Lo que más duele

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Íñigo tecleaba a toda velocidad en el ordenador de mesa. Tenía que ultimar los detalles de la exposición que iba a hacer en clase en menos de una hora y no tenía tiempo que perder. Añadía y quitaba imágenes de un lado y de otro, ponía y quitaba texto, lo resaltaba, cambiaba los colores.... Siempre se podía hacer todo mejor, aunque fuese a última hora y a todo correr.

Había sido una semana larga, pero sin distracciones por lo que la había aprovechado bien. A Pablo sólo le había visto por los pasillos y apenas habían intercambiado alguna palabra. Se intentaba convencer a si mismo de que era lo mejor y que así estaría más centrado en lo que tenía que hacer. Pero fallaba estrepitosamente. Durante las horas lectivas era capaz de aguantarse pero cuando venían las horas muertas entre clases en las que aprovechaba para preparar la siguiente, corregir algunos ejercicios o incluso leer si tenía el tiempo suficiente, su mente enseguida se iba a preguntarse qué estaría haciendo el otro y pidiéndole que le fuese a visitar. Gracias a Dios, no sabía cómo, le era posible aguantarse.

De repente, alguien tocó la puerta. No esperaba a nadie a esas horas de la mañana, así que se extrañó

- ¿Sí?

La puerta se abrió de inmediato, dejando ver una coleta que hizo que a Íñigo le faltase el aire por un segundo

- ¿Tienes un momento?

- Claro

- Vengo acompañado, espero que no te importe

Pablo entró en el despacho y detrás de él entró Juan Carlos, ataviado con su chaleco y su camisa habituales. Lucía una sonrisa malévola en la cara

- Qué pasa chaval – le dijo al más joven, que se había puesto de pie al ver a sus dos amigos delante de él

- Buenos días Juancar

Los dos recién llegados se miraron entre sí.

- ¿Qué pasa?

Monedero aumentó su sonrisa y le hizo un gesto con la cabeza a Iglesias para que comenzase su discurso. Cogió aire, y dando un paso al frente desplegó un papel que tenía enrollado en la mano derecha

- Nos preguntábamos si te apuntas a esto

Íñigo pasó la mirada por las caras de sus amigos antes de dirigirla a la hoja que sostenía el de la coleta. Juan Carlos tenía la mirada centrada en Pablo mientras se reía por lo bajo y Pablo tenía la cara como un cuadro, seria. Saber de qué iba la hoja no fue difícil.

"Manifestación multitudinaria el próximo sábado en Gran Vía a las 10:00 para luchar contra los últimos recortes en educación que quiere implantar el Gobierno"

- ¿Apuntarme a una manifestación? ¿Y para esto tanta tontería? Si sabéis que siempre me apunto

- Es ilegal – Soltó Pablo de sopetón, que vio entonces como los ojos de Íñigo se abrían de par en par y movía la cabeza de lado a lado

- Ni de coña

Juan Carlos no pudo aguantar más y estalló en unascarcajadas que hasta asustaron a un Errejón que veía como Pablo suspirabadecepcionado 


- Te dije que el chaval no iba a querer, idiota – Decía Monedero, mientras se quitaba las gafas como podía y se secaba las lágrimas todavía entre risas

- Joder, pensé que como está era importante de verdad se iba a apuntar. ¡Venga Íñigo no me jodas!

- ¡Qué no! Qué pesado eres macho. Ya sabes qué desde la última vez no he vuelto a una de estas, y paso. – Íñigo desvió entonces una mirada fulminante a Juan Carlos, que seguía riéndose en la esquina del despacho- ¿Y tú qué? ¿Solo has venido a reírte?

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2016 ⏰

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