas no pasan en su vida ni con él. Ahora está abatido, con el cuerpo magullado y la boca seca; no hay nadie para él en esos momentos y es cuando se pregunta, ¿tendré padres? ¿hermanos? ¿algún familiar acaso? Y se le hace la cabeza mierda de tanto pensar, se retuerce entre la curiosidad tan palpable como su inutilidad.
Al final, terminó durmiéndose; con la mente echa mierda y el cuerpo quejándose débilmente. Soñó de vuelta que volaba, sonreía alegre porque sus ojos veían la luz; la luz de un mundo precioso, casi mágico. Donde la pureza irradiaba de sus puros, inundando su alma, llenándola con aquello que podría tapar su soledad pero... era demasiado para un sueño casi perfecto, se despertó con la voz de aquel hombre gritándole la cara y dándole empujones.❝Levántate. No has meado y no te limpiaré si te meas encima.❞ el hombre gruño y lo tomó por el brazo, arrastrándolo.
Para su cuerpo dolorido pasó una eternidad hasta que el olor a perfume inundó su nariz. Un olor dulce, que le causó estragos. Odiaba el olor dulce.El hombre lo tomó por los hombros, sintió como sus dedos se afectaron a su piel fría y de repente le bajó el pantalón, así, sin más. Sin sentimientos o vergüenza alguna, quitó su pantalón con frialdad y luego lo abandonó bajo el agua fría que caían sobre su piel como pequeñas piezas de vidrios. Clávandose en su piel, destrozando con su paso cada parte humana que había en él. Lo hirió, hizo mierda su cuerpo y luego terminó por rajar toda dignidad que había en su cuerpo. El hombro tomó su pene y se lo lavó, gruñéndole en el oído. La camiseta que traía se volvió pesada en su figura y como si aquel desconocido supiera cada cosa que cruzaba por su cabeza, le arrancó la camiseta raspándole los brazos con la tela. Él gruño repuesta y el ajeno lo empujó hacia delante haciendo que su nariz choque contra el muro. Estaba débil, presionado contra la pared y alguien quién desconoce. Todavía tiene la razón de preguntarse, ¿quién es él? ¿quiénes son los demás? Eso daba vueltas por su cabeza, con tanta frivolidad que le dolía la cabeza de pensárselo una y otra vez, con repuesta nula al asunto que merodeaba por su cabeza.
El ajeno tocó todo su cuerpo, pasó sus manos por su trasero y le apretó en medio de la ducha; también colocó sus manos en su pecho y atrajo su cuerpo húmedo chocando contra el abdomen del ajeno. Se avergonzaba, sí, demasiado. Sentía ganas de escupirle al otro pero no tenía ojos como para darle un puñetazo o pelear por su cuerpo por él mismo. El agua se apagó pero el hombre se ensañó en quedarse en esa postura, sosteniéndolo, ciernéndose en su cuerpo con tanto apego que le incomoda. Se siente estúpido y más de lo que debería.
Y no pasó nada más, se quedaron así con frío escurriéndose entre sus tripas y circulando por sus venas. Volvió a gruñir, moviéndose hacía todos lados sin conocimiento; tratando de escaparse del humano detrás suyo, casi tropieza al intentar escapar pero el otro clavó sus dedos en su piel y lo tiró hacia atrás; está vez su cuerpo quedó frente a frente con el del ajeno, lo supo porque la nariz del hombre chocó en su frente; notó también que había una gran diferencia de altura, y de fuerza. Ninguno habló, pero el ambiente era tosco e incómodo. Le hacía querer tirarse al suelo y llorar hasta dormirse y ver aquel mundo donde realmente sus ojos funcionaban.
Sus labios temblaron, al igual que sus piernas que se sentían caerse en cualquier momento, como un peso muerto e inútil. Tenía miedo, debía admitirlo; tenía miedo de no saber como se veía y quién lo veía, ¿y qué si se encontraba en prisión por algo que no recordaba? Se acobardó y su cabeza dejó de planear como escapar, se convirtió en un sumiso ante la vista del ajeno que aún lo sostenía. Chupó sus labios tratando de beber un poco el agua que había en estos y luego subió sus manos hacía el rostro del hombre; tenía sed, recién se percataba de aquello. Sollozó en el frío que surcaba en su cuerpo, tocando el rostro del hombre y dándose cuenta que le dolía el saber que el otro podía ver, y veía perfectamente. Tocó sus labios, sus pómulos, su nariz y por último llevó sus dedos hacia los ojos del más alto. Deseo poder ver, tener aquellos cuencos con vida en su rostro; deseo poder ser él el que lo miraba con ¿desprecio? ¿desinterés? Pero, ¿qué más daba? Soñaba demasiado, tanto a decir verdad. No podía ya hundir su cuerpo entre las cobijas calientes y apoyar su cabeza entre la fría almohada para descansar una vez más. Estaba destruido, así como perdido. Se sentía un náufrago, en medio de un infinito océano oscuro, con la luna cubierta por el cielo nocturno; no podía ver nada, ni siquiera sus manos para saber si la sal las había chamuscado. Veía solo la oscuridad de una noche infinita, podía sentir bajo sus pies todo el mundo moverse en una coreografía sin un fin, pero sus ojos solo contemplaban la oscuridad desesperante que sus ojos solo podían presenciar.
Se destruyó a sí mismo, con el pensar sin parar. Los gritos sordos y las palabras ensordecedor que golpeaban doloroso en su oído. Sabía que era de vida o muerte la vista, pero de todas formas ahí estaba él, desnudo, con el cuerpo temblando y los ojos de alguien desconocido observándolo atentamente. Y cerró sus ojos, lo supo porque sus pastañas descansaron en sus pómulos como su cuerpo quería hacerlo sobre la calidez de las sábanas. Quería poder dormirse y perderse entre la fantasía de algo que bien claro tenía que no existía. Se derrumbó ante la idea de morirse así, y cayó sobre los brazos del ajeno. No le importó cuánta vergüenza podía pasar, solo supo que quería dormir. Desea desde el fondo de sus entrañas poder dormirse y solo ver el sol amaneciendo suavemente. Deseaba ver; deseaba tanto ver...[...]
Despertó otra vez, su cuerpo se sintió cálido, sintió por primera vez desde que abrió sus ojos calidez; algo humano desde que estaba ahí. También sintió la piel de alguien ajeno contra sus pómulos, le ardían las mejillas y el cuello.
❝Veo que has despertado. Te demayaste en el baño.❞ es el hombre, otra vez. Su aliento sopla en su rostro, es un aliento agrio pero no feo. Se siente como si hubiese probado algo con menta.
También se dio cuenta que aún seguía desnudo, su cuerpo se queja otra vez pero en un maullido débil, casi tímido. Tiembla ante el tacto del hombre y se aparta apenas un poco, queriendo de nuevo más repuestas. Estaba ansioso.
❝Yo...❞ se sentía raro al hablar. Sentía como si hace muchísimo no lo hiciera y le ardió la garganta cuando habló. ❝Q-quiero saber dónde estoy, quién soy y quién eres.❞ volvió a acobardarse, sus músculos encogiéndose en su lugar tratando de verse más pequeño.
❝Tengo que cuidarte. Por eso estoy aquí. Estamos en mi casa y tú eres, mh, alguien.❞ ¿alguien? ¿qué clase de repuesta era esa? No respondía a nada de lo que él realmente quería saber. ¿Por qué estaba ahí? ¿de qué lo cuidaba?
❝Pero, pero...❞ hizo una mueca, frunciendo el ceño y tocó la cama ubicándose correctamente. ❝Por favor, te lo pido. No recuerdo nada, ¿por qué estoy ciego? ¿cómo me llamo? ¿en qué año estamos? Dime, te lo suplico.❞ su voz tembló, ante la sensación de desasosiego. Perturbado y herido mentalmente.
El hombre se movió y pareció una eternidad hasta que se puso detrás suyo y lo alzó parándolo sobre el suelo. Sus pies sintieron la madera fría y aquella sensación recorrió nuevamente por su cuerpo. Gimió en voz baja, miles de vidrios clavándose en cada paso que aquel desconocido le hizo dar y de la nada, pararon. El hombre besó su mejilla y se fue, lejos; demasiado lejos hasta dejar de sentir su presencia y el ambiente pesado que se generó. ¿Qué sucedió?
Alzó su mano y tocó algo frío, un espejo. ¿Por qué lo puso frente a un espejo sabiendo que él no podía ver? ¿qué clase de estúpida broma de mal gusta era esa? Se preguntó que pretendía aquel ser al hacer eso. Aumentaban sus ganas de mirarse; porque quería, realmente quería poder verse frente a aquel espejo y saber, descubrir por fin, lo que aquella persona le ocultaba.
Lloró una vez más, lágrimas cayendo por su cuerpo y quemándole el alma. Fue tan cruel, tan doloroso el saber y darse cuenta que no era nada sin su visión. También se cayó, las piernas le fallaron y cayó cuando su cuerpo volvió a entumecerse por el frío. Y siguió llorando, acurrucado entre la agonía de su cabeza y la frialdad de alguien quién desconocía.

ESTÁS LEYENDO
S L E E P .
FanfictionCuando te metes en un mundo del hipersomnio, la fríaldad y la soledad.