Un lugar de ensueño

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Ahí estaba ella en la soledad de su habitación. La maleta sobre la cama poco a poco se llenaba con su ropa y todo lo necesario. En dos días se iba de viaje; un viaje tan ansiado y esperado como el día a la noche.

-Maytecita, ya estoy aquí. -sentí la voz y los pasos de aquel hombre que me robaba el sueño. -Hola. -levanté mi vista y lo mire apoyado sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Gordito. -sonreí. Manuel camino hasta mí, me tomó por la cintura y dejo un dulce beso en mis labios.

-Pensé que ya habías terminado. -observo cada rincón de la habitación con un gesto de angustia. Había ropa, zapatos y cualquier tipo de cosas digno de una mujer. Me mordí el labio nerviosa.

-Ya voy terminando, gordo. -sonrió. -¿La tuya esta lista?

-Sí, de hecho ya está en el auto.

-Que rápido señor Mijares. -reí.
Manuel preparo la cena mientras ella terminaba de hacer su maleta y acomodar el desastre de su habitación.

Durante la cena hablaron de trabajo, familia, política, amistades en fin.
Esa noche durmieron juntos, ya que al día siguiente Mayte debía viajar a otra ciudad para dar un concierto y regresaría el domingo en la mañana para recoger sus cosas e irse de viaje.

Domingo, 10:45 am.

-May, ya vámonos. Se nos hace tarde. -gritó parado al pie de la escalera.

-Listo gordito. -baje casi corriendo.
Salimos de mi casa y dos horas después estábamos dentro del avión.

Fue un viaje sumamente largo. Hicimos dos escalas, la primera en Los Ángeles, California y la segunda en Hong Kong. Fueron alrededor de 39 hrs de viaje hasta que por fin llegamos a nuestro destino; Bali, Indonesia.

Un lugar de ensueño, así lo llame desde el momento en que decidimos hacer este viaje.

Nos hospedamos en el hotel "Gajah Mina Beach Resort"  ubicado en la localidad de Tabanan.

Lo primero que hice al obtener conexión Wi-Fi en mi celular, fue escribirle a Manuel.

"Gordito, por fin llegue al hotel. No sabes cómo te extraño, espero que estés bien. Te amo."

Una semana había pasado desde el momento en que Mayte y sus compañeras de viaje habían llegado a Bali, todos los días recibía un mensaje de Manuel y ella le enviaba las fotos que se había sacado, pero hace dos días que no le respondía. Dos días en los cuales lo lleno de mensajes y nada.
Ese día, viajaban de Tabanan a Ubud. Durante todo el trayecto ella no hacía más que pensar y preguntarse el porqué del silencio de Manuel. Todo estaba muy raro.

Estaba en el aeropuerto de Ubud esperando por mis compañeras de viaje que no sé en que momento se me perdieron de vista, cuando de pronto sentí unas manos grandes y masculinas cubrir mis ojos. Solté un pequeño grito y escuche su risa, esa risa que para mi era la más maravillosa.

-Hola Maytecita. -susurró en mi cuello y todos mis vellos se erizaron. Sí, es él, no estoy alucinando esta aquí. Sonreí y puse mis manos sobre las de él.

Mi corazón bombeaba con fuerza, quitó sus manos y camino hasta ponerse frente a mi. Lo mire fijamente por casi un minuto, lo rodee con mi brazos y bese suavemente sus labios.

-¿Que haces aquí? ¿Por que no me dijiste? -me mantenía abrazada a su cuello y él me tomaba firme de la cintura.

-Porque si te decía no era sorpresa.

-Me preocupe mucho gordo, pensé que estabas molesto y me angustiaba no saber porque. -dije acariciando su barba.

-¿Molesto? -soltó un pequeña carcajada. -Ya ves que no, pero vámonos nos espera tu otra sorpresa -me beso la punta de la nariz y yo sonreí.

-¿Otra más? Con que estés aquí me es suficiente.

-No digas nada, sólo vamos.

-Pero y..

-Ellas ya se fueron a su hotel. -sonrió y ladee la cabeza mientras sonreía. Condenado, ellas fueron sus cómplices y yo caí redondita.

Tras doce minutos de viaje en helicóptero, llegamos al hotel "Viceroy Bali" situado en las montañas de Ubud.
Manuel ya tenía hecha la reservación, así que busco la llave y nos dirigimos a nuestra Villa. Al entrar quede fascinada, la habitación era amplia y perfectamente decorada para una pareja de enamorados. Sonreí.

Manuel abrió las puertas que daban a la terraza, me tomó de la mano y salimos. Teníamos piscina privada, mjum cuantas cosas podríamos hacer ahí. Reí al imaginarlo y él me abrazo.
Caminamos por la terraza y nos subimos a una especie de tarima. Desde ahí la vista hacia el "valle de los reyes" era espectacular. Me sentí en completa paz rodeada de toda la naturaleza de Bali.

-¿Te gusta? -susurró en mi cuello.

-Muchísimo gordito, es.. Perfecto. -sonreí y voltee mi rostro para besarlo.
Decidimos darnos un baño y cambiarnos. Salimos hacia el área de la piscina del hotel, nos acostamos en un camastro y vimos el sol esconderse tras los árboles.

Un empleado del hotel le hizo señas a Manuel.

-Ya vuelvo mi amor. -me beso y fue hasta donde estaba el hombre. Hablaron menos de cinco minutos y Manuel volvió por mi. -¿Vamos? -extendió su mano y yo la tomé.

-¿A dónde? -sonreí.

-A ser felices -me abrazo y caminamos así por todo el hotel hasta llegar nuevamente a nuestra Villa. Entramos y enseguida tomó un pañuelo que estaba sobre la cama. -te voy a poner esto en los ojos. -asentí, se acercó a mi y vendó mis ojos.

-¿Y me voy a quedar aquí parada toda la noche? -lo escuche abrir las puertas que daban a la terraza.

-No, ahí voy. -dos minutos más y sentí sus manos tomar mi cintura, caminamos un poco y quitó la el pañuelo de mis ojos. Parpadee varias veces hasta acostumbrarme nuevamente a la luz y sonreí al mirar toda la terraza llena de velas y pétalos de rosas. Nos acercamos a la mesa y me ayudo a sentar, para luego él hacer lo mismo. Yo no dejaba de ver todo, era sumamente hermoso.

-¿Te gusta?

-Me encanta, está muy hermoso. -sonreí.

Durante toda la cena, no deje de mirar ni un segundo a Manuel, detallé cada centímetro de su rostro como sí nunca antes lo hubiese hecho. Sus arruguitas a cada extremo de sus ojos cada vez que sonríe me vuelven loca, su pelo y su barba con una que otra cana lo hacen ver mucho más interesante y guapo, sus labios delgados y rosados que me hacen volar hasta el mismo cielo cada vez que me besa.

-Maytecita, ¿estas aquí? -dijo pasando su mano frente a mis ojos para traerme a la realidad.

-Eh, si, sí gordito. -bebí un sorbo de vino. -¿que me decías?

Manuel sonrió.

-Nada, nada mi amor. ¿Está rica la cena? -acaricio mi mano con su pulgar.

-No tanto como tú. -reí, rasque mi pecho y volví a probar el vino, estaba delicioso y si seguía bebiendo así iba a terminar muy mal.

-Me encanta que a pesar del tiempo que llevamos de estar juntos, te sigues poniendo así. -dijo con voz seductora y me derretí mucho más.

-¿Así como? -lo mire fijamente.

-Nerviosa.

-No, no lo estoy. -sí, si lo estaba. Dios santo, esto es culpa de Manuel te quito el aliento con una mirada Mijares, sólo él tiene ese efecto en mi. Mire hacia otro lado y él me volteó el rostro suavemente para besarme.

No sé en que momento pasó, pero cuando me di cuenta ya estamos despojándonos de nuestra ropa.

Hicimos el amor bajo el cielo estrellado de Bali, 'mis piernas con sus piernas, atando y desatando guerras' durante una noche inolvidable, esa sensación de placer recorriendo nuestros cuerpos me hace ser la mujer más dichosa de este mundo, al ver sus ojos me pierdo en el más profundo de los abismos, es como si estuviese en otra dimensión. Manuel me hace estremecer con el sólo roce de sus dedos contra mi piel, me hace sentir viva, plena, en paz.

En un lugar de ensueño donde sólo somos él y yo.


Fin.

Bali, un lugar de ensueño. [Relato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora