Capítulo 2

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YoonGi sentía que seguía cayendo, cayendo y cayendo. Parecía no haber fin de eso. El viento se arremolinaba alrededor del cuerpo del pequeño chico, sus delicadas extremidades girando y agitándose en el aire mientras la frágil figura descendía.

Cayendo, cayendo, cayendo... y luego nada.

YoonGi se sintió caer contra lo que parecía ser una superficie dura. El suelo debajo de él era frío y áspero, raspando la piel delicada del pequeño chico, lo que le causó hacer una mueca de dolor por el malestar. Justo cuando YoonGi estaba a punto de abrir los ojos, oyó un ruido fuerte seguido por el peor dolor que había sentido en su vida.

Caía de nuevo hacia el suelo, YoonGi vagamente escucho fuertes sonidos huecos y gente gritando. Se deslizó en la inconsciencia con un solo pensamiento en su mente...

La vida en la Tierra es una porquería...

***

— Señor, juro que no tengo ni idea de dónde vino. Yo estaba conduciendo y entonces apareció de la nada en la calle.—

— Hoseok, los chicos no aparecen mágicamente de la nada. Sólo porque atropellaste al chico no significa que puedas dar excusas.—

— ¡Pero yo no lo atropellé, de verdad, fue como si acabara de caer en la calle del medio de la nada!.—

YoonGi abrió los ojos, desenfocadamente adaptándose a su nuevo entorno. Mirando hacia abajo, parecía que estaba en una cama decorada con sábanas de color blanco y una cantidad horrendamente grande de lujosas almohadas de oro. Las paredes de la habitación eran rojas y también tenían una colección de pinturas que YoonGi sabía que iba a tardar años para apreciarlas de verdad. El chico parpadeó un par de veces. Aquí todo era mucho más oscuro que en el cielo, por lo que le tomó un poco para acostumbrarse.

— ¡Oh, está despierto!.—

YoonGi rápidamente volvió la cabeza para ver a dos hombres mirándolo. Uno de ellos era delgado y de piel bronceada, con una mirada de disculpa en su rostro. El otro hombre era un poco más alto y lucia tranquilo, con una cara amable y pelo rizado que estaba cortado justo por encima de la nuca de su cuello. YoonGi sonrió a los dos hombres. Ambos se veían bien y eran casi tan hermosos como los ángeles a los que él estaba acostumbrado a ver, por lo que lo puso más cómodo.

— Hola.— Dijo el hombre de pelo rizado, su voz era profunda y ronca, tan diferente a la dulce y melodiosa voz que YoonGi había escuchado toda su vida.— ¿Estás bien?.—

YoonGi intentó asentir con la cabeza, sólo para sentir un dolor punzante a través de su cráneo. Gritó y se tomó la cabeza, haciendo un puchero lindamente. El hombre de pelo rizado se rió un poco.

—Tu cabeza probablemente duela un poco, ya que fuiste noqueado en el suelo después de golpearte.— Explicó con calma.— ¿Te acuerdas de tu nombre?.—

— YoonGi.— Gimió el chico, todavía con la cabeza palpitante.— Min Yoongi.—

— Bien, YoonGi, ¿puedes decirnos cuántos años tienes o dónde vives?.— Preguntó el hombre de pelo rizado.

YoonGi negó con la cabeza, con su puchero creciendo aún más.

— ¿Por qué no? ¿no te acuerdas?.— El hombre siguió preguntándole con voz tranquila y relajante. YoonGi negó con la cabeza una vez más.

— No puedo decirte mi edad porque eres un extraño.— Respondió YoonGi con seguridad. No sabía mucho sobre la vida humana, pero cada vez que miraba hacia abajo en la Tierra, siempre veía a las madres diciéndoles a sus hijos que no dieran información personal a extraños. El ex ángel pensó que era una extraña costumbre humana.

El Sonido De Un Campana [Sukook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora