Mis Mejores Pesadillas

Prologo.

Desarrollé esta habilidad a mis dieciséis años de edad podría decir que fue lo peor que pudo pasarme en la vida, comenzó un día en mi salón de clases, estaba el cotilleo en un grupo de chicas que en ese entonces yo llamaba mejores amigas, platicábamos acerca de un vestido en rebaja en un centro comercial, una de ellas, Raquel, dijo que lo apartaba, esas palabras declaran algo como propio así que todas tendríamos que buscar otras posibilidades, éramos muy unidas, tanto, que comenzamos a decir lo bien que se le vería el vestido, Raquel es alta de piel morena y ojos grandes color miel, con una cabellera hasta los hombros, en cambio yo , tengo una piel de un tono blanco, casi gris, ojos claros y cabello completamente negro, los halagos seguían y seguían, hasta que...

-Se te vera del asco- Dijo Ana una de las integrantes del grupo, a nadie pareció incomodarle el comentario incluso continuo la plática aún más emocionada, ¿A caso solo yo la había escuchado?

-¿Que dijiste?- Pregunte incomoda, confundida, e incluso molesta.

-¡Que se le vera fantástico!- Dijo de un gritito y dando saltos, tal vez simplemente escuche mal, cuando...

-Espero se te caiga el relleno en tu cita del sábado- Dijo Karla, nuevamente, nadie tomo importancia al comentario, ¿Qué les estaba pasando?

-Oye Raquel- Dije algo insegura- ¿No te incomodan sus comentarios?- Todas se callaron y se extrañaron por mi pregunta.

- Porque me incomodarían? son solo cumplidos-Dijo con una sonrisa de muñeca.

-Pero lo que dijeron de que se te vera del asco, o lo del comentario sobre tu relleno- Al escucharme todas abrieron la boca sorprendidas, sobre todo las que habían hecho esos comentarios.

-Nadie menciono nada de eso, tal vez seas tú la que opina todo eso- Dijo Karla, todas fruncieron el ceño, dieron la vuelta, y se marcharon dejándome sola en el pasillo.

Lo extraño comenzó cuando se empezaron a alejar, y comencé a escuchar todo tipo de frases, desde palabras hirientes hasta blasfemias entre ellas, pero ellas seguían abrazadas, tomadas del brazo, como hermanas, fue en ese momento cuando yo supe que pasaba, todo lo que yo estaba escuchando a mi alrededor, no eran palabras lanzadas al aire, eran pensamientos que no podían escuchar entre ellas, todo empeoró cuando las palabras y frases hipócritas comenzaron a venir de todos lados, maestros, alumnos, incluso mis padres, y me di cuenta que solo yo podía escuchar todo eso, esas apuñaladas por la espalda, solo yo podía ver la otra cara de las personas.