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Al despertarme noté que aquel día sería diferente. Miré por la ventana de mi habitación y observé como al amanecer los débiles rayos del sol, entre las nubes, iluminaban los campos. Vi claramente que sería un gran día y que no lo podía desperdiciar. Bajé corriendo las escaleras y aprovechando que mis padres aún dormían, desayuné, me vestí con el uniforme del colegio y salí pedaleando rápidamente con mi bici. En compañía de la brisa matinal miré el reloj de mi muñeca y calculé que aún tenía un par de horas hasta que empezaran las clases. Decidí dirigirme a mi rincón favorito, cerca del bosque.

Vi como el sol se abría paso entre montañas y nubes mientras me alejaba del pueblo cruzando extensos pastos verdes. Los prados, húmedos por el rocío, brillaban delimitados por una valla blanca perfectamente pintada. Sentada en mi bici observaba los interminables campos que se extendían entre las colinas hasta el horizonte. Este estaba dibujado por la silueta de altas montañas ligeramente emblanquecidas. Si miraba atrás podía ver a lo lejos las pequeñas casitas de mi querido pueblo, ahora iluminado por el sol. El juego de colores entre la tierra y el cielo me hacía feliz.

Mientras observaba este paisaje tan conocido, me di cuenta que había algo diferente en él. Encima de una pequeña colina rodeada de árboles había un gran edificio. Sentí curiosidad y me acerqué pedaleando. Era la primera vez que veía ese edificio, cosa que me sorprendió. Des de pequeña paseaba por los alrededores de mi pueblo y todo me era familiar, menos esa casa.

Dejé la bici apoyada al lado de la casa y decidí entrar. Empujé la gran puerta de madera, que se abrió sin apenas hacer ruido, cosa que me sorprendió, y pasé a una sala prácticamente a oscuras. En cuanto los ojos se me acostumbraron a la penumbra pude ver que había estanterías, pero no veía bien con tan poca luz. Encontré una ventana que abrí y en un instante la entrada quedó mínimamente iluminada y observé como las estanterías, que a simple vista no parecían gran cosa, se transformaban en una enorme biblioteca con pasillos infinitos. En aquel momento descubrí un mundo nuevo. Me paseé durante largos minutos entre los libros, observándolos todos y cada uno de ellos. A medida que me adentraba en la biblioteca todo se volvía oscuro pero entre un pilón de libros encontré un farolillo y lo encendí. Con su tenue luz continué mi búsqueda. La mayoría de libros se veían viejos, como si no los cuidaran. No entendí nunca como podía ser que dentro de aquella casa pudieran caber tantos libros.

De repente, vi un libro diferente. Parecía iluminado por un débil rayo de una luz inexistente. El lomo era de un color rojo apagado y no tenía ni título ni autor. Cogí el libro y observé la tapa. No tenía nada escrito, solamente unos decorados florales dorados. Abrí el libro pero las páginas estaban en blanco. Tan solo la primera página estaba escrita <<Todo empieza con la imaginación>>. Fui a cerrar el libro, pero en ese instante noté una mirada observando todos mis movimientos. Me giré y tuve el tiempo suficiente para ver una sombra moverse rápidamente. Di un vacilante paso atrás estrujando el libro contra mi pecho. Mi mirada asustada buscaba la salida mientras mis oídos escuchaban a la sombra moverse de un lado para otro. En ese instante agarré fuerte el libro y el farolillo y corrí lejos de la sombra que me vigilaba, entre los oscuros pasillos. Poco a poco la biblioteca se convirtió en un laberinto, cambiando su forma, pero la sombra seguía persiguiéndome. Desesperada, con la respiración entrecortada y mis sentidos nublados, intenté salir pero llegué a un pasillo sin salida. Intenté empujar la estantería y tirar libros al suelo, pero la estantería parecía de hormigón y cada vez que un libro caía al suelo aparecía otro para reemplazarlo. La sombra, al verme acorralada, se acercó a mi a pasos lentos. Con el corazón acelerado y luchando por respirar me senté en el suelo desesperanzada, ya que sabía que no podía escapar. A unos siete metros de mi, la sombra se paró. Poco a poco todo se volvía borroso. En ese instante me di cuenta que no era una sombra, se trataba de una persona vestida con una túnica negra. Antes de sumirme en la oscuridad, recuerdo al encapuchado desenmascararse y cómo sus ojos azulados me miraban con preocupación.

Lo siguiente que recuerdo es despertar tumbada al lado de mi bici encima de una pequeña colina. ¿Pero que sueño acababa de tener? Me froté los ojos y miré la hora de mi reloj. ¡No podía ser! Faltaban quince minutos para que empezaran las clases. Al levantar mi bicicleta del suelo algo cayó de la cesta. Rápidamente lo cogí del suelo. ¡No lo podía creer! ¡Era ese libro rojo del sueño! Parpadeé rápidamente y me quité el pensamiento de la cabeza, no podía llegar tarde al colegio. Guardé el libro de cualquier manera dentro de mi bolsa, subí a la bici y pedaleé hacia el pueblo. No podía ser que ese sueño hubiera sido real. Pero entonces... ¿De dónde había salido el libro? ¿Y dónde estaba la casa?Estaba muy desconcertada.

Al cabo de veinte minutos entré en clase disculpándome por llegar tarde y me senté en la única mesa que quedaba libre.

-Bueno... - dijo el profesor observándome. - Como la señorita García ha decidido llegar tarde no le he podido presentar a su nuevo compañero.

El profesor se refería al chico que se sentaba a mi lado. El chico se giró hacia mi y me tendió la mano.

- Hola -me dijo-. Me llamo David.

- Claudia -respondí, cogiéndole la mano.

En ese instante me di cuenta de que ese chico era el encapuchado de mi sueño.

Me sonrió con sus ojos azules y me dijo con diversión:

- Creo que nos conocemos.


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CONTINUARÀ....

Todo empieza con la imaginaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora