Capitulo II

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Al nuevo pueblo llamado San Luis llegaron una tarde en un viejo bus traqueando que acezaba agonicamente por una carretera destapada, llena de pedruscos y de huecos, buscaron un cuarto en el unico hotel que había y después de cenar salieron a dar una vuelta por la plaza y sus alrededores. El padre converso con algunas personas y al fin termino metido en un café, frente a una copa y un parroquiano formal que le daba las informaciones necesarias para su trabajo. A partir de este momento, Joselin quedó solo. Permaneció un rato sentado junto al padre y después salio a caminar, movido por la natural curiosidad de quien se enfrenta por primera vez a un ambiente desconocido.

En una esquina unos muchachos jugaban a las canicas muy animada y bullangueramente. El niño se detuvo a mirar, por lo visto uno de los jugadores era invencible, pues tenia un pulso extraordinario, no importa las distancias desde las cuales disparaba. Siempre daba en el blanco y acertaba en el hoyo. En ese momento tenia los bolsillos llenos de las bolas ganadas en la partida y entre el corillo de los espectadores habían cerca de ocho competidores que habían sido limpiamente derrotados

-Con este maco no se puede jugar, Es es diablo para las bolas!-exclamo el que acababa de ser desposeído de su ultima canica.

En los minutos siguientes varios mas fueron derrotados y con las caras largas de amargura y de envidia por las pasmosas habilidades del campeón, pasaron a engrosar el corrillo, hasta que, al fin, los contendores se acabaron, Maco entonces se sentó en la acera y sacando y sacando su presioso tesoro de canicas de todos los colores, brillos y tamaños, empezó a contarlas. Poco a poco, con rostro satisfecho y sonreído.

-cincuenta y seis en total-dijo al fin, gozosamente.

Esa era la suma exacta, pues todos, uno por uno contaban también, para si, mientras las bolas iban pasando en las manos del campeonísimo.

-conmigo son bobadas, muchachos- se pavoneo el engreido, -bola que se me ponga por delante es bola que viene a mi bolsillo, Oh si no, vean!, Griten conmigo, carajos, Que viva Maco el invencible!

-Que vivaaaaaa! Replico automáticamente el coro de perdedores y curiosos, no obstante el desengaño de casi todos.

-Que pierda por engreído! -Dijo entonces Joselin

-Que, Que?!- preguntó alguien entró el tumulto.

-Que pierda por engreído! - repitió el muchacho con decisión.

-Oí, Maco, Lo que dice este-chismoseo un seguidor del campeón.

-Que dice el Forastero? A ver.

-Que pierda por engreido!-repitió impasiblemente Joselin por tercera vez.

Maco lo observó de arriba a abajo, notandole el defecto en la pierna.

-Ve, Y de que charco salio este rinrin tan charro?

Joselin no contesto

-A ver, ya que no nos dices de donde saliste, dinos, al menos porque quieres que pierda. Y con quien.

La respuesta dejo atonito a los curiosos.

-conmigo

-contigo? Pues, veámoslo, tienes una bola?

-si, contesto el niño y metiendo la mano en él bolsillo saco una hermosa canica que tenia curiosamente los colores del arcoiris.

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