PRÓLOGO

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Alejandra era una chica de Madrid. Su padre, Sebas, era el director del Real Conservatorio Profesional de Música "Joaquín Turina", allí mismo, en la capital. Ella tocaba el violoncello. Su madre, Mónica, era profesora de Lenguaje Musical y estaba separada de Sebas. Alejandra tenía varios hermanastros, por parte paterna y materna.

Jaime, era un chico, también violoncellista y de la misma edad que Alejandra. Al contrario que Alejandra, quien era de tez, cabellos y ojos oscuros; Jaime tenía un aspecto casi escandinavo. Rubio, de ojos azules, bastante alto... Contrastando con Alejandra, sus padres habían sido un matrimonio muy religioso. Él pertenecía a seis hermanos; de mayor a menor: Eva, Ángela, él, Rodolfo, María y el pequeño Sergio. Su padre, Jesús, era un serio profesor de física, sin embargo, y sorprendentemente, un hombre muy cristiano. Ángela, su mujer, había fallecido inesperadamente en el parto del pequeño Sergio, lo que habría sido un duro golpe para la familia Iglesias. Desde entonces, Jesús debería adoptar el papel de padre y madre de seis niños, una carga importante. De todos, el que más travesuras hacía era sin duda Jaime, que varias veces sacaba a su padre de sus casillas. Y no sólo a su padre, sino hasta sus compañeros de instituto y del conservatorio.

Alejandra y Jaime apenas se conocían mas que del conservatorio, y tenían una relación normal, ni fu ni fa (nunca mejor dicho). Dos simples compañeros de instrumento. Un día, estos dos fueron invitados a una merienda por su profesor de cello, quien al verlos les dijo: "Algún día acabaréis juntos".

Desde entonces, Jaime y Alejandra se odian a muerte.

4 de JulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora