NO LE BUSQUES EL SENTIDO QUE NO TIENE

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Vamo a ver... Esto que voy a explicar no tiene puto sentido, ninguno. Siento que me va a estallar la cabeza y he intentado desayunar algo pero casi vomito, otra vez. Anoche vomité indefinidas veces. Muchas de las veces en las que vomité lo hice encima de mi mejor amigo al cual conozco desde hace 9 años, encima de otro amigo al que conozco desde hace 14 años, y encima del entrenador de baloncesto de los dos.
Me lié con mi mejor amiga, a la cual conozco desde que voy a segundo de primaria, con mi mejor amigo (al que después le poté) y con un chaval que acababa de conocer hacía una hora.
Vamos a intentar contar esto de la forma más ordenada posible (hasta donde me acuerde, claro está).
Debo decir, antes de nada, que hacía dos días que no comía nada.
Voy a inventarme los nombres de mis amigos para intentar que esto tenga un sentido un poco más lógico (la historia en sí carece de sentido y me la suda bastante).
Uno de mis mejores amigos, vamos a llamarle Pepe, se apuntó hace tiempo a baloncesto junto con otro amigo al cual llamaremos Euselmo. Euselmo y Pepe, junto con el resto de sus compañeros del equipo de baloncesto, prometieron teñirse el pelo de color rubio pollo si ganaban la liga. ¡Adivinad qué! Han ganado la liga XD. Creo que esto carecía de importancia en mi historia, pero el pronombre posesivo es "mi", lo que significa que puedo hacer lo que me salga de los huevos con MI historia.
Como dentro de poco estaremos de vacaciones esto se acabará para ellos y en septiembre volverán a los partidos y los entrenamientos y cosas de esas... Así que decidieron hacer un cena y luego irse de fiesta aprovechando que ahora son las fiestas del barrio y por lo tanto hay ferias, música, alcohol y cosas de esas.
Creo que esto será más gracioso si lo explico al revés y luego de forma normal intentando explicarlo con detalles.
Mi amiga, vamos a llamarla Eustakia, me zarandea el pie para decirme que debe irse a las once porque ha quedado con un chico para liarse con él. Le digo "vale, vale" y sigo durmiendo.
Dos horas antes me despierto de golpe sabiendo que estoy en mi cama, con mi amiga al lado durmiendo en mi cama. Aún llevaba la ropa puesta, creo haberme potado antes encima... Perfecto. Mi amiga está despierta desde las seis de la mañana porque no puede dormir, hablo con ella un rato, me pongo música y sigo durmiendo, entonces aún estoy borracha puesto que no recuerdo muy bien qué le estaba diciendo a mi amiga ni ella a mí.
Cinco horas antes Euselmo estaba delante de mí diciéndome "Lara, mírame. No te duermas" (vamos a suponer que me llamo Lara) mientras me da golpecitos en la cara.
Vacío existencial.
Son las diez y Eustakia y yo estamos lanzandonos por un tobogán para niños de 8 años y viendo vídeos de coreanos cantando e imitando sus coreografías.

BAM (vamos a empezar a contarlo de forma ordenada).

Han pasado un par de años desde que decidí comenzar a escribir aquella noche tan bochornosa, y han pasado 2 años (o más) desde que me cansé y olvidé continuar la historia. No obstante, he de decir que tras revisarla, he decidido no cambiar nada, ni las faltas de ortografía, ni el estilo tan "despreocupado" (por decirlo de algún modo) de escribir, ni la coherencia del texto respecto a un orden lógico de los párrafos.

Dejando temas más técnicos a parte, me hace ilusión que tras tanto tiempo sin recordar e incluso experimentar tales anécdotas ya pasadas pueda darme el gusto de saborearlas de nuevo a través de la escritura.

Ha pasado mucho desde aquella noche, pero volveré a comenzar la historia, para que de ese modo el interesado lector que haya llegado por casualidades inexplicables de la vida a este rinconcito que relativamente me pertenece sea capaz de entender.


Recuerdo vagamente aquella noche. Recuerdo estar en mi casa junto con mi amiga a la que hace años al empezar con esta anécdota quise llamar Eustakia en un segundo de lucidez desmesurada. Nos encontrábamos en mi casa, hacía tiempo que hablábamos sobre aquella noche. Era La Noche. El momento en el que dejamos, nosotros los jóvenes, que las hormonas tomen el control de la situación, en el que tiramos de las prendas guardadas en un rinconcito del armario para "ocasiones especiales" y en el al menos los más jóvenes y precavidos se inventan una sarta de mentiras para hacerles creer a sus padres que siguen siendo los hijos responsables que creen ser.

AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora