4: Flechado

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A partir de ese momento, todo se volvió bastante confuso.

La criatura fulminó a Emma con la mirada. Ya se había olvidado de Vlad, que yacía desmayado en en suelo.

Se escucharon unos pasos llegar corriendo. Un chico de cabellos cortos negros y lisos se situó al lado de Emma, frunciendo algo el ceño. Vestía como un trebolniense normal: una chaqueta verde, camiseta blanca y pantalones negros. Parecía tan confundido como ella, pero dispuesto a luchar. Probablemente pasaba por allí cerca y oyó el grito de Vlad al recibir la flecha. ¿Cómo se llamaría? No había tiempo de preguntar; la bestia saltó del tronco y dio un paso en dirección hacia ellos. Acción, reacción: el de pelo negro cogió a Vlad en brazos, quién se revolvió un poco por el dolor, y salieron corriendo.

La mirada de Emma lo decía todo; preocupación, confusión... Pero miedo no. Su cerebro prácticamente había bloqueado esa emoción. Sólo seguía al otro chico, que guiaba, con cuidado de no tocar el hombro de Vlad.

No parecía mala persona, intuía que se podía fiar de él. Aunque, ahora que se fijaba... Sus ojos tenían como diversas chispas, brillaban más de lo normal. También lo había notado en los de Elizabeta; desde que la coronaron, empezaron a brillar más. Como auténticas joyas. Igual que los de ese chico. ¿Podría ser el que buscaban? Probablemente.

Entraron corriendo a una casa cerca de los límites del bosque, que Emma prácticamente no había visto, debido a la oscuridad y lo escondida que estaba. El chico dejó a Vlad cuidadosamente sobre un sofá y echó la llave a la puerta. Luego dejó escapar un suspiro y sonrió.

-Soy Nikolay -se presentó-. Trabajo en una tienda de una aldea cercana.

Emma sonrió también.

-Yo soy Emma. Solía trabajar de costurera con una amiga mía en el pueblo del otro lado del bosque, pero ahora... Digamos que mi amiga es la nueva reina -sonrió un poco forzada.

El chico se sorprendió. Probablemente, no se le había ocurrido pensar que los reyes de ahora tenían una vida normal antes de los últimos sucesos.

-Vaya... ¿Y él? -Nikolay miró a Vlad, que estaba tumbado en el sofá.

-Es diamantés, vive aquí al lado, en Garnet y se llama Vladimir. Pero prefiere que lo llamen Vlad.

Nikolay se lo quedó mirando con tristeza y se acercó a él, arrodillándose a su lado para examinarlo.

-Hay que hacer algo con la flecha -murmuró de forma inaudible, perdiéndose en sus pensamientos.

Si era una flecha envenenada, no podía dejarla dentro, pensó, pero si tenía la punta de aleta, sacarla podría causar aún más daños... Sobretodo porque estaba muy cerca del corazón.

-Oye... ¿No tienes velas o algo? No veo nada -preguntó Emma, después de tropezar con lo que debía ser una silla, intentando acercarse.

-¡Ah, sí! -se levantó, y encendió un candelabro, iluminando la sala-. No me había dado cuenta de lo oscuro que estaba.

-¿Cómo es eso? -preguntó Emma con los ojos como platos.

-Ah, no sé, pero desde hace como dos semanas, veo... diferente.

Emma asintió comprensiva; definitivamente él era la gema.

-Pero ahora -continuó Nikolay-, hay que hacer algo con la flecha. ¿Cómo andas de pulso?

Emma puso cara de "Si-intento-hacer-una-raya-recta-entre-Roma-y-Madrid,-acabo-en-Helsinki-pasando-por-Viena-y-Berna".

-Bien, lo haré yo -Nikolay tomó el astil de la flecha con ambas manos, y la sacó limpiamente.

Joyas (A Hetalia Cardverse Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora