No estoy fumada, huelo a felicidad.

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"Irresponsable", es la palabra que se me viene a la cabeza cuando soy consciente de que voy fumada mientras cuido de la librería. Quizás debería haberme fumado el porro después de salir y no antes. Joder... tengo sueño y se me cierran los ojos mientras siento como la cabeza se me despega del cuerpo cuya gravedad a dejado de sostenerlo, o al menos eso siento.
Me agarro a la silla a la que estoy sentada mientras cojo un libro y hago que leo mientras espero a que mi jefe se vaya para dejarme a solas en la librería.
No sé cuánto tiempo ha pasado poro tengo la sensación de haberme quedado dormida con los ojos abiertos. Llevo con la misma página casi 25 minutos. Oigo voces profundas que llenan toda la tienda y chocan contra mi cerebro despertándome de lo que creo que es un buen letargo. Dos personas acaban de entrar y mi jefe se pone a hablar con ellas. No me doy cuenta pero uno de ellos se ha quedado mirándome yendo a la zona de atrás que es donde yo estoy sentada. Hace ya varios porros que pasé la paranoia de "se están dando cuenta de que voy fumada". He llegado a casa en este mismo estado varias veces y he sabido disimularlo muy bien, me será fácil ahora que parezco absorta en el libro. Aunque debo cambiar de página o parecerá que leo como una cría de 4 años, muy lentamente.
El tipo sigue mirándome, quizás me ha dicho hola. "Hola", le digo junto con una sonrisa que no sé ni cómo he conseguido realizar, es como si mi cara estuviese compuesta de fórmulas matemáticas y para mover las facciones necesitase resolver una ecuación entera para saber cómo hacerlo y en qué momento.
"¿Qué lees?", me pregunta el hombre. Y la verdad es que no tengo ni idea. Cierro el libro y miro la portada. "Los juegos del hambre". El hombre suelta un simple "ah" dándome a entender que para él soy otra de las muchas adolescentes fanáticas que creen amar la literatura cuando sólo han leído "Bajo La Misma Estrella" y cuando nombras autores como Lorca se quedan con cara de haber visto un unicornio en un desierto tomando agua de rosas. Aunque llevo un colgante de un sinsajo colgado de un collar con un reloj parecido al giratiempo de Hermione, en Harry Potter y lo cierto es que sí que he leído "Bajo La Misma Estrella". Claro que eso no me convierte en una pseudo-amante de la literatura...
El dueño de la librería se acerca y me presenta a sus amigos. Se ponen a hablar de libros históricos sobre Barcelona. Les sigo con la mirada mientras se pasean por entre las estanterías y lo cierto es que por un segundo siento que mi mirada se ha ido. No sé cuánto tiempo les he estado observando, quizás parezco ciertamente extraño que me haya quedado embobada observando sus espaldas. Quizás sus amigos piensen que soy otra adolescente más que vive en su mundo y observa el exterior desde una pequeña ventanita hacia la realidad que con frecuencia suele estar cerrada.
Y de pronto se van. Oigo como mi jefe coge sus cosas y me dice que ha de irse y que me deja sola aquí y entonces suelto el aire por la boca aliviada al saber que no he de disimular más porque de alguna forma u otra esto me agota.
Me doy cuenta de lo mucho que deseo mi cama, tumbarme en ella y arroparme con los edredones a pesar de estar en mayo mientras entra un olor a sal por la ventana que me hace creer que estoy junto a la playa cuando en realidad la playa se encuentra a varios kilómetros  y el olor a sal lo causa una vecina que se ha pasado cocinando.
¿Cuánto tiempo llevo soñando con mi cama? Vale, ha pasado media hora. No suele entrar nadie a la tienda así que no pasa nada si mi mente divaga unos minutos. Es entonces cuando miro hacia adelante y dejo que la mirada se me pierda por entre los colores de las portadas de los libros. No sé en qué momento he comenzado a contar todos y cada uno de los libros que hay en la estantería que tengo justo en frente pero ya voy por el número 23. Ahora me he quedado con la curiosidad y los cuento hasta el final. Mierda, creo que he vuelto a comenzar sin darme cuenta y no me he dado cuenta de cuántos libros hay en total. De nuevo sigo contando hasta llegar al final pero cometo el mismo despiste otras 3 veces. Cierro los ojos y me quedo pensando en algo, algo que acabo de olvidar ahora mismo. Cuando los abro fuera está más oscuro. Miro la hora. Llevo más de una hora sola en la librería. Nadie ha entrado hasta ahora. Puedo permitirme el lujo de volver a cerrar los ojos, cuando los vuelvo a abrir es completamente de noche, es hora de cerrar. Genial, porque aún me queda otro porro para fumar de camino a casa. Un par de caladas y estaré durmiendo profundamente hasta el día siguiente. Bien, a tomar por culo, esto es el barrio, no he de esconderme de nada ni nadie, aquí la gente se fuma los porros como beben té en Inglaterra en las terrazas.

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