1: Maldita Vieja Chiflada

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1 de Junio

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1 de Junio

1:08 am

Me encontraba dentro de una estructura, rodeada de gente. Otra vez.

-¿Qué es este lugar?- pregunte en voz alta

Nadie contesto. Todos miraban hacia el frente, varios horrorizados. 

De entre todas 3 cabelleras llamaron mi atención. Eran dos chicos y una chica, ambos miraban hacia arriba de una estatua donde una mujer demasiado pálida para su salud, hablaba. No llegue a entender lo que decía ya que de un momento a otro no estaba al igual que los tres chicos. 

Habían desaparecido, era como si nunca hubieran estado allí. Un escalo frió recorrió mi espina dorsal erizando mi piel, un chico rubio me miraba fijo.

-¿Tu quien eres?- pregunte bruscamente

Me miro con asombro y luego sonrió de costado, de manera arrogante empezó a mover los labios pero no entendía lo que decía solo escuchaba la lluvia caer y chocar contra el techo. Una tormenta.

Una tormenta.

El sonido de agua cayendo me despertó de mi repetido sueño. Por la ventana del cuarto del orfanato se podía ver el diluvio que se había desatado.

Hacía meses soñaba lo mismo y todavía no le encontraba sentido.

Mi mano actuó por si misma al intentar encontrar el interruptor del velador, me detuve rápidamente al recordar las palabras de la vieja Smith.

<<En esta institución, la luz se apaga a las 10>>

Un gruñido se escapo de mi garganta al recordar lo siguiente que me dijo:

<<Espero que te diviertas la semana que viene>>

La ira recorrió mi cuerpo y un nudo se instalo en mi garganta.

Con un humor horrible pateé el fino cubrecama que me cubría durante las noches, el pasillo esta oscuro y el piso viejo de madera hacia ruido con cada paso que daba. Como siempre, ignore mi reflejo en el espejo de la escalera y sin hacer ruido camine a la cocina.

La cocina, demasiado pequeña teniendo en cuenta que esto era una casa hogar, tenia vista al patio poco iluminado, lugar al que no se me permitía estar. Bueno, no solo a mí. No entiendo como permitieron que la loca de Smith se encargara de nosotros, ¡Deberían hacerles exámenes mentales a esta gente!

Agazapada contra los muebles de la cocina intente abrir la heladera sin hacer ruido, cosa prácticamente imposible teniendo en cuenta que el artefacto era incluso más viejo que la propia Smith. Detuve mi forcejeo con la puerta al ver que una sombra se proyectaba por la ventana.

Mierda. 

Si me encontraban no solo me patearían hacia la correccional mas rápido, también castigarían a Ophiuchus.

La sombra se mantuvo unos minutos más y luego se movió, como si se alejara de la luz. Solté una bocanada de aire, sin darme cuenta que había contenido la respiración.

-Te dije que no había nadie, Marta-

-Yo vi una sombra- refunfuño  

Mierda multiplicada por tres.

Solo a mi me pasan estas cosas. Afuera se encontraban Smith y una de sus amigas, por no decir la única. Olga era una señora regordeta de cabello blanco y ojos tan claros que perecían blancos en lugar de celestes. Pensaría que la señora era albina de no ser por la fotografía colgada en el living, en la cual se la podía ver con un alborotado pelo oscuro.

Ella era la única que perecía tenerle afecto a la loca que tenia de tutora, hasta su gato Morfeo corría cada vez que la veía, pero vamos, nadie querría a alguien que te pasa la aspiradora por el cuerpo ¡El gato tenía sus razones! 

Vieja chiflada.

-¿Que harás con los hermanos? No pensaras separarlos ¿O sí?-

¿Qué? ¿Qué tenemos que ver Ophiuchus y yo en esto?

-Por supuesto que sí, ¡Sagitta es un peligro, lo lleva por el mal camino! ¡Lo corrompe!-

Lleve mi mano derecha al corazón  soltando un sonido de indignación. Maldita vieja petulante ¿Qué se cree? Como si mi hermano fuera un santo. JA.  

Opiuchus a sus cortos 11 años ya es un desastre incluso mayor que yo, y como su hermana tenia la obligación de ayudarlo. A mi pesar.

Estaba tan concentrada en la conversación que ocurría a fuera de la cocina que no me percate del pequeño individuo que se acercaba sigiloso asía mi, solo me di cuenta cuando una pequeña mano helada se poso en mi hombro desnudo.

¡POR LAS PATAS GORDAS DE MARTA SMITH!

Mi pequeño infarto, el cual casi termina conmigo orinándome encima, es provocado ni más ni menos por el zángano de mi hermano.

-¿Estás loco? Casi me da algo, inútil – Medio grite por lo bajo

Opiuchus solo se dedico a mirarme como si estuviera loca, y seguido le pego un mordisco a la manzana que había en su mano, acto que me recordó a un caballo. Principalmente por los dientes.

-¿Qué haces?- Pregunto mientras masticaba –Si le llega a agarrar Marta estamos jodidos-

-Te podría hacer la misma pregunta- Susurre indigna, mirando constantemente de la ventana a mi hermano, vigilando que no nos descubran

-Tenía hambre- Un pedazo de manzana seguido de saliva fue a parar a mi cara

-COMÉ BIEN CERDO- Susurre medio gritando

-¿Quién anda ahí?- La voz de Smith atravesó de forma imponente el sombrío espacio de la cocina.

-Valimos madre-

La Segunda ProfecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora