Microondas y más

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- ¡¿Se puede saber qué mierda fue eso, Tetsu?!

- Lo siento, Aomine-kun.

Corrían de regreso debajo del aro que tenían que proteger de, lo que sabían iba a ser un ataque más poderoso que el anterior, sólo logrado por la creciente confianza del equipo rival durante el partido. Los 5 en juego estaba inusualmente exhaustos, como si no hubiesen estado entrenando día y noche como en realidad habían estado haciendo; incluso habían asistido a un campeonato de verano del que casi no habían salido con vida, todo cortesía de su amable pero a veces brotado Capitán del equipo de baloncesto del Instituto Teiko.

- Ya está bien, Aomine. Un error lo comete cualquiera. Kuroko, por favor, trata de no estar tan distraído la próxima vez.

La voz de Nijimura, su actual capitán, les llegó fuerte y clara pese a que el hombre se hallaba corriendo a una velocidad infernal tras Akashi, quien parecía más dispuesto a huir del otro que aprontarse a proteger el área. La frase había sido una como cualquier otra, ausente de amenazas o una verdadera reprimenda...pero el "ya está bien" y el "próxima vez", significaban literalmente sangre. Su sangre, la de ambos.

Estaban llegando al final del segundo cuarto en un partido contra un Instituto que, según las referencias de Momoi, no tenía absolutamente nada de especial en su equipo de baloncesto. Tenía jugadores buenos, pero no maravillosos, y considerando el alarmante progreso que estaba haciendo toda la Generación de los Milagros últimamente, el marcador no estaba reflejando la verdadera diferencia. Iban ganando, si. Pero por demasiados pocos puntos. Y todo el tiempo cometían errores, uno tras otro, y no era sólo Kuroko, sino incluso Akashi, como si estuviera nervioso por algo.

La mirada asesina de Nijimura les llegó a todos y cada uno de ellos; incluso a Murasakibara y a Kise, quienes se encontraban en la banca luego de que el titán había cometido 5 faltas y Kise le había pasado el balón al equipo contrario en más de 3 ocasiones.

- Ahí vienen. Akashi.- ni siquiera lo miró, simplemente le nombró y el aludido, saltando en su sitio, se acomodó mejor en su lugar.- Se puede saber qué les pasa a todos ustedes? Les daré la paliza de sus vidas si no conseguimos bloquear el siguiente punto, y que conste que necesitamos terminar el encuentro con 5 jugadores, no sólo conmigo.

- ¡Si, Capitán!

No pudieron evitar que encestaran. Kuroko notó, en un momento de lucidez dentro de la descoordinación extraña que estaban sufriendo ese día, que Nijimura poseía a su alrededor una especie de aura negra, densa y peligrosa, que lograba que los jugadores, incluso del equipo contrario, se alejaran raudamente de él. Su capitán, por su propia cuenta, encestó 3 canastas seguidas, una de ellas de 3 puntos, sin siquiera dirigirles la palabra. Ni siquiera a Akashi, quien era el vice-capitán y parecía sufrir de alguna especie de brujería que afectaba a todos por igual.

Bueno, Kuroko vio el balón en la posición y el lugar exactos para uno de sus pases y por instinto, se escabulló también en el lugar exacto para realizar el pase; por el rabillo de sus ojos evaluó en un segundo quienes estaban disponibles para alcanzarles el tiro, pero antes de darse cuenta de lo que había hecho, ya lo había golpeado y el balón seguía velozmente un curso concreto.

Las manos de Midorima.

Oyó gemir a Aomine y Midorima a sus espaldas, dándole a entender el grave error que acababa de cometer.

Los tres observaron a Midorima; le temblaban levemente las piernas, y las apretaba como si se estuviese por hacer pis en vez de estar preparándose para el tiro de 3 puntos destructivo que necesitaban para amedrentar a sus enemigos. Estaba sudando mucho más que ellos y sabían que el pobre muchacho sabía, que los 4 lo estaban observando. Sobre todo Nijimura.

El otro ítem de la suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora