Capítulo 6: Un mundo roto y un hasta pronto.

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―¿Es aquí? ―preguntó el castaño a su acompañante femenina sin dejar de mirar el lugar. ―Tienes buen gusto, aunque este lugar... no es de tu estilo. 

―No fue mi buen gusto ni mi estilo lo que nos trajo hasta acá ―dijo Elsa mientras se quitaba el casco y se bajaba de la motocicleta de Hiccup—. ¿Y cuál decís vos que es mi estilo?

—Un castillo de hielo, tal vez.

—¿En serio?

―¿Ya puedo preguntar? —preguntó Hicupp cambiando de tema.

—¿Preguntar qué cosa? —se rió la muchacha. Hiccup la miró como si ella estuviera a punto de quitarle  toda la paciencia de un golpe.

—Dime. No te traje al medio de la nada sólo para que después te vayas por ahí dejándome con la curiosidad. Ahora, ¿por qué estamos acá?

―Eres como un maldito gato curioso. ―Elsa sonrió negando con la cabeza―Pues, para abreviarlo, lo que nos trajo aquí fue mi plan maestro que involucra a la persona que amo.

—¿Te le vas a declarar o qué?

Miró al nuevo amigo que había hecho y sonrió.
―Creo que aquí se termina todo para nosotros dos.

—No respondiste a mi pregunta, y no digas eso. Mira, nos caímos bien, eso es obvio, compartimos cosas. Ahora somos amigos, y los amigos se ven a menudo..., o cuando se les da la gana.

—¿A dónde quiere llegar, señor Haddock?

—No me digas señor, todavía no tengo canas. Y a donde quiero llegar es a que esto no se va a terminar, Elsa, ni va a terminar de ningún modo, porque en eso suele basarse una amistad, en no terminar. Nos vamos a volver a ver.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

Hiccup se encogió de hombros.

—Quien sabe, tal vez uno de estos días necesites de tu nuevo mejor amigo Hiccup para que te lleve a otro lugar extraño en medio de la nada misma.

Elsa sonrió. Hiccup era un grandioso amigo, y compañero de viaje, aunque casi la matara con la motocicleta, todo resultó de maravilla para ambos.

—¿Podré conocer a tu chica? —preguntó.

—Tal vez, si ella no me mata por ausentarme por tanto tiempo primero —se rió—. Dios... ¡Ella va a matarme!

Hicupp ya se lo imaginaba. Mérida estaría muy enfadada y tal vez le tirará algo por la cabeza en cuanto fuese a verla, pero sabía que encontraría la manera de calmarla para luego besarla y estrecharla en sus brazos, como suele hacer después de uno sus pequeños viajes. La echaba de menos, sus cabellos rojos despeinados, sus ojos celestes, su hermosa sonrisa, su forma de ser. Era muy probable de que le estuviera buscando justo ahora, Mérida nunca se quedaba quieta. Quería estar con ella. Lo más probable sería que en mitad de su regreso se la encontrara por el camino.

—Si te mata intentaré ir a tu funeral.

—Eso alegraría a mi fantasma.

—Dile a Mérida que espero conocerla pronto —dijo Elsa entregándole el casco a Hiccup—. Te dejé mi número de teléfono en tu mochila, claro que ahora no lo tengo conmigo, pero cuando lo tenga me mandas un mensaje.

—Entendido. ¿Ya tienes todas tus cosas? Me parece que te falta tu bolso. —Hiccup le pasó su bolso y ella le sonrió. El chico se acomodó en la moto, listo para iniciar su regreso a Mérida—.Hasta pronto, Elsa. Espero que tu plan salga bien. Intenta no perderte.

—Todo saldrá bien, estoy segura de eso. —Elsa estaba sonriendo cada vez con más entusiasmo y alegría. Le brillaban los ojos de la emoción—. Fue un placer viajar contigo, Hiccup. Y gracias por no ser un violador. Eres un gran amigo.

Buscando mi paraíso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora