PRÓLOGO
- ¡Tú eres la única culpable de que yo haga esto! – espetó con voz contenida, agitando el maltratado papel que tenía entre sus manos desenfrenadamente.
- ¿Yo? ¿Por qué? – pregunte incrédula, viendo como sus manos se crispaban más y más. Estaba asustada, tenía que admitirlo ¿Cómo un estúpido juego puede volverse algo tan espantoso?
- Porque te amo – susurro antes de darse media vuelta y tirar el papel hecho una bolita al suelo.
Una estatua parecía estática en mi lugar, viendo cómo se alejaba.
Lo había arruinado todo, pero...
¿Había escuchado bien lo que había dicho?