1. El Comienzo.

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2006 - Boston, Massachusettes. 7 AÑOS ANTES...

¡Amanda, es hora de levantarse!- escucho a mi madre gritar desde el otro lado de la puerta de mi habitación.

Gimoteo un par de veces y después de convencerme, me levanto de la cama. Me pongo mis pantunflas rosas chillón con un dibujo de conejito al frente y camino hasta mi baño personal. Me miro al espejo pareciendo un zombie y entro a la ducha con flojera.

Cuando al fin estuve lista, bajo las escaleras a toda velocidad. Entro a la cocina y choco con Dylan, mi hermano mayor.

-¿Quieres fijarte, duende?- dice con la boca llena de cereal con leche.

-Lo haré cuando tú aprendas a comer descentemente.- le contesto con un gesto

-Niños...- se queja mi padre sin quitar los ojos del periódico que trae en ambas manos, Dylan y yo nos miramos e infantilmente le enseño mi lengua.

Tomo un poco de jugo de naranja y me siento a comer los hot cakes que me esperan servidos ya sobre la mesa. El sonido del claxón del auto de Connor se escucha y rápidamente me levanto de la mesa.

-Ya me voy, mamá.- me acerco a ella y beso su mejilla, lo mismo hago con papá y golpeo en el brazo a Dylan al pasar. Camino hasta la puerta y tomo mi mochila, esa es la misma rutina de todos los dias.

-Auch. Buena suerte, duende.- lo escucho a mis espaldas y levanto la mano para despedirme con ella.

Salgo y veo a mi hermoso novio recargado sobre su auto con sus jeans, camisa desabotonada y Vans.

-Hola, guapo.- lo saludo con una sonrisa.

-Gracias, pero no más que tú.- me guiña un ojo y como siempre, siento que me derrito.

Abre la puerta del auto y me deja entrar, después lo rodea, entra y antes de encenderlo, besa mis labios con suma delicadeza.

-Hoy es un día muy especial, sabes...- frunzo los labios y trato de recordar que día era. Nuestro aniversario no, por supuesto, jamás lo olvidaría.

-Y... ¿qué día es hoy?

-Hace tres años, recuerdo haber visto al ángel más hermoso entrar por la puerta de mi salón, usando un vestido color margenta. Tenías las mejillas rosadas al llegar tarde a tú primera clase del día.- mi corazón se detiene por un momento, siempre hace eso cuando a él se le ocurre decir algo tan tierno como eso. Deja de mirar el camino para mirarme a mi.

Sonrie. -Estás roja.

-Es que, después de tres años, me sigues poniendo sumamente nerviosa.

-Me encanta ese efecto que causo en ti.- golpeo su brazo y río.

Se estaciona en el mismo lugar de siempre y abre mi puerta. Nos tomamos de la mano y entramos al Campus.

-Tengo que ir por unas cosas a mi casillero.- asiente y sin soltarnos, caminamos hasta haya.

Desde lejos se podía escuchar al equipo de basquetball, al que pertenecía Connor. Cuando nos vieron pasar, no dudaron ni un segundo en detenernos e invitarnos al relajo. Pero por la prisa que traía, no les seguimos el juego.

Connor me acompañaba a todas partes, él era mi compañía de siempre, haciamos todo juntos, eramos inseparables. Cuando mis padres peleaban, él era la primera persona con la que podía desahogarme, lo llamaba por teléfono y llegaba a mi casa lo más rápido posible. Subía hasta mi balcón y entraba para colarse conmigo en la cama, y por suerte, jamás nos han descubierto. Él sabe tanto de mi, como yo de él.

Habla ahora, o calla para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora