Capítulo 36

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Podría decir que era mi culpa, sentía el distanciamiento por la carga con la que mis hombros cargaban entre el trabajo que me consumía y el conseguir el dinero, dejar a Niall definitivamente no era una opción, estaba haciendo todo esto por él, por su felicidad y por nuestro futuro. Pero, a veces sentía que él no apreciaba mi esfuerzo, a veces solo quería llegar a casa y que él estuviera ahí para envolverme en sus brazos y besarme la frente mientras me acariciaba el cabello, y yo podía suspira dejando que su aroma golpeara mis fosas nasales y recorrieran toda mi cavidad respiratoria hasta sentirlo parte de mi organismo, como todo él era parte de mí. Aunque no últimamente.

Últimamente perdía ese brillo en los hermosos orbes azules que antes hacían una estrella parecer insignificante a su lado, habían perdido ese brillo que tenía cuando me veía a mí y siendo sustituidos por un destello de confusión que ahora era bastante notorio en ellos. Y cada vez que lo veía, sonreía fingidamente mientras su mano fría tomaba la mía y pronto ya no sentía que encajaba para mí y el latir de mi corazón comenzaba a morir.

Su lechosa piel era más pálida cada vez y menos marcada por mis labios y dedos como anteriormente ocurría, habían pasado días, quizá semanas de la última vez que había probado bien sus labios, en un beso hambriento que tanto los míos anhelaban y moría por en estos momentos. Pero me preguntaba, ¿de quién era la culpa? ¿Seré yo quién me esté distanciando de él por el trabajo que cargo para mantenerlo feliz y darle lo que desea? ¿O es él quien se ha estado ocultando de mí detrás del chico moreno al que una vez miré despreocupadamente y que ahora podía significar algo para esta relación? Realmente, ¿de quién era la culpa?

Suspiré colocándome la bata blanca alrededor de mi cuerpo, sintiendo como me cobijaba y me daba la bienvenida a lo que, últimamente y ahora, se ha convertido en mi hogar. Cruzar las puertas del hospital implicaba que todos tus problemas, como doctor o personal de la salud, tenían que quedar detrás de ellas, aquí no había espacio para tus problemas o cualquier necesidad que tuvieras, tus prioridades eran las prioridades de la persona que se sentaba en frente de ti quejándose por un dolor que no lo dejaba dormir y tu asentías por qué sí, la mayoría de ellos tenían grandes ojeras debajo de sus cansados ojos y una mueca de molestia por su propio cuerpo que no lo dejaba descansar en paz, cruzando las puertas tenías que sostener la vida de los demás e ignorar la tuya, era una razón del porque amaba estar en casa.

No soy un chico que evita sus problemas, siempre trataba de resolverlos pues sabía que no me iban a dejar hacer lo mío, pero últimamente me excusaba tomando más cirugías y citas con el fin de no llegar a la soledad que se había convertido la casa desde hace tanto tiempo.

Una vez cruzando la puerta, coloque mi mejor sonrisa y pase saludando a todos, dirigiéndose hacia mi oficina dispuesto a comenzar el horario de atención a mis pacientes que esperaban con tanta ansiedad y dolor.

"Doctor Payne, tiene a alguien esperándolo en su oficina." La enfermera me miró a los ojos a lo que yo asentí, seguramente era otro paciente desesperado que se había colado a mi oficina con el fin de ser el primero, siempre tenía uno de ellos. Gire el pomo y dándole la espalda a la persona, cerré la puerta para girar sobre mis talones y encontrarme con un castaño vestido completamente de blanco junto a su bata, alcé ambas cejas con curiosidad y me coloqué delante de él, topándome con unos ojos azules oscuros que me miraban con la misma curiosidad que yo lo veía.

"Doctor Liam, mucho gusto." El chico se paró y estiro su mano, esperando ser estrechada cosa que no dude y asentí, leyendo el nombre en su bata "Dr. Tomlinson."

"Lo mismo digo, Dr Tomlinson, dígame, ¿en que puedo ayudarlo?" ambos nos sentamos de frente.

"Verá, se que no ha estado revisando los correos que le he mandado sobre mi proyecto, por lo que tuve la molestia de venir y proponérselo formalmente." Sonrió educadamente y yo suspiré, inclinándome hacia adelante y cruzando mis manos por encima del escritorio.

Brain Color: Una mente sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora